"Ya no estoy aquí": la película por la que casi nadie apostaba y se convirtió en un éxito rotundo para Netflix... y para México

Desde su estreno en mayo de 2020, en plena pandemia, a través de Netflix, ‘Ya no estoy aquí’, del director mexicano Luis Fernando Frías de la Parra, ha ido generando un prestigio sorprendente – y merecido. Ya le precedía el aplauso de la crítica en festivales internacionales como los de Morelia y El Cairo, y fue creciendo, hasta arrasar en septiembre con todas sus nominaciones a los premios Ariel de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Ciencias Cinematográficas, equivalente al Oscar en México, y ahora se ha colocado entre las finalistas al Oscar como mejor película de lengua extranjera.

Partiendo de una propuesta completamente anti-comercial, pero arraigada en la realidad, la película (que no es un documental, si bien por momentos pareciera que está rodada como tal) narra la historia de Ulises (el impresionante debut de Juan Daniel García Treviño), un joven de 17 años que está completamente inmerso en la subcultura “Kolombiana” en Monterrey (la segunda metrópoli con mayor densidad de población en México, situada en el estado norteño de Nuevo León). Dicho movimiento urbano se distingue principalmente por dos elementos: su vestimenta, que es tan característica como la de los cholos de Los Ángeles, y por su música, cumbias colombianas así como los clásicos vallenatos.

Pero hay otro factor que entra en la descripción de los “cholombianos” y es que esta subcultura, que alcanzó su cúspide en la década del 2000, floreció en las zonas marginadas de Monterrey, que es una urbe de muchos contrastes. Los “Kolombia” pertenecen a un sector empobrecido de la población, condición social que les valió ser estigmatizados y rechazados, incluso el prejuicio de dar por hecho que se trata de delincuentes, aún cuando están lejos de serlo.

Apasionado por la música y la contracultura, Frías de la Parra tuvo que tocar muchas puertas, ya que la película no contaba con un tema que fuera exactamente atractivo para los productores de cine comercial: les intrigaba la noción de la subcultura, y lo que tenía que decir sobre esta, pero les causaba resquemor el trasfondo de violencia y pobreza y la tragedia que conllevan, sobre todo porque consideraban que esto ya había sido mostrado antes en otras películas como ‘Batalla en el cielo’, ‘Heli’, ‘Los bastardos’ o ‘Miss Bala’.

Frías no se dio por vencido y obtuvo subvenciones estatales y privadas, para poder crear su película, ya que, según dijo a la agencia Notimex, era reflejar esta subcultura joven, vista de una manera libre de prejuicios o nociones preconcebidas: “Sobretodo, entramos por el mundo de la cumbia rebajada y qué había detrás de ella, y la historia, el tema de las pandillas y la desigualdad social, la falta de oportunidades [...] y cuando la empecé a investigar vi como esta contracultura desaparecía por la violencia que se vivía en esa época en Monterrey”.

El director mexicano Fernando Frías de la Parra, centro, posa con el elenco de su película "Ya no estoy aqui" (“I’m Not Longer Here”) durante una conferencia de prensa en el Festival Internacional de Cine de Morelia en Morelia, México, el lunes 21 de octubre de 2019. De izquierda a derecha los actores Jonathan Espinoza, Juan Daniel Garcia, Pekesillo, Luis Leonardo Zapata, y Brandon Alday. México anunció a “Ya no estoy aquí” como su película elegida para buscar una nominación al Oscar a mejor película internacional el 16 de noviembre de 2020. (Foto AP/Berenice Bautista, archivo)

Fue jugarse un todo por el todo y encarar el destino incierto de muchas películas que tienen una visión de antropología social o buscan marcar una diferencia con otros cines que tocan estos temas de manera superficial: hay filmes que quedan condenados al olvido en un ciclo de festivales o que no consiguen exhibición comercial. Fue una fortuna que Netflix apostara finalmente por ellos y encontró en ‘Ya no estoy aquí’ una aceptable mina de oro: no solo ha sido uno de los productos más vistos en la plataforma a nivel internacional, también se convirtió en el proyecto de prestigio que necesitaban para poder seguir la brecha abierta por ‘Roma’, ‘El irlandés’ y ‘Marriage Story’ – una película que lo mismo le habla a un público refinado intelectualmente, que a aquellos que le dieron origen y la entienden; una manifestación artística para eliminar la barrera de clases… o casi.

Y digo casi, porque la cinta, pese a su impecable recepción crítica y sus numerosos premios y reconocimientos, también ha despertado ciertas reacciones adversas que toman relevancia en el escenario actual del debate sobre el racismo y clasismo, exacerbados a nivel mundial por discursos nacionalistas en esferas políticas y redes sociales, que han jugado parte importante en la controversia.

En redes como Twitter y Facebook hubo numerosas manifestaciones de protesta por parte de una mayoría regiomontana perteneciente a una clase privilegiada, que se apresuraron a señalar que “no representaba en absoluto a Monterrey”, y mostraron de manera textual su descontento generalizado de que la ciudad, una de las más prósperas de la república fuera proyectada al mundo -a través de la plataforma de streaming- de esa manera.

