Ana Colchero, la actriz que se negó a hacer telenovelas por el resto de su vida
José Rendón, director y productor de Corazón salvaje, fue el artífice de una de las telenovelas más eróticas de Televisa a principios de la década de 1990. Y debía ser así, porque cuando uno tiene en manos recrear un clásico como el de Caridad Bravo Adams (que ya había sido llevado a la pantalla en dos ocasiones anteriores), la elección de los personajes fue clave.
Rendón no tuvo duda en quién encarnaría a la dócil, rechazada y despechada "condesa Mónica de Altamira Montero" (Edith González). El problema vino cuando se tuvo que decidir quién sería la hermana frívola y calculadora de la protagonista.
Según las mismas palabras del director, ese papel perteneció en un principio a Erika Buenfil, pero un conflicto entre las actrices la retiró del proyecto y tuvo que volver a hacer casting para encontrar a "Aimeé de Altamira Montero". Fue ahí donde pensó en incluir a una joven que conoció cuando participaba en un noticiario y tenía algunas actuaciones destacadas en telenovelas. "Nadie se había fijado en la sensualidad y la calidad de actriz que tenía Ana Colchero, que lo hizo extraordinariamente bien".
Viste esta telenovela de época? Te acuerdas de los nombres de los protagonistas? En que año habrá sido estrenada? pic.twitter.com/3M5zbLx0nL
— Tlatoani_Cuauhtemoc (@Cuauhtemoc_1521) November 18, 2022
Su antagónico en Corazón Salvaje, así como en Valeria y Maximiliano, le abrieron la posibilidad de tener su primer protagónico con Alondra, otra telenovela de época pero donde encarnó a una joven rebelde y liberal, muy adecuado al verdadero espíritu de la actriz.
Pero antes de protagonizar un nuevo melodrama adaptado, Ana decidió unirse a TV Azteca, en donde estelarizó Nada personal en 1996, una historia original que causó gran polémica por tratar temas como la corrupción política en México y que también representó una competencia directa a su antigua casa Televisa.
Colchero, Demian Bichir, José Ángel Llamas pronto se convirtieron en el triángulo amoroso favorito de la pantalla, que acabó abruptamente con la salida de la actriz que denunció a la televisora por incumplimiento de contrato —los productores de la televisora cambiaron la estructura de la historia y los rasgos del personaje—, "traicionaron toda la esencia de 'Camila', yo ya no podía creer en ese personaje", dijo en una entrevista con Caras. El pleito legal lo ganó cinco años después.
Tras el autoexilio y lejos de tierras mexicanas, llegó a Perú para sumarse a la telenovela peruana Isabella, donde dio vida a unas gemelas. Su actuación fue aplaudida pero muchos también se enfocaron en la nula química con Christian Meier, su coprotagonista, y por algunos supuestos arranques de diva de la mexicana. "Es cierto, Christian Meier y yo no somos amigos, pero somos compañeros de trabajo y tratamos de hacer lo mejor en cada escena para que quede impecable", dijo en una entrevista con el diario El Comercio.
Estar lejos de casa y en un ambiente laboral tan tenso le dio una nueva perspectiva sobre qué hacer con su vida. "La verdad pensé, 'si ya hice las telenovelas en horario estelar, ¿qué me queda? ¿Otra y otra hasta ser la tía de no sé quién diez años después?', no me veía haciendo eso el resto de mi vida". Fue la última vez que estuvo en la pantalla chica.
Estar lejos de los foros y el asedio de los medios le permitió desarrollar su interés en causas sociales, "porque odio las injusticias y los abusos".
Como Ofelia Medina, la actriz hizo público su apoyo al movimiento zapatista en México y la lucha antiglobalización. Al lado del entonces subcomandante Marcos, organizó un evento artístico para denunciar las agresiones contra mujeres en San Salvador Atenco y recaudar fondos para liberar a las mujeres encarceladas, además de respaldar varias causas indígenas en Chiapas.
Y aunque ayudar a otros también le ha dado grandes satisfacciones, su verdadera pasión ha sido la escritura. Entre los libros de su autoría se encuentran Entre dos fuegos (2006), Los hijos del tiempo (2012) y Nacemos muertos (2013).
En la entrevista con Caras de 2012, Ana Colchero se dijo sentir más feliz que nunca. En aquellos años aún combinaba su vida entre España y México, "añoro mucho a mi familia y a mi ciudad, pero lo importante es que tengo un hogar y hago lo que siempre soñé: escribir".