'Aracnofobia' o cuando el cine de terror nos trauma para siempre

John Goodman entrando a un granero en una escena de la película 'Aracnofobia', 1990. (Foto de Buena Vista/Getty Images)
John Goodman entrando a un granero en una escena de la película 'Aracnofobia', 1990. (Foto de Buena Vista/Getty Images)

A veces no nos damos cuenta del gran poder que tiene el cine en nuestras vidas… ¿O no les pasa a menudo que una película se cuela de repente en la memoria con una frase, momento u objeto en particular?

Tiburón hizo que toda una generación tuviera pavor a nadar en el mar, IT no le hizo favores a quienes sufren de coulrofobia (fobia a los payasos). Muchas películas de terror consiguieron que pensemos dos veces antes de bajar a un sótano, mientras resulta inevitable revivir un déjà vu petrificante cuando vemos un camión transportando largos trozos de madera por culpa de Destino final. Al menos a mí me pasa. Siempre. Si veo cuervos pienso en Los pájaros, una bañera con espuma me recuerda a la primera película de Freddy Krueger y si veo una araña en el baño pienso enseguida en... ¡Aracnofobia!

Y de ella quería escribirles en este artículo, del impacto que tuvo hace más 30 años sin que la recordemos lo suficiente. Porque esta comedia negra de terror fue única en su estilo, llegando a que más de un espectador desarrollara fobia a las arañas de la noche a la mañana. Y gracias (o por desgracia, según el caso) a la magia del cine.

Ver Aracnofobia ahora, 33 años después de su estreno, es como adentrarse en una cápsula del tiempo. Es una película muy de su época, con ese sabor spielbergiano que impregnó el cine de los 80s, prima lejana de producciones de la era como Gremlins y Critters. Es de esas cintas que no se tomaban muy en serio, con historias sencillas y protagonistas reales como la vida misma, que centraban sus esfuerzos meramente en ser un producto de entretenimiento.

Hace poco volví a verla de nuevo y les confieso que hacía tiempo que no me divertía tanto con un clásico del pasado. Si todavía no lo hicieron, se los recomiendo, porque para mí sorpresa me topé con una cinta que ha logrado superar el paso del tiempo mejor de lo que pensaba, logrando el mismo efecto que tuvo hace tres décadas de provocarme escalofríos y repelús al ver las patas peludas de una araña acercándose para cometer una picadura mortal.

Lo cierto es que pocos lo recuerdan pero Aracnofobia fue una producción de Walt Disney a través de un sello ya desaparecido. La compañía del ratón había fundado Hollywood Pictures en 1989 como un estudio que daría oportunidades a nuevos talentos a través de películas de tono más adulto, esas que jamás estrenarían bajo el sello original de Disney. Algo así como lo que habían conseguido años atrás con Touchstone Pictures. Si hacen memoria recordarán que Hollywood Pictures llevaba el logo de una esfinge, ese que vimos en muchas películas a lo largo de los 90s (La mano que mece la cuna fue una de ellas). Aracnofobia fue el primer estreno bajo este sello, dirigida por Frank Marshall, quien también servía como productor ejecutivo junto a su socio Steven Spielberg a través de su empresa, Amblin Entertainment. El estreno más exitoso de Hollywood Pictures fue Sexto sentido, cerrando definitivamente en 2007 tras sumar otros batacazos que taquillazos.

Marshall había pasado los 80s produciendo un éxito tras otro junto a su esposa Kathleen Kennedy (ahora la jefa de Lucasfilm) y el rey Midas de Hollywood (como Indiana Jones y los cazadores del arca perdida, Poltergeist, Volver al futuro o ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, entre otras), cuando decidió probar suerte como director con esta historia arácnida. La idea original era una especie de homenaje a Los Pájaros de Alfred Hitchcock, buscando que el publico se asustara pero también se riera, provocando la misma sensación que se siente en una montaña rusa. Y para ello crearon un género nuevo al que apodaron “thrill-omedy” (de ‘thrills’ (emociones) y ‘comedy’ (comedia) . Suena horrible y afortunadamente desapareció tan rápido como llegó, aunque sí lo utilizaron como parte de la campaña promocional de la película.