En esta fotografía de archivo del 24 de octubre de 2019 Fernando Frías de la Parra posa con su premio a mejor película por "Ya no estoy aquí" en el Festival Internacional de Cine de Morelia en Morelia, México. Frías de la Parra se llevó el Ariel a mejor director por “Ya no estoy aquí” en una ceremonia virtual el 27 de septiembre de 2020. (Foto AP/Berenice Bautista archivo)

Frías de la Parra señaló en réplica a esto: “Yo nunca asumí la tarea ni dije a nadie que pretendía representar a Monterrey [...] Esta es simplemente la historia de un chico, una historia de interés humano que justamente trata acerca de los prejuicios. Lo que importa son las emociones, la empatía que se pueda tener con el otro, con alguien que es diferente, y me parece alarmante que ciudadanos de Monterrey estén diciendo esta clase de cosas, sobre todo sin haber visto la película antes de emitir estas opiniones”. Y agregó: “Hay una frase coloquial en México que dice ‘lo que te choca te checa’, es decir, nos indignan muchas veces aquellas cosas que tocan fibras sensibles en nuestra percepción de nosotros mismos, en nuestra percepción y nos ha hecho padecer esa suerte de autorracismo".

Por su parte, Juan Daniel señaló: “Está muy bien hablar y romper los prejuicios; la cultura ‘Kolombia’ tiene un gran grado de espontaneidad, en el sentido de cómo surge y a qué te responde [...] La idea es abrir el diálogo y aprender a no juzgar a nadie por su aspecto y su entorno”.

Además de explorar este aspecto de la cultura fusionada en la urbe, la cinta de Frías es también una mirada franca y a veces dolorosa a la adolescencia como se vive en mundos extremamente marginados y violentos donde el arte (la música y la moda, en este caso) es el único salvavidas que mantiene a estos chicos a flote; y como otras cintas que muestran grupos marginados (‘Ciudad de Dios’ de Fernando Meirelles, por ejemplo), ‘Ya no estoy aquí’ logra enfocarse en las principales virtudes de estos jóvenes para mostrar la inmensa humanidad que poseen a pesar de sus terribles circunstancias aunque sin pretender engañarnos: el entorno terminará ahogándolos; ley de vida en lugares así.

Juan Daniel García, de soldador a actor

Otro elemento muy importante en el éxito de la película de Frías de la Parra es su personaje central, Ulises, miembro de la pandilla Los Terkos, que debe huir a EEUU tras presenciar una masacre. Frías eligió a Juan Daniel García Treviño, también apodado "Derek", quien era soldador en un taller y tocaba música en espacios de prevención juvenil – una iniciativa gubernamental para apartar a los adolescentes de la droga y la violencia mediante expresiones artísticas-, tras descubrirlo mediante un scouting. Lo que el director quería era alguien que no necesariamente actuara, sino que diera esencia al personaje.

Juan Daniel al principio se sintió ambivalente al respecto, tal como lo comentó a la revista The Wrap: "Para ser honesto, no estaba seguro de querer ser parte de esto al principio", dijo. “Trabajaba como músico, también trabajaba como soldador y me iba bien. No sabía si podía perder un día de trabajo para ir a conocer a estos tipos, o si incluso de veras querían trabajar conmigo".

@Netflix
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Como parte importante de la película se filmó en Nueva York, era vital poder conseguir que García Treviño pudiera tener sus papeles en orden, y ahí Frías y sus productores tuvieron que luchar mucho: “[Juan Daniel] fue muy discriminado por el departamento de estado estadounidense”, señaló Frías. “Nosotros obtuvimos las transcripciones de las entrevistas en el consulado y estaban tratando de hacerlo fracasar. Para entonces habíamos ganado muchas subvenciones y teníamos cartas de personas importantes en México y en el Congreso, y finalmente, la cuarta vez que aplicó para su visa, lo consiguió”.

Para Juan Daniel, sin embargo, los desafíos de interpretar a un bailarín no solo fueron emocionales, sino también físicos, incluyendo viejas lesiones en sus piernas que comenzaron a dolerle al filmar las tomas de baile, y aunque hubo un punto en el que ya no podía, el joven venció su ambivalencia y lo dio todo para su director.

Es por esa espontaneidad y pasión que Juan Daniel ha recibido mucha atención de los medios, siendo en algunos casos incluso comparado con el impacto generado en 2019 por Yalitza Aparicio con ‘Roma’. Y es verdad que hay puntos en común: ninguno había actuado profesionalmente antes, y sin que esto obste, brindan un trabajo emocionalmente desgarrador, de conexión rápida y entrañable con los espectadores.

También ambos han roto estereotipos al ser fotografiados por importantes revistas de moda y mostrar su belleza natural sin ceñirse a los moldes y exigencias habituales. Acaso la diferencia que hay entre ambos es que García Treviño tiene intenciones de seguir explorando el cine, mientras que Aparicio ha decidido decantarse por ser activista social e imagen.

El triunfo de una película hecha con esfuerzo, que desafía las convenciones y que se atreve a confrontar a una sociedad cerrada – en este caso la regiomontana, amparada en prejuicios que permiten por su solvencia económica y cercanía a la frontera con EEUU – con su mezquindad y sus nociones preconcebidas, siempre es algo digno de celebrar. Más aún si se hizo sin un presupuesto elevado, pero mucha visión y deseo de narrar. ‘Ya no estoy aquí’ lo mismo entretiene, ilustra y desgarra, y si logra la candidatura al Oscar, significa un triunfo más en su carrera por mostrar un aspecto de México que se desconocía y ahora ha adquirido mucha relevancia, todo gracias a ella.

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