Bradley Cooper repite la "vergüenza" que sintió por culpa de los Oscar, aunque no tiene nada de qué avergonzarse
La Academia lo dejó fuera de las nominaciones a Mejor director como pasó con su debut en 'Nace una estrella'
Bradley Cooper, Leonardo DiCaprio, Margot Robbie, Julianne Moore y Greta Gerwig representan películas diferentes del último año pero comparten el mismo denominador común de haberse quedado fuera de las nominaciones a los Oscar a pesar de merecerlo. Ryan Gosling ya salió en defensa de su compañera y directora en Barbie, mientras Julianne enmascaró la posible decepción celebrando la nominación de Secretos de un escándalo a Mejor guion en sus historias de Instagram. Sin embargo, no puedo evitar preguntarme cómo se estará sintiendo el director de Maestro tras haber repetido la “vergüenza” que vivió hace cinco años.
A priori, Bradley Cooper no debería tener nada de qué quejarse. Su película biográfica sobre Leonard Bernstein obtuvo siete nominaciones, incluyendo Mejor película. Es más, tres de las candidaturas son precisamente para él: Mejor actor, Mejor guion (que comparte con Josh Singer) y Mejor película al ser uno de los productores junto a Steven Spielberg. No obstante, existe un olvido que seguramente le duela o moleste entre todo el reconocimiento: haberse quedado fuera de la categoría de Mejor director, lo mismo que pasó con su primera película como cineasta, Nace una estrella.
Y es que Bradley Cooper no solo lo dio todo como intérprete en esta intensa y dramática biografía -nariz prostética incluida-, sino que su labor como director fue magnánima, pasando seis años ideando, creando y conviviendo con sus ideas, completamente entregado a su labor detrás de las cámaras. Pero la Academia lo dejó fuera de la categoría que hubiera celebrado su entrega y compromiso cuando se trata de su segundo trabajo como director pero, de nuevo, pasó desapercibido.
La vergüenza que Bradley Cooper no debería sentir
Hablo de vergüenza porque así lo describió él mismo. Cuando Bradley Cooper se quedó sin la nominación a Mejor director por el remake con Lady Gaga dijo que estaba “avergonzado” aunque la película había obtenido ocho candidaturas.
Si hacemos memoria recordaremos que Nace una estrella era uno de los grandes éxitos de 2018 y de las más nominadas de aquel año, optando a estatuillas en categorías destacadas como Mejor película y Mejor actor. Sin embargo, los aplausos y reconocimientos no evitaron que sintiera vergüenza por no estar incluido en la categoría de Mejor director. Como si su debut detrás de las cámaras no hubiera sido suficiente como para estar incluido entre los cineastas más destacados del año.
“Estaba en una cafetería en la ciudad de Nueva York y miré mi teléfono y Nicole [Caruso, su publicista] me felicitó y dijo en qué habíamos sido nominados”, contó en SuperSoul Conversations con Oprah, vía Vulture. “Dije ‘Oh, guau’ y lo primero que sentí fue vergüenza. En realidad me sentí avergonzado de no haber hecho mi trabajo”.
Lady Gaga salió en su defensa poco después diciendo a LA Times que “era el mejor director en mis ojos y en los ojos de todo el reparto”, sin embargo, al tratarse de su primer trabajo como cineasta, su primer intento de demostrar su talento como creador de historias visuales, Bradley no pudo evitar sentir el temor de todo novato al traducir el olvido de los Oscar como la representación de no haber estado a la altura. Y ahora que vuelve a intentarlo, otra vez se queda fuera.
Sin embargo, Bradley Cooper no tiene nada de qué avergonzarse. Comenzó a trabajar en Maestro en 2018 cuando estaba asociado al proyecto como actor y bajo las órdenes de Steven Spielberg. No obstante, cuando el director decidió abandonar el proceso para dedicarle más tiempo a su remake de Amor sin barreras, Bradley se ofreció como relevo. Y para persuadir al rey Midas de Hollywood, le mostró el metraje final de Nace una estrella y a los 20 minutos ya lo había convencido (Total Film).
Lo impresionante del proceso es que Bradley Cooper todavía estaba inmerso en su debut como director cuando comenzó a gestar las ideas de Maestro en su cabeza, conviviendo con ambas historias al mismo tiempo. “Pensó en esta película durante seis años sin parar”, dijo la productora Kristie Macosko Krieger a The Hollywood Reporter. “Me atrevería a adivinar que probablemente recibí 3.000 mensajes de textos de él durante el proceso de hacer esta película”.
Bradley Cooper se empapó de la figura del compositor americano, no solo para escribir la historia o interpretarlo con cierto parecido físico, sino que llevó sus esfuerzos tan lejos como pasar seis años aprendiendo a liderar una orquesta para interpretar una secuencia de seis minutos. Les hablo de la escena que representa la icónica actuación de Bernstein liderando la Orquesta Sinfónica de Londres en 1976 en una catedral y que tenía a Bradley “aterrado” porque la filmaron en vivo. Él mismo debía conducir la orquesta para darle la intensidad y veracidad que quería transmitir, plasmándolo todo a través de un ángulo perfecto donde se ve claramente que está siendo el trabajo al completo.
“Pasé seis años aprendiendo a conducir seis minutos y 21 segundos de música”, dijo vía IndieWire, explicando que estudió el vídeo real de la actuación de Bernstein.
Ese aprendizaje no solo representa a un actor comprometido con su interpretación, sino también al director que quería ser fiel al personaje pero, sobre todo, a la narrativa que estaba creando. Porque se trata de una escena de dialecto cinematográfico, cargada de intención dramática que representa la pasión, fervor y talento de Leonard, así como la representación culmine de la relación con su esposa, Felicia Montealegre (Carey Mulligan) a pesar de sus choques y diferencias.
Además, no olvidemos que Bradley Cooper dirigió una película en donde se entregó al trabajo de método. Es decir, pasó todo el proceso dentro del personaje, viviendo, actuando y recreando la figura de Leonard Bernstein constantemente, dejando la llamada de ‘¡acción!’ de cada escena en manos del mezclador de sonido o el cámara. Cooper no salía del personaje para entrar en acción o salir de ella, sino que fue creando y dirigiendo el filme mientras respetaba ambas labores por separado.
“Crecí con esta película”, dijo a Variety. “Me cambió como artista. Ejecuté exactamente mi visión y eso fue el resultado de tener mucho tiempo para pensar, escribir y prepararme para actuar en esta película”. Y el resultado está a la vista con una producción intensa, respetuosa y que transmite la admiración del director hacia Bernstein a través de cara poro cinematográfico del filme. La Academia lo habrá dejado fuera de las nominaciones a Mejor director pero esperemos que Bradley no se sienta avergonzado de nuevo. Hizo un trabajo sublime como cineasta y contador de historias y no necesita estatuillas que lo corroboren. La prueba quedó grabada en las imágenes para la eternidad.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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