Para conseguir dicho efecto contaron con tres elementos esenciales: monstruos cotidianos que nos rodean en nuestro día a día, un escenario realista con personajes reconocibles y un protagonista normalito, de miedos comunes y sin musculitos. Todo común y corriente para llevarnos por un terreno tan reconocible que podía pasarnos a nosotros mismos. Y en esta fórmula radica el impacto que tuvo, y sigue teniendo, en plasmar a las arañas como villanas letales que acechan en silencio. De esta manera, más de uno se quedó marcado de por vida desarrollando o acentuando su propia aracnofobia.

Y no es algo que escribo a la ligera. Pueden comprobarlo en redes sociales donde circulan decenas de publicaciones de usuarios nostálgicos que siguen recordando el pavor y trauma que las arañas del filme provocaron en sus vidas.

Aracnofobia nos cuenta la travesía que vive un pueblo al recibir la inesperada visita de una especie de araña desconocida por la ciencia que viaja en un ataúd tras haber picado, y aniquilado al instante, a un fotógrafo en una expedición científica en Venezuela. De la funeraria llega a un establo donde crea una nueva especie al mezclarse con una araña diferente. Las arañitas enseguida comienzan a deambular por el pueblo haciendo que el policía, médico, exterminador, un científico especializado en arañas (culpable en cierto modo de la llegada de esta especie) y un nuevo doctor recién llegado unan sus fuerzas para detenerlas. Pero, para colmo de males, el doctor protagonista interpretado por Jeff Daniels tiene fobia a las arañas. El miedo lo paraliza y, en el camino, protagoniza los momentos de mayor suspense de la trama.

Jeff Daniels consiguió crear un personaje tan mundano que logra traspasar ese miedo irracional pero real a las arañas, mientras John Goodman se roba el espectáculo como un exterminador engreído que aporta la mejor dosis de humor negro que podía tener esta historia.

Así, la película consigue en todo momento su propósito: divertir y asustar. Aquí no hay más intenciones que esas y el impacto que tuvo en el público fue tan poderoso que hoy en día la seguimos recordando cuando vemos arañas grandes o, en mi caso, cada vez que veo una araña en una esquina de la pared en la ducha. No tendría motivos para tenerle miedo si no fuera por la dichosa escena de Aracnofobia que muestra a una araña bajando por el cuerpo desnudo de una mujer en la ducha que no se percata de la presencia peluda hasta el final. Cada vez que me tengo que duchar en un camping o gimnasio con alguna araña observándome desde una esquina, el déjà vu es instantáneo. Y el miedo también.

Aracnofobia funcionó y sigue funcionando porque centró sus esfuerzos en provocar pavor sin abusar de los efectos especiales, contando una trama cercana y un miedo acompañado de suspense con criaturas de la vida cotidiana como monstruos de turno.

La producción contó con 374 arañas reales de la especie “Delena canderides”, más conocida como araña cazadora plana. Se trata de una araña originaria de Nueva Zelanda que fue elegida por su tamaño, por no hacer daño al humano y ser curiosamente sociables; mientras que para representar a la “reina” y al “general” -las dos arañas más grandes y peligrosas de la historia- recurrieron a modelos mecánicos, pero también a una especie de tarántula enorme a la que llamaron ‘Big Bob’ en honor al amigo de Marshall y Spielberg, el director de Volver al futuro, Robert Zemeckis.

En el set contaban con un especialista que ayudaba a manipular las arañas con el uso de frío y calor, haciendo que se movieran en diferentes direcciones, así como platos especiales diminutos de acero guiados con electroimanes. Aunque esta técnica no siempre funcionaba. Fueron tan cuidadosos que para ilustrar el momento en que John Goodman aplasta a una de ellas, crearon un zapato especial con un hueco en la suela.

Aracnofobia no es perfecta, pero es mucho más entretenida de lo que recordaba. Una producción que cómodamente pervive como un clásico del cine B, de esas películas que nos hacían reír y asustar al mismo tiempo, muy ochentera. Todo un clásico que logró perpetuar el miedo a las arañas en el imaginario colectivo del mundo.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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