Cómo dar una buena primera impresión

Dicen que la primera impresión es la que cuenta. Si bien ésta resulta definitiva en ciertas situaciones (como entrevistas de trabajo o reuniones formales), en las relaciones a largo plazo sólo es un primer acercamiento que puede cambiar con el tiempo.

La impresión del primer encuentro revela nuestras expectativas acerca de una relación / Foto: iStockphoto
La impresión del primer encuentro revela nuestras expectativas acerca de una relación / Foto: iStockphoto

En estricto sentido, la primera impresión no pone de manifiesto lo que es el otro (o uno mismo) sino lo que cada quien espera de esa relación; lo que comunicamos en un primer encuentro es un mensaje que fluye en ambos sentidos. Así, la primera impresión nos permite evaluar si nuestras expectativas son correctas o adecuadas. Por lo tanto, lo importante dar una impresión genuina que nos ayude a construir relaciones más transparentes y claras con los demás.

Entonces, ¿cómo dar una primera impresión acorde con nuestras expectativas?
Aquí hay algunas pistas para lograrlo:

El saludo. Es importante saber algunos datos sobre la persona que vas a conocer, cuál es su cultura, dónde creció, en qué ámbito se desenvuelve. Esto te ayudará a saber si es necesario poner distancia (como sinónimo de respeto, por ejemplo) o si puedes ser completamente franco y acudir a los gestos que, de acuerdo a tu cultura, generan proximidad y confianza. Independientemente de la situación, la amabilidad es transversal a todas las culturas.

Tu forma de vestir. Tanto la ropa como los accesorios que usamos forman parte de nuestro lenguaje; a través de la vestimenta se pueden interpretar desde rasgos de personalidad hasta posturas políticas. En una entrevista, por ejemplo, causar una buena impresión a través de tu forma de vestir se traduce en la capacidad para adaptarte al contexto y para darle la importancia que merecen los eventos o las relaciones sociales. Por separado y en conjunto, las prendas que elegimos transmiten un mensaje, y éste es leído en relación a la situación en la que conocemos a los demás. Pregúntate qué quieres lograr: ¿provocación, confianza, distancia, seducción, bajo perfil, profesionalismo...?

Tu lenguaje corporal. Los gestos, la postura, la expresión facial, incluso tu forma de caminar son mensajes que los demás leen, consciente o inconscientemente. No finjas, no exageres tus gestos, simplemente sé consciente de tus movimientos de manera que no transmitas un mensaje contradictorio o confuso acerca de ti.

El contexto. El lugar, la hora y el motivo del encuentro son parámetros que influyen en la lectura que hacemos del otro y en lo que el otro interpreta de nuestra personalidad. Por ejemplo, es importante saber algunos detalles del contexto cuando vas a conocer a los padres o a los amigos de tu pareja. ¿Es una comida formal, es en un jardín, es un restaurante o un evento familiar? Eso ayudará a que te sientas cómodo (con tu apariencia) y en confianza (con tus gestos) al momento de presentarte.

¿Cómo andas de ánimo? Hay personas que, aun cuando despertaron con el pie izquierdo, tienen una gran capacidad para adaptarse y modificar su ánimo. Hay otras que no pueden lidiar con estados emocionales negativos, por lo que la primera impresión que generan es de pesadez o indiferencia. Si es tu caso, tal vez lo mejor sea que pospongas el encuentro para un día en el que te sientas de mejor ánimo. Si no hay forma de postergarlo, antes de salir practica alguna técnica de relajación, medita o realiza esa actividad que tú sabes que te pone de mejor humor.

Sé tú mismo. Lo que más valora la gente a largo plazo es un encuentro con alguien genuino, alguien que da confianza porque confía en sí mismo. No pretendas ser alguien que no eres sólo por “encajar” en una situación. Confía en lo que sabes, habla desde tu experiencia, sé honesto, mesurado y respetuoso con los demás.

¿Qué otras formas conoces de dar una buena impresión?

Twitter: @luzaenlinea

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