Miedos que alimentan la anorgasmia
A pesar de que en muchos trabajos se halla minuciosamente descripto el camino hacia el placer, el panorama sigue resultando confuso y desconcertante. ¿Por qué? Las mujeres se enfrentan, atónitas, a descripciones que nada tienen que ver con su experiencia, o a exigencias que nunca se les hubiesen ocurrido.
Muchas mujeres piensan cosas como: "Yo no siento lo correcto", "Nunca me pasó eso", "Así no es mi orgasmo", “¿Por qué no me excito sexualmente?”, “¿Tengo que hacerlo siempre que mi pareja lo desea?”, “¿Por qué tengo tan pocos orgasmos?”, ''Necesito mucho tiempo, sentirme amada, que me digan cosas lindas", "Necesito que las cosas comiencen con caricias por todo el cuerpo, con seducción y juego para que cuando llegue a los genitales me guste que los acaricie", etcétera.
Entre las ideas distorsionadas que se sostienen en torno al tema hallamos algunas tales como:
“Sin un orgasmo el sexo no es completamente satisfactorio. Tengo que conseguirlo pase lo que pase”.
¡Falso! El placer no es algo que surja en términos de todo o nada, sino que comprende una serie de grados intermedios, de los cuales se pueden obtener gratas experiencias. Compartir un momento de intimidad con la pareja, dar y recibir caricias, besarse, poner en marcha todos y cada uno de los sentidos, estimularse toda la piel y no solo los genitales, es más que placentero por sí mismo. El encuentro sexual implica un proceso, no un destino prefijado llamado orgasmo al que hay que llegar a toda costa. Es más, si la meta se convierte en una obligación, los viajeros pueden sentirse tan presionados y tensos que acaban bloqueándose incluso antes de comenzar la aventura.
“Tal vez sea la edad, cuando se es mayor estas cosas pasan”.
Con la edad y los cambios hormonales, en algunas mujeres, no en todas, disminuye la lubricación vaginal, que fácilmente se compensa con lubricantes vaginales.
“Tengo que resignarme y fingir”.
Simular un orgasmo acrecienta el problema, tapa la insatisfacción de una mujer que puede terminar sintiendo aversión o rechazo por su compañero sexual.
Es importante pensar que el orgasmo no es el único fin al que van destinados todos los encuentros sexuales, si bien es algo deseable, saludable y posible. Para ello es conveniente que previamente la mujer aprenda a explorar su propio cuerpo, conocer el tipo de estimulación y las zonas erógenas propias que más le facilitan la excitación y el placer, y aprender a comunicarse sexualmente con su pareja sin inhibiciones.
Diana Resnicoff es licenciada en psicología, sexóloga clínica y secretaria científica de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (S.A.S.H.).
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