Ana Obregón y el peligro de querer reemplazar a un hijo perdido con otro
Ana Obregón ha protagonizado todo tipo de titulares en los últimos días. Primero se dijo que era mamá a través de gestación subrogada, ahora ella ha aclarado la situación diciendo que la pequeña bebé nacida el 20 de marzo es, en realidad, su nieta, a quien ha llamado Ana Sandra Lequio Obregón.
Las alarmas se encendieron por distintas razones y sobre todo se resaltaba que la gran motivación para dar este paso fue sanar la tristeza que aún siente por su hijo fallecido en 2020, Aless Lequio, a causa de cáncer y con solo 27 años de edad.
No fue ningún secreto para el público y los seguidores de la actriz española el profundo duelo en el que se sumergió. Los medios cubrieron la tragedia y quienes los seguimos estuvimos al tanto del inmenso dolor que ella manifestó, pero es imposible imaginarlo, ni en la más remota de las pesadillas.
La pérdida de un hijo debe representar el dolor más profundo. No importa si es recién nacido o un adulto. Un hijo es la gran motivación de la vida de los padres, el motor de aprendizaje mutuo, es la esencia de lo que significa el amor incondicional. Para muchos, los hijos son la vida entera, con lo cual es una tarea prácticamente imposible ponerse en los zapatos de quien ha pasado por una pérdida de esta magnitud. Es simplemente impensable y va en contra del orden natural.
Pero es posible que ese dolor no sea procesado ni superado en el tiempo de una manera sana por quien lo padece. Cada quien lo vive de manera diferente, algunos lo verbalizan, otros recurren a especialistas que les puedan guiar y otros podrían tomar decisiones radicales que quizás no parezcan las mejores. No podemos afirmarlo, ni criticarlo, pero sí establecer un escenario en el que tal vez alguien podría verse afectado.
Con la llegada de esta bebé, Ana Obregón, de 68 años, está frente a un escenario que podría ser peligroso si no se canalizan las emociones adecuadamente. En un post reciente en su cuenta de Instagram acompañaba una imagen de la portada de Hola! anunciando su maternidad con un texto agridulce: “¡Nos pillaron! Llegó una luz llena de amor a mi oscuridad. Ya nunca volveré a estar sola. He vuelto a vivir”.
Aunque son muchas las interrogantes que permanecen sobre la mesa, ya hay un camino más claro al plantear que la pequeña Ana Sandra es nieta y no hija, como se pensó, puesto que, según ha contado Obregón en una entrevista exclusiva para Hola! este es un proceso que le ha tomado tres años y empezó desde el día que su hijo Aless falleció, pues tener descendencia fue su última voluntad.
"Aquel día estábamos en el hospital; Aless ya estaba muy mal y nos dijo que, si algo le ocurría, quería que supiéramos que él quería dejar descendencia en esta vida. Aunque ya no estuviera. Desde ese momento, lo único que me ha permitido seguir viviendo cada día, cada segundo, es cumplir la misión de traer al mundo a una hija de Aless", reveló en la entrevista.
En este sentido, la misma Obregón ha dicho que la pequeña es un regalo del cielo, que no permite críticas y que solo pueden opinar aquellos padres que han perdido un hijo. También escribió en su cuenta de Instagram un emotivo mensaje dirigido a su hijo en el que le dice que tener a esta bebé en brazos es como abrazarlo otra vez, con lo cual vale preguntarse, si es el caso, qué tan sano puede ser aliviar el dolor de la pérdida con un nuevo bebé, sea hijo o nieto.
La consejera profesional Jennifer Kowalski, especialista en problemas de la mujer y duelo explicó en una entrevista que el duelo puede ser tan doloroso que es posible que quien lo padece esté dispuesto a hacer lo que sea necesario para aliviarlo.
Sin embargo, afirma que tratar de reemplazar al ser querido que perdimos por otro puede ser desastroso, porque puede pasar que el vacío que se siente nunca se llene con un sustituto. Es más, y peor aún, es posible que quien padece el duelo, en el tiempo, sienta ira por el reemplazo porque no le alivió su dolor.
Con relación al tema de la edad de Obregón, la experta dice que es un ingrediente adicional para sumar ansiedad a la relación que comienza. Para el momento en que la niña cumpla 18 años, Obregón contará con 86 y el hecho de que ambas sepan que es muy posible que la abuela no estará cuando la pequeña llegue a la adultez suma un dato poco saludable a la fórmula. Esta situación, según describe, puede llevar al niño a desarrollar apego ansioso, especialmente si son cercanas.
La identidad de la madre subrogada
Otro de los tópicos que han saltado a la palestra ha sido el valor moral por haber recurrido a la maternidad subrogada. Aunque este proceso es legal en muchos lugares, incluyendo el estado de Florida en Estados Unidos, donde nació Ana Sandra, algunos sectores, incluso dentro del gobierno español, han criticado la decisión de Obregón por considerar que la maternidad subrogada es una forma de explotación para las mujeres.
En este sentido Obregón ha declarado que no entiende el escándalo, y que ha sido muy minuciosa en que todo el proceso para llevarlo a cabo de la mejor manera y dentro del marco absoluto de la legalidad. Sin embargo, los medios españoles han ido más allá y como si faltara morbo en esta historia han dado con la identidad de la madre subrogada.
La revista Lecturas publicó en su portada fotos de la joven que, al parecer, ya tiene experiencia en labores de vientre de alquiler. Se trata de una joven de origen cubano de cuyo nombre solo se revelaron sus siglas, Y.E.V.P., y que vive en un modesto apartamento en Hollywood, Florida.
Síndrome del hijo sustituto
La psicóloga María Villegas explica, en un artículo de su autoría, que el síndrome del hijo sustituto o de reemplazo aparece tras la pérdida perinatal. Sin embargo, cabe traerlo a la mesa porque el niño que sustituye al fallecido sufre consecuencias emocionales que podrían observarse en este caso.
Entre estas consecuencias están que el nuevo niño se sienta responsable de la felicidad de los padres, en este caso de la abuela y esta es, en efecto, una carga muy pesada, que puede evitarse si la familia hace una evaluación honesta de la situación para poder superarla porque si no, ninguna de las partes obtendrá lo que necesita.
Ojalá nadie tuviese que vivir algo tan terrible, ojalá que todo el que afronte una pérdida de un hijo pudiese contar con el apoyo y la ayuda necesaria para poder superarlo sin afectar su entorno, y comprender que, en medio de la tormenta que puede parecer en un momento, la vida continúa y vale la pena vivirla.
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