Una guionista de ‘Friends’ nos pincha el globo de la nostalgia
Parece mentira, pero hace casi 20 años que vivimos el final de Friends. Una realidad que bien podría ser el reflejo vivo de la nostalgia como bofetada simbólica del paso del tiempo. La exitosa sitcom terminó su periplo televisivo en mayo de 2004 con una décima temporada que puso punto final a la historia, pero no a la conexión que mantiene con el público. Porque esa relación sigue intacta a través de HBO Max (o Netflix en algunos países), arropada por el impacto generacional que selló el buen humor, las risas compartidas y la química entre sus protagonistas. A estas alturas podríamos decir que Rachel, Mónica, Phoebe, Joey, Chandler y Ross son esos amigos incondicionales que siempre están dispuestos a entretenernos y evadirnos por un rato. Todavía y aunque nos sepamos los capítulos de memoria.
Sin embargo, según una guionista que pasó por la serie, las cosas no fueron tan ideales como podríamos pensar entre bromas y bloopers divertidos que circulan en redes sociales. O como nos mostraron en el exitoso reencuentro de HBO estrenado en 2021 donde las seis estrellas compartieron anécdotas con la guinda perfecta de la nostalgia.
Patty Lin venía de trabajar en Jóvenes y rebeldes (Freaks and Geeks) cuando le ofrecieron sumarse al equipo de guionistas de Friends en la sexta temporada. Si bien no era escritora de bromas, sino que era experta en el desarrollo de historias y personajes, sabía que era una oportunidad única. “Escribir para Friends después de sólo dos años de experiencia parecía equivalente a ir directamente a los Juegos Olímpicos después de aprender a patinar”, explica en su nuevo libro (a través de un extracto publicado por Time). Sin embargo, la “novedad” de trabajar de cerca con sus estrellas principales, cuando eran la créme de la créme de Hollywood en aquel momento, “desapareció rápidamente”.
Básicamente porque notó que “los actores parecían infelices de estar encadenados a un viejo y cansado espectáculo cuando podrían estar diversificándose”.
En el extracto de End Credits: How I Broke Up with Hollywood, la escritora asiática añade: “Sentía que se preguntaban constantemente cómo les serviría específicamente cada guion”. Es decir, como si cada uno tuviera su propia agenda a la hora de destacar con sus personajes. Sin embargo, Patty Lin da más contexto a su explicación, revelando las supuestas exigencias que imponían sus actores con actitudes aparentemente de diva.
Afirma que el elenco les hacía saber "a gritos" si no eran fanáticos de una línea de diálogo, afirmando que "rara vez tenían algo positivo que decir, y cuando planteaban problemas, no sugerían soluciones factibles".
“Todos sabían cómo provocar risas, pero si no les gustaba un chiste, parecían hundirlo deliberadamente, sabiendo que lo reescribiríamos. Se descartaban docenas de buenos chistes sólo porque uno de ellos había murmurado la frase con la boca llena de tocino”.
“Al verse a sí mismos como guardianes de sus personajes, a menudo argumentaban que nunca harían ni dirían tal o cual cosa. Eso era útil en ocasiones, pero, en general, esas sesiones tenían una cualidad espantosa y agresiva que carecía de toda la ligereza que esperarías de la realización de una comedia de situación”. Esta situación derivaba en largas jornadas de trabajo “reescribiendo sin cesar cosas que fueron divertidas la primera vez”.
Es decir, según el recuero de Patty Lin, algunas de esas bromas que todavía nos causan gracia (a excepción de aquellas que envejecieron bastante mal) y momentos divertidos de sus protagonistas, habrían tenido orígenes que nada tienen que ver con el buen humor o el compañerismo general. Sino que, según la escritora, se habría sentido el agotamiento narrativo en el ambiente tras seis años en el aire, con estrellas que comenzaban a exigir o imponer su visión narrativa sobre los guionistas (o expertos en bromas).
En cierto sentido, esta revelación encaja con los eventos que ocurrieron a continuación. Porque después de haber renegociado sus salarios con Warner Bros., repartiendo el presupuesto de manera que los seis cobraran lo mismo, al final de la sexta temporada volvieron a negociar. Fue entonces cuando lograron hacer historia pasando de cobrar $125.000 por cada episodio de la sexta temporada a $750.000 cada uno para la séptima y octava, subiéndolos a $1 millón por capitulo en la novena y décima (Parade). Además, fue en esa época también que lograron negociar las regalías que, por ejemplo, los llevó a ganar $20 millones cada uno en 2015 según USA Today. Con estos salarios no solo demostraron su poder en el negocio, sino que se encumbraron como estrellas de Hollywood de la época.
Evidentemente podemos comprender que Jennifer Aniston, Courteney Cox, Lisa Kudrow, Matt LeBlanc, Matthew Perry y David Schwimmer tuvieran sus exigencias. Se habían convertido en sinónimo de éxito televisivo y sus carreras podían verse seriamente afectadas, para bien o para mal, si sus personajes no conectaban con el público. A su vez, también podemos comprender si hubiera habido algo de frustración profesional dado que la serie les quitaría mucho tiempo de sus agendas, limitándolos en el caso de surgir otras oportunidades.
No obstante, lo que me pincha el globo es la aparente actitud de diva de supuestamente “hundir” bromas a propósito para conseguir cambios, o las supuestas reacciones “a gritos” si no estaban de acuerdo. ¿No había otra manera de exponer el descontento? No sé ustedes, pero personalmente no me causaría gracia que me pidieran cambiar cosas de mi trabajo de esa manera. Y así, en cierto sentido, Parry Lin nos descubre un panorama completamente opuesto al recuerdo divertido, ligero y gracioso que tenemos de Friends y sus protagonistas.
Es cierto que, tal vez, esta habría sido la experiencia de Patty Lin mientras que los actores podrían haberlo vivido de otra manera. Sin embargo, hasta que ellos se pronuncien o cuenten sus experencias en torno a los guiones, es la versión que nos deja la escritora.
A su vez, Patty Lin no solo nos pincha el globo en torno a la buena vibra que engloba el recuerdo de la serie, sino que incluso revela los pormenores que le quitan gracia a esos episodios grabados con público real. La escritora cuenta en su libro que la serie se grababa los viernes por la noche. Que al principio todo era muy divertido, pero terminaba “sintiéndose como las noches más largas de tu vida”. “A las 5 pm. la multitud estaba animada y enérgica, pero después de seis horas de estar sentados en el mismo lugar, viendo las mismas escenas una y otra vez, estaban hambrientos, cansados y ya no se reían”. ¿Nos está queriendo decir que las risas que escuchamos a veces a lo largo de cada episodio eran forzadas? Ahí queda la duda.
Después de un año en la serie, la cadena no la convocó para la séptima temporada porque, según su agente, “necesitaban a un escritor de chistes el próximo año”. Y ella se sintió “aliviada”. Durante todo ese tiempo, Lin cuenta que sufría de “síndrome del impostor” al no ser escritora de bromas. Aunque, más tarde, descubrió que podía estar relacionado con el hecho de sentirse “sola” al ser “la única escritora asiática en muchas reuniones”.
Lin cuenta que su exjefe, el director Judd Apatow, le había advertido que Friends era una “máquina bien engrasada”, que no iba a aprender mucho con la experiencia. Y la guionista afirma que tenía razón. “No aprendí mucho, excepto que nunca quise trabajar en una sitcom de nuevo”. Y aunque trabajó en otras series de éxito como Esposas desesperadas o Breaking Bad hasta retirarse de la profesión a los 38 años, reconoce que Friends sigue siendo su trabajo más reconocido.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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