La 'traición' de la serie de Luis Miguel a quienes esperaban descubrir la realidad de su vida
En 'Suave', el tercer capítulo de la segunda temporada de esa telenovela de lujo —porque llamarla bioserie es falaz, dado el número desproporcionado de personajes y situaciones "ficcionalizados" que presenta — que es 'Luis Miguel: La serie', nuevamente se hace patente que no hay un conflicto interesante ni hay un desarrollo de personajes y ni siquiera hay un afán por acercarse a la realidad del artista (algo que sí tenía la primera temporada), sino que es más fácil apoyarse en la especulación, las medias verdades y las "licencias artísticas" para tratar de contar una trama que no consigue avanzar en ninguna dirección.
(Alertamos que este artículo contiene 'spoilers')
Como se vio en los dos capítulos anteriores, la serie oscila entre dos periodos de tiempo: los 90 (aproximadamente 1993, casi un año después de la muerte de Luisito Rey, al que como gran antagonista se extraña) y 2005, con huecos que se van llenando mediante flashbacks, aunque las tramas paralelas nunca llegan a tocarse, y el desarrollo es muy pobre. Esto obedece a un guion carente de conflicto central, con parlamentos muy banales (algo que ya era un problema desde el principio) y una carencia de ritmo y de autenticidad.
Presuntamente, este capítulo gira en torno al encuentro y relación de Luis Miguel con su primogénita, Michelle, corriendo en paralelo con su intento de criar a su hermano Sergio, toda vez asentado el hecho de que Luis Miguel da por muerta a su madre, Marcela, a manos de Luis Rey, considerando que la situación es demasiado horrible para aceptarla y mejor no volver a hablar del asunto, mientras se hunde —algo que se muestra con escasa sutileza, pero es de esperarse, de quienes escriben esta serie — en la espiral del alcoholismo (lo cual también entra en el terreno de la especulación, ya que nunca lo ha reconocido Luis Miguel antes).
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De este modo, Luis Miguel presuntamente busca en 2005 a su examante 'Sofi' (Pilar Santacruz, caracterizada para asemejarse a Stephanie Salas, que debe estar bastante molesta por seguir siendo mostrada de esta forma en la serie, algo acerca de lo que se quejó en su momento) para pedirle un reencuentro con la hija de ambos y ella, colérica, le recuerda que lleva 11 años de no hacerse cargo de su hija. ¿Qué tanta verdad hay en esto?
Si acudimos a la fuente, que es la propia Stephanie hablando con la revista ¡Hola!, no hay verdad en las escenas mostradas. Para empezar, la serie hace alusión dos veces a que Michelle (Macarena Achaga) se encuentra por fin con su padre cuando tiene 18 años. En 2005, Michelle Salas tenía 16. Y las alusiones a que había una relación a los 6 o 7 años entre el cantante y su hija, son completamente imaginarias: Luis Miguel no se hizo cargo de su hija desde los 3 años de edad, cuando abruptamente se apartó de madre e hija, por un largo periodo.
En su aparición, Achaga —que ofrece una interpretación plana e indiferente —se une a Boneta en una serie de escenas forzadas, sin química, sin emoción que pretenden, en un par de minutos, establecer el arco de una relación que está destinada al naufragio, sin que los lazos de sangre puedan evitarlo. Todo es lugar común y cliché, recreando el chisme (porque no fue más que eso) acerca de que Luis Miguel prefirió comprarle una casa a su hija antes de vivir con ella.
Esto no tiene sustento en la realidad, y si bien se dio un acercamiento entre Luis Miguel y su hija, fue a instancias de Aracely Arámbula, cuando la chica vivió un tiempo con ellos en los Estados Unidos, lo cual quiere decir que lo que usted vio en este capítulo, es meramente una fantasía.
En la línea temporal anterior, vemos cómo Luis Miguel tiene una aventura sexual con "Paola" (una versión composite de Patricia Manterola y Pilar Montenegro) bebe más y más después de la muerte de su padre y dar por muerta a Marcela, además de desarrollar una obsesiva envidia de un cantante más joven y con un éxito equiparable "Cristian Valdés", que no es otra cosa que una versión pedestre y deliberadamente mal disfrazada de Cristian Castro, que en 1992 había colocado a tope de las listas de popularidad con su tema "No podrás", que compuso y produjo el tijuanense Kiko Cibrián, guitarrista de Luis Miguel.
Si bien no existen pruebas de que Luis Miguel estuviera obsesionado con la carrera del primogénito de Verónica Castro, es cierto que Cibrián fue requerido por el cantante para sustituir a Juan Carlos Calderón como su productor en el álbum 'Aries' -aparecido en 1993- y que este escribió el éxito 'Suave' para el Sol de México. Lo de que Luis Miguel hizo una rabieta y le impidió tocar con él en Viña del Mar, no está comprobado, y pertenece, como casi todo en este capítulo, al terreno de la conjetura.
El otro elemento "crucial", el presunto accidente sufrido por Alejandro Gallego Basteri (aquí representado con irritante ineptitud por el 'influencer' Juanpa Zurita), es una anécdota que ha flotado alrededor de Luis Miguel por muchos años, y ostensiblemente es el punto de inflexión para separar a los hermanos, debido a la creciente arrogancia controladora del mayor, y la inseguridad e idiotez (¿involuntaria?) del segundo.
Esa consecuencia es completamente falaz: Luis Miguel y Alejandro, si bien han tenido episodios de distanciamiento, a principios de la década de 1990 eran muy apegados —más aún después de la muerte de su padre— y lo cierto es que Luis Miguel se aseguró de que su hermano tuviera la educación que él no pudo tener. Que los escritores, por razones de melodrama, hayan decidido tomar otro sendero y recurrir a una aguada confrontación sin conflicto real y sin ningún impacto emotivo, es injustificable.
En suma, la desesperación de los guionistas y director comienza a asomarse: este es el tercer capítulo y no hay un personaje que interese, un conflicto auténtico, algo que haga avanzar la trama en alguna dirección concreta. Faltan cinco episodios más y sin ningún viso de avance, mientras la cada vez más predecible actuación de Diego Boneta como un personaje harto y aburrido, solo acabará por contagiar al espectador que tal vez no tenga mucha paciencia con esta historia que de genuina cada vez tiene menos.
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