Cuando Steve McQueen se adelantó a Tom Cruise llevando al límite un clásico del cine
Hay pocas estrellas del cine de acción comparables a Tom Cruise. Ya no solo porque arrastre al público en masa a disfrutar de sus peripecias en la gran pantalla, como bien ha demostrado con el fenómeno de Top Gun: Maverick, también es de los escasos actores que son capaces de imponerse al férreo control de los estudios de Hollywood para llevar sus escenas a límites nunca vistos por muy caro o impensable que sea.
No hay más que ver su labor en Misión Imposible, donde, con la intención de lucirse en pantalla y demostrar que no hay nadie a su nivel, le hemos visto escalar rascacielos, despegar en avión desde la parte exterior, aguantar la respiración bajo el agua en tiempos extremos o saltar con la moto a un precipicio. Y lo mismo fuera de cámara, como bien demostró en el pasado Festival de Cannes pidiendo el despliegue de aviones sobrevolando su llegada a la alfombra roja.
No obstante, Cruise no ha sido precursor de esta construcción tan extrema de su estrellato imponiendo su lucimiento y peripecias por encima de todo lo demás. Y no hay más que remitirnos a lo que Steve McQueen hizo en un clásico del cine de los años 60 como El gran escape, la cinta dirigida por John Sturges en 1963 que también contó con intérpretes como James Garner, Charles Bronson o Richard Attenborough.
Si recordamos, en aquella aventura disfrutamos de la huida de un grupo de oficiales ingleses y norteamericanos de un campo de concentración nazi en la Segunda Guerra Mundial. Esto incluía secuencias adrenalínicas como, por ejemplo, la persecución en moto del personaje de McQueen, el capitán Virgil Hilts. Sin duda, estos momentos son algunos de los instantes cúlmenes de El gran escape, y, al igual que ocurre en Misión Imposible con las escenas extremas de Cruise, fueron, en mayor medida, exigencias del propio actor para protagonizar la película.
Así lo contó el actor Tom Adams, que interpretó al general alemán Dai Nimmo, en una entrevista con el medio de vehículos clásicos Hagerty (a través de Express) donde detalló lo mucho que McQueen llevó al límite el rodaje por su pasión por la adrenalina y la velocidad. Acorde a sus palabras, “estaba loco como un sombrerero”, pasando la mayor parte del rodaje conduciendo y probando vehículos y siendo muy exigente con los que habría que utilizar en escenas. De hecho, en plena grabación, llegó a rechazar hasta “seis o siete autos” mientras realizaba acrobacias.
Adams detalla que McQueen no era el único actor que corría riesgos y jugaba con el equipo de motor de El gran escape, pero sí el que más lo llevaba al límite. De hecho, se aseguró de que esto fuera así y que el público se percatara de ello cuando viera la película. En este sentido, pidió cambios en el guion que sacaran a relucir sus habilidades al volante, como bien fue el caso de la mítica persecución en moto. Pero no solo eso, puesto que trató por todos los medios que su compañero de reparto James Garner, también aficionado de la velocidad y todo un as en la conducción como nos demostró unos pocos años después en la película Gran Prix, no le robaba ni un ápice de protagonismo. Y para hacerlo, exigió a la producción que el vestuario de Garner no fuera tan atractivo como el suyo.
Pero esto no fue lo más impactante de la influencia de Steve McQueen en este clásico del cine, puesto que, ante el rush de adrenalina que le aportaba la libertad que le dejaron, llegó hasta a meterse en líos legales. En su tiempo libre, corría por los alrededores sin importarle las limitaciones de velocidad, por lo que en un control de radar terminó siendo detenido y, además, pasando un ligero tiempo entre rejas. Todo un contratiempo para la producción. Aunque eso sí, los agentes de la ley quedaban asombrados con él y sus peripecias.
“Steve era el tipo, reflejando casi a su personaje de la película, que corría más riesgos y tenía a la policía de tránsito asombrada”, continuaba contando su compañero de reparto. “Cuando se detenía, decían: 'Herr McQueen, buenos días, estamos encantados de que una vez más haya ganado el premio especial' y lo llevaban a la cárcel”. Desde luego, una libertad y una forma de actuar y lucirse que hoy en día deja lo de Tom Cruise en pañales, aunque está claro que eran otros tiempos y que el actor y productor de Top Gun consigue moverse con más clase y sin desatar ni enemistades ni líos legales.
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