La claustrofóbica película de tiburones ambientada en México que rompió esquemas
Fue un inesperado éxito de taquilla y sorprendió con una experiencia tan terrorífica como disfrutable
El cine de tiburones no pasa de moda. Desde que Steven Spielberg revolucionó Hollywood con su clásico de 1972, este subgénero de terror se ha empeñado en sorprendernos de mil maneras diferentes, ya sea con ideas sanguinarias o con el disfrute liviano de la serie B. Por muy explotado que está, todavía hay quien encuentra nuevas formas de romper esquemas y llevar a las criaturas marinas a situaciones de lo más extravagantes que se ganan el favor del público.
Lo acaba de demostrar Netflix situando un tiburón en París con En las profundidades del Sena, que se ha consolidado como la película de habla no inglesa más vista en su estreno sin siquiera ofrecer calidad notable. Aunque lo vimos más claro hace algunos años, cuando estas bestias del mar se convirtieron en un fenómeno inesperado de taquilla gracias a una cinta altamente claustrofóbica que, a pesar de ser planteada como pura serie B, llegó a los cines cargada de sorpresas.
Hablo de Terror a 47 metros, película ambientada en México donde las vacaciones de ensueño de dos jóvenes, interpretadas por Mandy Moore y Claire Holt, se ven truncadas por un accidente en alta mar, cuando una inmersión fallida para vislumbrar tiburones blancos se salda con ellas atrapadas en una jaula rodeada de estas criaturas. No es una historia que rompa esquemas, pero sabe jugar muy bien sus cartas para cautivar al espectador y dejarle al borde de la butaca.
La planificación de escenas, donde se enfatiza el sufrimiento de sus protagonistas ante la amenaza de los depredadores en la absoluta penumbra, es más que notable. El juego con la oscuridad para crear tensión, los primeros planos para transmitir claustrofobia o el manejo del tempo para transmitir el agobio de la batalla a contrarreloj contra la falta de oxígeno hacen de esta aventura marina una experiencia de infarto. O al menos, cuando la disfruté en el cine en su estreno en 2017 pasé muchos momentos de puro nervio durante la proyección, de esos que no paras de removerte en la butaca sin saber si atreverte o no a mirar la pantalla. Pero no solo destaca en su vertiente terrorífica.
Terror a 47 metros también se presta a la diversión del terror de serie B, tomándose a la ligera la desesperación de sus personajes y dándose el capricho de apostar por el entretenimiento liviano y romper con el horror puro. En parte, hace que su calidad se resienta y que sea imposible valorarla como una obra magna del cine de tiburones. Pero, honestamente, creo que en esta mezcla entre lo claustrofóbico y la diversión sin pretensiones radica su personalidad, puesto que el resultado final se siente como un producto altamente disfrutable y accesible con elementos tan dispares como funcionales.
Un éxito que no ha parado de expandirse
Solo hay que ver su inesperado éxito en taquilla. A pesar de que el marketing apuntó a una rutinaria cinta de serie B y que la crítica la recibió con reacciones mixtas, el público quedó encantado y la convirtió en una de las producciones más rentables de 2017. Con un presupuesto de solo 5 millones de dólares, salió a tablas con más de 62 millones en todo el mundo, cifra engrosada por su buen funcionamiento en Estados Unidos donde el boca a boca la condujo a un comportamiento excelente con caídas semanales muy moderadas.
Fue tal la euforia que dos años más tarde llegó a las salas una secuela que se empeñó a elevar a otro nivel la fórmula de su predecesora. En esta ocasión, el grado de claustrofobia aumentaba al trasladar la localización a una caverna submarina, donde cuatro jóvenes acuden en busca de una ciudad Maya sumergida y se dan de bruces con la amenaza de tiburones. A pesar de añadir jugosas ideas de clásicos de terror cavernario como El descenso, no desprendió la misma frescura que la primera película. Aun así, en taquilla, a pesar de tener un rendimiento menor, se convirtió en otro éxito con casi 50 millones de dólares.
De hecho, tan buenos fueron los resultados que la productora intentó buscar ideas similares a Terror a 47 metros para exprimir su éxito de mil maneras diferentes. Es el caso de la película Fall, que cambiaba las profundidades por una vertiginosa experiencia en las alturas en pleno desierto, con dos jóvenes atrapadas en la cima de una antena gigante de telecomunicaciones. No había tiburones y la claustrofobia daba paso al vértigo, pero sí nos encontrábamos ante los mismos recursos narrativos, con otra carrera a contrarreloj para sobrevivir en un entorno hostil, un mismo giro de guion y exactamente el mismo sentido del terror y de la diversión.
Además, está previsto que el próximo 2025 se estrene una tercera parte de Terror a 47 metros, lo que ya nos lleva a hablar de franquicia. Es verdad que el legado de estas películas de tiburones, posiblemente a causa de lo saturado que está este subgénero, ha ido quedando en el olvido, pero, de obtener un nuevo éxito y seguir expandiéndose con más y más secuelas que vuelvan a dejarnos sin respiración, no sería raro hablar de una nueva gran franquicia del cine de terror.
Si quieres disfrutar de Terror a 47 metros, puedes alquilarla a través de servicios como AppleTV.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VÍDEO
"El Rey del Cachopo", la nueva serie documental de Netflix sobre el caso de César Román que causó conmoción en España
'Fiebre de sábado por la noche' y la historia de un rodaje entre miles de fans, extorsiones y mafia
La película terrible de Ana de Armas que puso en juego su carrera antes de dar el salto a Hollywood
'Inmaculada' esconde un obstáculo que impide disfrutar el show terrorífico de Sydney Sweeney