Chita Rivera, la infatigable bailarina de pierna "biónica" que Hollywood no supo aprovechar
La bailarina, actriz y cantante falleció a los 91 años dejando una carrera inolvidable en Broadway
Chita Rivera, la leyenda de Broadway y ganadora de dos premios Tony, falleció el pasado martes 30 de enero tras una breve enfermedad. Tenía 91 años. Bailarina, cantante y actriz, esta artista de padre puertorriqueño se abrió camino en la industria teatral estadounidense como un torbellino artístico irrefrenable. Tenía un talento nato para cautivar con su energía vital sobre los escenarios a través de la danza. Una energía que Hollywood nunca supo aprovechar al máximo pero que quedó simbolizada en cada baile y actuación pero, sobre todo, en la sorprendente historia de superación que escondía su pierna “biónica”.
Porque la estrella que originó el papel de Anita en la primera producción de Amor sin barreras (West side story) en Broadway, esa misma que personificó la leyenda teatral de Kiss of the Spider Woman o el papel de Velma en la versión original de Chicago, sufrió la peor pesadilla de cualquier bailarín al romperse la pierna en un accidente a los 53 años. Cuando ya era una consagrada estrella teatral de la Gran Manzana y seguía trabajando infatigablemente.
Sucedió en 1986 cuando el auto que la transportaba chocó con un taxi en Manhattan. La colisión fue tan intensa que se rompió la pierna izquierda en doce pedazos, requiriendo dieciocho tornillos y dos aparatos ortopédicos. Sin embargo, lo que hubiera sido una situación dolorosamente trágica para cualquiera, y sobre todo para un bailarín profesional, se convirtió en símbolo de esa fuerza que representaba con cada uno de sus hipnotizadores bailes.
“¿Que si las volteretas y las fracturas son un problema? ¿Estás bromeando?”, dijo a Los Angeles Times en 1988 riendo. “Lo he hecho durante tanto tiempo que puedo hacerlo mientras duermo. Soy muy flexible y he tenido una excelente formación de ballet. Mi pierna (dañada) pesa más, tengo que estar más consciente de ciertas cosas y hay que hacer ajustes. Pero eso es algo que debo saber yo y nadie más: eso se llama ‘hacer tu trabajo’”, añadió sobre su recuperación y vuelta al trabajo.
Porque si bien pasó por meses de dolorosa terapia para recuperar la movilidad total de su pierna, consiguió volver a la rutina profesional ese mismo año. Un logro que cualquiera que haya pasado por fracturas, operaciones de huesos y la rutina médica para la recuperación posterior, sabe que lleva su tiempo y que requiere de resiliencia constante. Más aún cuando se cumplen varias décadas de vida, cuando los huesos y las recuperaciones pueden llevar más tiempo que en la juventud.
Y así, con su miembro biónico plagado de pedazos de metal y siendo más pesado que su pierna sana, se fue de gira nacional con el revival de Can-Can. Es más, cuando su amiga Gwen Verdon la vio actuando tras el accidente se quedó boquiabierta. “Cuando vi el espectáculo no podía creer que estuviera bailando así. Todavía es mejor que el resto de los bailarines del show”, dijo a LA Times por entonces.
La energía que Hollywood se perdió
Nacida en Washington D.C. el 23 de enero de 1933, Chita Rivera comenzó a estudiar ballet desde los 11 años y a los 14 ganaba una beca para continuar su preparación. Su talento era indiscutible y a los 17 pasó de la escuela de ballet a Broadway después de acompañar a una amiga a una audición de coro para Call Me Madam y ganar ella el papel.
El tiempo pasó y un personaje llevó a otro hasta que en 1957 dejó huella para siempre al ser seleccionada como Anita en la primera producción de Amor sin barreras. Un personaje que la convirtió en estrella de Broadway.
