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Amanda Bynes y la caída de una estrella infantil que parecía tenerlo todo

LOS ÁNGELES, CA - 5 DE JUNIO: La actriz Amanda Bynes llega a los MTV Movie Awards 2011 en el Anfiteatro Gibson de Universal Studios el 5 de junio de 2011 en Universal City, California. (Foto de Jason Merritt/Getty Images)
LOS ÁNGELES, CA - 5 DE JUNIO: La actriz Amanda Bynes llega a los MTV Movie Awards 2011 en el Anfiteatro Gibson de Universal Studios el 5 de junio de 2011 en Universal City, California. (Foto de Jason Merritt/Getty Images)

Amanda Bynes es noticia de nuevo. La ex estrella Disney que durante varios años tocó la cima de Hollywood como una de las promesas más destacadas de la comedia, ha sido internada en un ala psiquiátrica después de sufrir un episodio psicótico por las calles de Los Angeles. Según informan medios como TMZ, la joven de 36 años habría sido encontrada deambulando, sola y semidesnuda, llamando ella misma a los servicios de emergencia en busca de ayuda. Sin dudas, una triste noticia que nos recuerda la lucha personal de una ex estrella infantil que, durante un tiempo, parecía tenerlo todo.

Bynes, que comenzó en la industria del entretenimiento con tan solo 7 años, fue una de las estrellas infantiles más cotizadas de su generación, logrando hacer una transición exitosa al mundo del cine protagonizando sus propias comedias románticas, como Lo que una chica quiere (2003) o Una chica en apuros (2006). Desde el escaparate de los brillos, las portadas de revista y las alfombras rojas, podía parecernos que tenía Hollywood a sus pies con una carrera prometedora, un don natural para la comedia y talento de sobra. Sin embargo, si bien Amanda Bynes era un torbellino de simpatía y comicidad en la gran pantalla, de repente, todo se desmoronó de la noche a la mañana. El consumo de sustancias y su delicada salud mental fueron los alicientes de una de las caídas más sonadas de Hollywood.

Nacida el 3 de abril de 1986 en California, Amanda Bynes comenzó a actuar profesionalmente cuando era una niña, apareciendo en obras teatrales y comerciales hasta que fue “descubierta” por un productor de Nickelodeon en un campamento de comedia infantil. A los 10 ya formaba parte de la serie de sketches cómicos del canal, Todo eso (All That, 1996-2000), y a los 13 protagonizaba su propia serie: The Amanda Show (1999-2002). Su talento resaltó enseguida, logrando un nivel tan importante de popularidad que el cine no tardó en tocar a su puerta, convirtiéndose en una figura habitual en revistas para el público adolescente y en alfombras rojas. Probablemente algunos lo hayan olvidado pero Amanda Bynes fue portada de Vanity Fair en 2003 y elegida como una de las 25 estrellas más candentes menores de 25 por Teen People.

Michelle Pfeiffer, Amanda Bynes y Brad Pitt durante la 16ª entrega anual de los Kids' Choice Awards 2003 de Nickelodeon - Backstage en Barker Hangar en Santa Mónica, CA, Estados Unidos. (Foto de Jeff Kravitz/FilmMagic)
Michelle Pfeiffer, Amanda Bynes y Brad Pitt durante la 16ª entrega anual de los Kids' Choice Awards 2003 de Nickelodeon - Backstage en Barker Hangar en Santa Mónica, CA, Estados Unidos. (Foto de Jeff Kravitz/FilmMagic)

Lo que una chica quiere (2003) o Una chica en apuros (2006) –con un joven Channing Tatum como interés romántico– hicieron que el público más adulto descubriera su gracia natural y esa presencia simpática llena de energía que transmitía a través de la pantalla. Siguió con Una novata en un cuento de hadas (2007), Hairspray: Suéltate el pelo (2007) y su papel secundario en Rumores y mentiras (2010). Los que seguíamos su carrera durante la primera década del nuevo siglo fuimos testigos del nacimiento de una estrella. Pero la fama y los brillos de Hollywood eran una fachada para la realidad que vivía lejos de la mirada del mundo.

En 2006 reveló que había sufrido una “profunda depresión durante 4-6 meses” porque no le había gustado verse vestida de hombre en Una chica en apuros, según confesó a la revista People. Más tarde, al ver su actuación en Rumores y mentiras, sintió una desconexión entre la reacción del público y la suya. "Literalmente no podía soportar mi apariencia en esa película y no me gustó mi actuación", admitió a Paper. "Estaba absolutamente convencida de que necesitaba dejar de actuar después de verla".

