Si tienes más de 35 años, esta serie de Netflix es una bofetada emocional
‘¡Cómo pasa el tiempo!’ es una frase que solemos repetir con frecuencia fruto de la sorpresa de detenernos, al menos por un segundo, en un recuerdo entrañable. Por ejemplo, cuando nos encontramos con un viejo amigo, rememoramos experiencias que fueron únicas o simplemente nos topamos con series o películas que dejaron huella en nuestra existencia. Sin embargo, pocas producciones esconden una bofetada emocional tan demoledora sobre el paso del tiempo como lo hace una serie de Netflix.
Les hablo de El secreto de Nick, una serie de 2019 que pasó desapercibida entre críticas mixtas y la marea de contenido que ofrece el servicio, siendo cancelada tras una sola temporada. No obstante, como se trata de una sitcom adolescente, muy del estilo de las series de Nickelodeon o Disney Channel, cada dos por tres algún niño o adolescente la descubre por sorpresa.
La historia es sencilla: una chica se aparece de repente en el hogar de una familia -formada por dos adultos y dos hijos también adolescentes- fingiendo ser un pariente lejano en busca de acogida. Pero, en realidad, busca vengarse del matrimonio después de haber sido partícipes inconscientes del arresto y condena de su padre. El marido protagonista por haberle negado un préstamo bancario que habría derivaba en que el hombre pida dinero a la mafia. Y la esposa por haber destruido su restaurante a través de tácticas ambiciosas para triunfar con su propio negocio.
La idea es un poco bizarra y resulta difícil clasificarla al rozar temas de violencia y venganza que no encajan con el género familiar, pero tampoco es lo suficientemente interesante como para conquistar el interés de los adultos. No obstante, en este caso, los verdaderos afectados de esta producción no son ni el público infantil, ni los críticos, sino los espectadores que fuimos testigos activos de la imposición de los fenómenos culturales de hace un par de décadas.
Porque en esta producción participan dos figuras emblemáticas del cine y la televisión como Melissa Joan Hart y Sean Astin. Más conocidos como la eterna Sabrina, la bruja adolescente (1996-2003), y Sam, el entrañable amigo de Frodo en la trilogía de El señor de los anillos (2001-2003). O para quien tenga más memoria todavía, Mikey de Los Goonies (1985).
Evidentemente, que los dos tengan trabajo y participen en esta serie no debería sorprender a nadie. Después de todo, hablamos de actores que se mantuvieron en activo, aunque sin el éxito de sus clásicos de antaño. Sin embargo, resulta inevitable sentir cómo una ráfaga de realidad te azota de repente cuando los ves aparecer en pantalla desde la primera escena de la serie. Y no me pasó a mí solamente, como demuestra una publicación de Twitter donde cientos de usuarios han reaccionado de la misma manera:
Nico me ha puesto una serie que le gusta y quiere que la vea.
“Es de una chica que llega, y los padres…”
Los PADRES
Y ahora estoy llorando. 😭😭😭 pic.twitter.com/QkmC5JO5PA— Gemma del Caño (@farmagemma) May 15, 2023
Básicamente porque existe toda una generación de espectadores (que van de los 35 años para arriba, más o menos) que creció en una etapa donde ambos actores fueron inmortalizados por el éxito de sus personajes más icónicos. Sabrina, la bruja adolescente nos acompañó durante 163 episodios y 3 largometrajes a través de una historia que jugaba entre la comedia y la aventura ‘teen’ sobre una hechicera en ciernes, sus tías de 600 años, su novio Harvey y el gato Salem (el animatronics más mediocre de la televisión, pero igualmente inolvidable).
Los líos de Sabrina con sus hechizos, aventuras mágicas y pasión por Britney Spears la convirtieron en un ícono de su época, y a Melissa Joan Hart en compañera infalible de las tardes para millones de espectadores a finales de los 90s y principios de los 2000s.
Algo similar a lo que vivimos con Sean Astin. Porque después de convertirse en uno de los actores infantiles más reconocidos de los 80s con Los Goonies (1985) a los 13 años, continuando su filmografía con La guerra de los Rose (1989) o El hombre de California (1992), logró producir un flechazo cultural de la mano de Peter Jackson.
Y es que este actor nacido en California se encargó de interpretar a Samwise Gamgee, el fiel amigo de Frodo Baggins (Elijah Wood), uno de los nueve personajes encargados de destruir el anillo que detendrá los planes de Sauron de apoderarse del mundo. Sam representaba la camaradería y lealtad de un buen amigo, aportando apoyo emocional y físico a través de las dificultades que vivían en la larga travesía. En esta adaptación, Sam se convirtió en uno de los compañeros de aventuras más recordados del séptimo arte, una figura fuerte y heroica que pasó a la historia conquistando a los espectadores de la emblemática trilogía.
Melissa Joan Hart (47) y Sean Astin (52) siguieron trabajando y son figuras activas en la industria hollywoodense. Por ejemplo, Hart produce series y películas, ha participado en Bailando con las estrellas y Mask Singer mientras que, al igual que Sean Astin, han dirigido sus propios cortometrajes y publicados libros biográficos. Pero nada se asemeja al impacto que dejaron en el pasado. Los dos son artistas que se quedaron congelados en el tiempo a raíz de la iconografía que acompaña a sus personajes. Y nosotros, los humildes espectadores, nos quedamos anclados en el recuerdo cada vez que los vemos aparecer en pantalla.
Por ese motivo, verlos en El secreto de Nick supone una experiencia diferente para todos los que crecimos en la etapa que Melissa y Sean sellaron a fuego sus roles más icónicos en la memoria del mundo. Porque nos remontan al pasado de manera instantánea con algo tan poderoso como es la nostalgia.
En resumen, existen situaciones donde la herramienta más entrañable del pasado nos hace revivir experiencias cinematográficas con un entusiasmo diferente, como podría ser el caso de Top Gun: Maverick, donde Tom Cruise parece haber encontrado la poción de la eterna juventud. Pero el caso de Melissa Joan Hart y Sean Astin es diferente, porque ambos se quedaron anclados en el recuerdo colectivo a través de personajes asociados con la juventud. La de ellos y la nuestra. En consecuencia, verlos de repente interpretando a padres de hijos adolescentes se traduce en un sacudón emocional sin aviso, que nos recuerda en cuestión de segundos que el tiempo pasa para todo el mundo. Que ahora somos nosotros los padres, padrastros o tíos. Los que sentimos que el paso del tiempo es real, fugaz e inevitable. Y solo con verlos juntos en una pantalla. Es la magia, a veces incontrolable e impredecible, de la nostalgia.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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