Vicente Fernández llega a los 81 años como un ídolo que se hunde en la vergüenza de negar sus pecados

Vicente Fernández. (Photo by Ulises RUIZ / AFP) (Photo by ULISES RUIZ/AFP via Getty Images)
Vicente Fernández. (Photo by Ulises RUIZ / AFP) (Photo by ULISES RUIZ/AFP via Getty Images)

Vicente Fernández cumple 81 años como el más grande ídolo (actualmente) de la música vernácula. Haciendo caravana con una estrofa de la famosa canción escrita por José Alfredo Jiménez, "sigue siendo el rey", y qué duda cabe. Después de las muertes de Jorge Negrete, Pedro Infante, Antonio Aguilar, Luis "El gallo giro" Aguilar o Miguel Aceves Mejía, es el último que queda de la gran tradición de cantantes rancheros y no hay quien alcance sus niveles de carisma, ni siquiera su hijo Alejandro.

El Charro de Huentitán es una gran figura, pero es un ídolo con pies de barro, que tiene un lado oscuro que ha ido saliendo a la luz sobre todo en tiempos recientes, y entre más queda en evidencia, más buscan sus allegados (amistades, familia y los medios mexicanos) meterlo todo bajo el tapete, como suciedad que se busca ocultar, como si quisieran tapar el sol con un dedo. No acepta que es lo que se conoce como un depredador sexual, que lo ha sido por muchos años, al que la protección que se le está dando únicamente lo perjudica.

Es del dominio público lo que ha venido ocurriendo -una foto 'inocente' mostraba a Fernández poniendo su mano en el seno de una jovencita y esto estalló - y cómo las víctimas han sido puestas en tela de juicio, empezando por Cuca, la esposa de Fernández y madre de sus cuatro hijos, que por décadas ha dispensado públicamente las conocidas infidelidades de su marido, pese a la humillación pública que ha representado... para ella.

Esto fue seguido por lo que aconteció cuando Mara Patricia Castañeda, exnuera del cantante (fue esposa por varios años de Vicente Fernández Jr.) viajó al rancho los Tres Potrillos, para entrevistarlo -algo que resulta cuestionable en cuestión de ética periodística, dada la cercanía entre ellos - y le dio ocasión de ofrecer una 'disculpa' poco sincera, mientras que también se cuestionaba el motivo de la denuncia, nuevamente culpabilizando a la víctima.

Después vino el caso de Lupita Castro, una cantante de bajo perfil que desde meses atrás en sus redes había mencionado que su experiencia con Fernández había sido "mucho más que acoso" y sucedió lo mismo: la mujer fue sometida a un escrutinio por parte de los defensores de Fernández, mientras que la mayor parte de los medios de comunicación que retomaron la nota la minimizaron.

Castro, tras ser puesta en la línea de fuego, finalmente explicó que iba a desistir de una denuncia oficial, porque el estatuto de hechos ya había prescrito según la ley, y la publicidad negativa y la revictimización de la que estaba siendo objeto por parte de fans e incluso celebridades, como Niurka Marcos herself, que con su afán de opinar absolutamente acerca de todo con su estilo directo y desparpajado de siempre, salió en defensa de Fernández diciendo que "[acusarlo]...40 años después creo que es una burla y una falta de respeto” (alguien debería decirle a la diva cubana que no es forzoso opinar acerca de todo por muy famosa que sea, y que en este caso, quedó como estúpida y poco empática; no es como si a ella nunca se le hubiera cuestionado nada y que hable así de otra mujer es despreciable).

El colmo de la falta de empatía llegó cuando el mismo Fernández se clamó a sí mismo como "víctima" de acoso, porque "muchas mujeres" en conciertos, palenques y presentaciones, le habían hecho tocamientos, e hizo alusión a la hoy fallecida María de Jesús 'Chuy' Chavarín, una mujer que fuera su jefa en 1962, que buscó tener relaciones sexuales con él usando su posición de poder (aunque Fernández fue ambiguo al respecto y no explicó si esto tuvo lugar más allá de la proposición indecorosa).

Esto fue suficiente para que se le tundiera en redes por su irresponsabilidad y narcisismo, su afán de hacerse parecer inocente y alegando que por su edad "no se acuerda" de nada. Fernández, a estas alturas, será protegido por quienes lo rodean, porque no solo es una persona: es una industria, y tiene todas las excusas a su favor: el machismo prevalente en la cultura de México, la suspicacia de otras mujeres, la imagen de la fama, la provecta edad.

Pero encubrirlo no sirve de nada.

Vicente Fernández y su esposa cuando develaron su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. (Photo credit should read HECTOR MATA/AFP via Getty Images)
Vicente Fernández y su esposa cuando develaron su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. (Photo credit should read HECTOR MATA/AFP via Getty Images)

No deja de ser un gran cantante, pero mientras se le siga justificando y protegiendo por el daño que ha hecho habrá otros que sigan su ejemplo pensando en la impunidad de su género y su estatus. Vicente Fernández canta precioso y derrocha carisma. Pero también ha tenido conductas aberrantes y quienes han sobrevivido a esto a manos suyas, merecen justicia.

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