Ganó dos premios Tony y estuvo nominada a otros ocho más -los galardones más prestigiosos del circuito teatral estadounidense-, dejando su huella en obras exitosas como Bye Bye Birdie, Chicago, Kiss of the Spider Woman y muchas más. Brillaba tanto como estrella que el mundo de la música tocó a su puerta grabando varias canciones. En cambio, Hollywood no la aprovechó tanto como quizás hubiésemos imaginado. Porque para tratarse de una industria conocida por exprimir sus talentos, aprovechando su conexión con el público a través de sus producciones, parece increíble que Chita Rivera no se haya convertido también en estrella de cine.
Porque si bien su filmografía está compuesta de varias películas para televisión y apareció en algunas series como invitada, por ejemplo en Rumbo a lo desconocido (1964) o Will & Grace (2005), apenas tuvo participación en un largometraje destacado: Dulce caridad (1969) donde Shirley MacLaine era la protagonista. Es decir, su currículo hollywoodense no refleja el éxito que tuvo como artista.
Brillaba en teatro, bailando, actuando y cantando, y en lugar de exprimir su estrellato como pasó con otras estrellas del estilo como Fred Astaire, su currículo ante las cámaras se quedó en producciones pasajeras o cameos. Como hizo en la película Chicago de 2002 apareciendo en la secuencia inicial como una de las presas, o más recientemente en Tick, tick… BOOM! de 2021.
Sin embargo, a pesar de su talento y fuerza arrolladora poco exprimida por el mundo del cine, ella no guardaba ningún rencor. “Me encantó hacer esa película”, dijo en el mencionado artículo de Los Angeles Times al recordar su paso por Hollywood con Dulce caridad. “Y si después de eso hubieran hecho algún musical y me lo hubieran ofrecido y me hubiera gustado, es muy posible que me hubiera quedado en California y hecho más películas”, añadía.
Pero el fenómeno del género musical se apagó a principio de los ‘70s y los focos de Hollywood no insistieron en buscarla. Pero a ella no le importaba. “Resulta que me encanta el teatro en vivo y siempre lo habría extrañado. El verdadero desafío para mí es ver y sentir lo que sucede inmediatamente en el escenario; no hay nada como eso”, explicaba.
Tuvo alguna oportunidad. Como fue la película de Amor sin barreras de 1961, cuando le pidieron que volviera a interpretar a Anita. Sin embargo, estaba ocupada con la obra de Bye Bye Birdie en Broadway y no pudo sumarse. “Si hubieran dicho: 'Te esperaremos', habría sido maravilloso, pero eso es un sueño y yo no soy un soñadora. Creo que a cualquier actor que haya creado un papel le gustaría hacer la película, pero si hay alguna preferencia, dame la obra”, sentenciaba. Su lugar lo ocupó Rita Moreno que inmortalizó a Anita en el cine con una interpretación que le valió el Oscar.
No obstante, Chita Rivera tenía una pasión clara: estar sobre los escenarios. Bailar, actuar y dejarse llevar delante del público era su alimento vital. Por eso, que el cine no le diera su lugar no le importaba en lo más mínimo. “No sabría qué hacer si no me estuviera moviendo, contándote una historia o cantando una canción”, dijo a The Associated Press via Time. “Ese es el espíritu de mi vida y tengo mucha suerte de poder hacer lo que amo, incluso en este momento de mi vida”.
Y así siguió alimentando ese espíritu. A los 68 años reaparecía en Broadway protagonizando The Visit, un musical que originalmente iba a interpretar Angela Lansbury pero lo abandonó tras la muerte de su marido. Chita regresó a los escenarios dos años después con el revival de Nine -donde compartió escenarios con Antonio Banderas- y, por si fuera poco, en 2015 y con 82 años, volvió a protagonizar otra encarnación de The Visit, cantando, bailando y actuando hasta estar nominada a los Tony de nuevo. Una leyenda sin dudas que Hollywood no supo aprovechar.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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