Y así lo hizo. Dejó de actuar de la noche a la mañana cuando abandonó el rodaje de Hall Pass porque no podía concentrarse o memorizar sus frases. Según contó a la revista mencionada, masticaba “las pastillas de Adderall porque pensaban que me ponían [más]", dando a conocer su problema con el consumo del fármaco estimulante. Y así, en julio de 2010 anunció su retirada a través de Twitter. "Ser actriz no es tan divertido como parece", escribió (vía EW). "Si ya no amo algo, dejo de hacerlo. Ya no me gusta actuar, así que dejé de hacerlo. Sé que 24 es una edad temprana para jubilarse, pero lo escuchaste aquí primero".

De repente, pasó de ser una niña prodigio con un futuro prometedor en la comedia a un personaje que se refugiaba en las redes sociales, criticando a otros famosos y volcando acusaciones preocupantes que dejaban entrever su delicado estado de salud. Una situación que quedó en evidencia tras ser arrestada por conducir alcoholizada y sentenciada con dos cargos menores de atropello y fuga. Más tarde fue internada en un ala psiquiátrica por supuestamente prender fuego a la entrada del garaje de un extraño. Y así, en 2013, sus padres pidieron la tutela legal.

En 2014 reveló que estaba en tratamiento con fármacos y terapia tras haber sido diagnosticada con desorden bipolar y el síndrome maníaco depresivo, mientras también preocupaba a sus seguidores al acusar a su padre de haber sido abusivo con ella durante su infancia, tanto física como verbalmente. Los padres negaron las acusaciones y ella más tarde contradecía sus palabras al escribir en Twitter: “Mi papá nunca me hizo esas cosas. El microchip en mi cerebro me hizo decirlas y él es quien les ordenó que me pusieran el microchip” (LA Times).

Tiempo después, en 2018, acusó a su prometido –un hombre llamado Paul Michael que conoció durante su estadía en un centro de rehabilitación– de vandalizar la casa de su madre y consumir pornografía. Lo hizo a través de Instagram, anunciando que su “comportamiento es alarmante” y que tenía “miedo” de lo que pudiera hacer. Pero volvió a retractarse más tarde y tras varias rupturas y reconciliaciones, anunciaron su compromiso en 2020.

Sin embargo, el tiempo pasó y a pesar de sorprender de vez en cuando con reapariciones mediáticas a través de fotografías que mostraban un evidente cambio de look con respecto a sus años en Hollywood, Amanda Bynes parecía haber logrado reconstruir su camino vital. En 2019 supimos que estaba estudiando moda en el Fashion Institute of Design & Mershandising y en marzo de 2022, después de nueve años de tutela y cuando había pasado todo ese tiempo desaparecida del ojo público, reapareció compartiendo las novedades de su vida a través de Instagram. El juez, sus padres y ella habían acordado poner fin al control legal sobre su vida. Ya podía vivir como un adulto más, siendo responsable de su salud y decisiones financieras a través de su fortuna estimada en $6 millones (Fuente: Celebrity Net Worth).

Era el inicio de otro capítulo en su vida. Uno que contaba con el apoyo de sus padres y que ella encaminó estudiando un curso de técnica de uñas. Desde entonces, aquellos que la seguimos en Instagram, fuimos testigos de su proceso de aprendizaje a través de fotos y vídeos que publicaba periódicamente sobre sus trabajos artísticos en las manos. Sin embargo, recientemente borró todas sus publicaciones.

Según publica TMZ, Bynes había cancelado su primera aparición pública el pasado sábado citando “una enfermedad desconocida”. Se trataba de un reencuentro con sus compañeros de Todo eso que, según había anticipado a People, se sentía “muy entusiasmada de reunirse con sus compañeros de reparto y ver a los fans” 23 años después del final de la serie. Pero la mañana del domingo tuvo el episodio en las calles de Los Angeles. Al parecer se habría acercado a un vehículo, diciéndole al conductor que “estaba saliendo de un episodio psicótico”, para luego llamar a los servicios de emergencia. Bynes habría sido trasladada a una estación de policía donde el equipo de salud mental habría tomado la acción legal de internarla en un ala psiquiátrica durante 72 horas.

Evidentemente, la historia de Amanda Bynes no se puede resumir como otro ejemplo de estrella infantil descarrilada por culpa de la negligencia adulta, las drogas o el descontrol de la fama. En su caso existe un factor tan importante como la salud mental.

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