El poder curativo de las palabras
Hace dos semanas, mientras preparaba un curso para la universidad, me encontré con un artículo que revisa numerosos estudios enfocados en averiguar cómo los ejercicios de escritura expresiva tienen un impacto positivo en la salud física, mental y emocional. Después de revisar los resultados de cada estudio, los analistas concluyeron que cuando una persona escribe sobre eventos traumáticos, situaciones estresantes y procesos emocionales, tiene una mejoría en la salud física y psicológica a largo plazo.
¿Cómo es que esto ocurre, por qué las palabras pueden ayudarnos a sanar?
En uno de los estudios se pidió a los participantes (veteranos de guerra y sobrevivienes de una catástrofe natural) que describieran su experiencia traumática. A unos se les indicó describieran los hechos con un tono neutral, y a otros, que se concentraran en sus emociones. En otra investigación se pidió a un grupo de estudiantes que escribiera sobre un tema trivial, y a otro grupo, que hablara sobre la experiencia más traumática o más perturbadora que habían tenido. Ambos estudios mostraron que los participantes del segundo grupo (escritura expresiva), en los meses subsiguientes tuvieron mejores condiciones de salud física y mental en comparación con los del primer grupo (escritura informativa o descriptiva).
Entre las mejorías reportadas están: fortalecimiento del sistema inmune, regulación de la presión arterial, mejoría en el funcionamiento de pulmones e hígado, mejor ánimo y sensación de bienestar, reducción de los síntomas de depresión, artritis y fibrosis, mejoría en la memoria, reducción de problemas de lenguaje y comportamiento, así como en el desempeño deportivo (en el caso de los estudiantes).
Esto sugiere que la escritura expresiva (no informativa ni descriptiva) es una excelente herramienta terapéutica que permite a la persona reestructurar sus recuerdos, revisitar experiencias y reordenarlas en función de un proceso de resiliencia (aprender a superar el dolor). Al resignificar el pasado las personas se conectan con el presente de manera distinta y se proyectan en el futuro con otra disposición.
¿Qué procesos ocurren durante la escritura?
1. Surgen emociones que habían sido inhibidas, bloqueadas o aparentemente "olvidadas".
2.Se reorganizan los recuerdos. Cuando se desarrolla una narrativa del suceso, la psique reestructura y resignifica las experiencias, lo que da al individuo nuevos esquemas internos de adaptación.
3. Si se escribe con frecuencia, no sólo van desapareciendo las emociones negativas, además, se pueden elaborar nuevas respuestas ante los eventos traumáticos.
Estos estudios reafirman lo que ya sabíamos: así como las palabras pueden destruirnos, también tienen el poder de sanarnos. Ejercitar la escritura privada y expresiva nos permite construir espacios autorreflexivos; ejemplo de ello son los blogs, que en el caso particular de las mujeres, se convirtieron en un espacio de sanación, comprensión y empoderamiento. Madres de familia, mujeres maduras, adolescentes y profesionales han recurrido a esta herramienta para contarse su propia historia, no desde el rol secundario que el sistema de valores les asigna (ser para los demás), sino desde otro punto de vista: ser para sí mismas.
De igual forma, muchas personas que no creen en la terapia o no pueden tener acceso a ella por el ritmo de vida o porque les resulta impagable, han encontrado en la escritura expresiva una herramienta accesible de autoconocimiento y sanación.
¿Cómo usarla a nuestro favor?
Los ejercicios de escritura expresiva son muy útiles para quienes evaden el conflicto, niegan sus emociones o temen mostrar su vulnerabilidad. Date la oportunidad de expresar tus emociones sin juzgarlas. Si temes que alguien lo lea, siempre tienes la opción de romper esas hojas.
La escritura es un lugar seguro para expresar nuestras emociones tal y como son, con toda su crudeza, su belleza y su poder. Escribirlas nos permite mirarlas y reconocerlas, darles un lugar, legitimarlas ante nosotros mismos, equivale a darnos un lugar como individuos.
Es bien sabido que negar o evadir nuestras emociones es un detonador de depresiones y enfermedades crónico degenerativas. Hay quien guarda resentimiento o niega el amor por mucho tiempo, hasta que ocurre algo que los hace estallar violentamente o a través de la enfermedad. La escritura es como una válvula que nos permite moderar esas emociones.
Al escribir recreamos escenas, procesos y situaciones desde distintas perspectivas. Cuando las miramos al cabo de un tiempo, es posible descubrir los patrones de comportamiento que nos mantienen anclados a una situación dolorosa, así como las estrategias que nos ayudan a salir de ellas.
¿Cómo es que esos hallazgos tienen el poder de transformarnos?
Por la educación que hemos recibido, nuestra cabeza está “formateada” para elaborar pensamientos negativos y autodestructivos (“yo tengo la culpa”, “nadie me va a querer”, “voy a fracasar”). Estas frases son candados que nos impiden abrir puertas, encontrar caminos y avanzar. El diálogo interior que se produce al escribir es una forma de desbolquear esos pensamientos.
Si deseas recurrir a la escritura como terapia y ejercicio de autoconocimiento, aquí hay algunas recomendaciones:
Establecer un tiempo para escribir con regularidad. Cuando se trate de un momento difícil (estrés, obsesión, duelo), escribe durante 20 ó 30 minutos, tres o cuatro días seguidos.
Escribe en un lugar privado, personal, sin distracciones.
Escribe en el formato que más te acomode, ya sea en papel o en la computadora.
Siéntete libre de complementar con dibujos o esquemas, pegar fotos o hacer un collage.
Recuerda que tu escrito es absolutamente privado, nadie tiene derecho a leerlo a menos que tú lo decidas.
No te preocupes por la gramática, la ortografía o la puntuación.
Si te cuesta trabajo soltarte, recurre a la música (sin palabras), a la naturaleza o algún aroma que te haga conectarte contigo mismo.
Twitter: @luzaenlinea
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