Yahoo Estilo 'Maestro' salda la deuda que Bradley Cooper dejó pendiente en 'Nace una estrella'
Lo que consigue con 'Maestro' está a años luz de lo que logró con su primera película como director
Tras el éxito de Nace una estrella junto a Lady Gaga, Bradley Cooper regresa a la dirección con Maestro. Bajo la producción de Martin Scorsese, Steven Spielberg y Netflix, el actor de El callejón de las almas perdidas vuelve a adentrarse en el mundo de la música para abordar la biografía de Leonard Bernstein, el famoso compositor y director de orquesta a quien debemos musicales míticos como Amor sin barreras, un relato con el que ha vuelto a conquistar premios y festivales de cine tanto por su trabajo interpretativo como por su labor tras las cámaras.
No es algo que sorprenda, especialmente en la parte actoral, ya que desde su primera nominación al Óscar por Los juegos del destino no ha parado de acaparar nominaciones con cintas como Escándalo americano o Francotirador, sin embargo, en lo que respecta a su labor en la dirección, de la que hizo gala por primera vez en su trabajo con Lady Gaga, Cooper da un paso adelante con el que redime errores y aporta nuevas virtudes a su carrera.
Siendo sincero, tuve muchas cosas que reprocharle a Cooper en su remake de Nace una estrella. Fue una película que nos conquistó a todos con su apartado musical, con la vibrante química entre el actor y la cantante de Bad Romance o por los momentos tan íntimos y emocionantes que logró construir, pero se notaba que era un trabajo de dirección primerizo.
Para empezar, al tratarse de un remake, no aportó nada nuevo a una historia trilladísima que ya hemos visto hasta en cuatro ocasiones con iconos cinematográficos y musicales como Janet Gaynor, Judy Garland o Barbra Streisand. Para las nuevas generaciones, este problema pudo pasar por alto, pero a aquellos que ya conocían de qué iba la cosa, esta cinta pudo sentirse como más de lo mismo.
Al fin y al cabo, Cooper no inventó nada y la ejecución de algunos momentos se quedó a medio gas, sobre todo en los instantes de mayor carga dramática. Por ejemplo, escenas como la entrega de los Grammy, donde el personaje de Gaga subía al escenario a recoger su galardón y el de Cooper entraba borracho y orinándose encima, tenían problemas para controlar el tono. En esta en concreto, uno no sabe si impactarse o echarse a reír, porque había tal descontrol al disponer los elementos en pantalla que la película chirriaba por muchos costados.
De hecho, aunque a Cooper sí lo nominaron como Mejor Director en premios como los BAFTA, fue la única de las categorías principales de los Óscar en la que la Academia de Hollywood prescindió de reconocer a Nace una estrella. Por ello, cabe pensar que el actor y cineasta se ha puesto las pilas con su nueva película, puesto que lo que consigue con Maestro está a años luz de lo que logró en Nace una estrella.
Es más, aunque Maestro tenga un guion que se queda en la superficie de la vida y obra de Leonard Bernstein, que no va más allá de meros apuntes sentimentales que dicen entre poco y nada de esta reconocida figura de la música, Cooper consigue elevar la película por encima de las posibilidades con una puesta en escena donde pone toda la carne en el asador.
Creo que tras analizar los errores de su primera experiencia tras las cámaras, el actor tiene muy claro lo que funciona o no en pantalla. El ejemplo más representativo está en cómo dispone la relación de Bernstein con Felicia Montealegre (interpretada por Carey Mulligan), su esposa y punto clave del triángulo amoroso que mantuvo con el también músico Tom Cothan en su doloroso intento de ocultar su bisexualidad en la aciaga sociedad de mediados del siglo XX.
Mientras que en su anterior película se apoyaba en exceso en la artificialidad de los momentos musicales, aquí teje instantes íntimos que son puro lirismo, donde el control del tempo, el montaje o el apoyarse en la fuerza interpretativa, sobre todo lo increíble que está Carey Mulligan como Montealegre o en su caracterización tan milimétrica interpretando a Bernstein transmite una emoción tan natural a la que es difícil resistirse.
Además, Cooper se empeña en ofrecer un clasicismo estético y unos juegos visuales y sonoros tan tremendamente ambiciosos que te hacen sentir casi ante una película clásica. Los cambios de formato, los pasos del blanco y negro al color, la textura granulada de la imagen y la fuerza que da desde el montaje a los instantes más grandilocuentes, convierten a Maestro en una de las mejores experiencias cinematográficas del año, con poco que envidiar a nivel formal a otros cineastas de prestigio como Nolan y su Oppenheimer o Martin Scorsese y su Los asesinos de la luna.
Puede que la superficialidad del guion haga difícil situarla en la cima de las mejores películas del 2023, pero en lo que respecta al trabajo de Cooper en la dirección, está claro que ha saldado la deuda que dejó pendiente con Nace una estrella, ha demostrado que es un director que dará mucho que hablar en los próximos años y nos ha dejado una película que es toda una delicia.
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