Conor McGregor se saca la espina que Meryl Streep le clavó con su menosprecio
El luchador de artes marciales mixtas impacta con su explosivo debut en 'El duro' junto a Jake Gyllenhaal
A nadie le gusta que critiquen tu trabajo, sobre todo cuando se trata de comentarios que desprecian el esfuerzo o tu percepción de la profesión que ejerces. No obstante, debe ser más difícil de digerir cuando la crítica recae en un personaje popular y se expone desde una plataforma con alcance global como Hollywood. Sin embargo, mientras hay quienes pueden tomarse las críticas con valor constructivo, otros optan por convertirlas en una misión hasta demostrar que están equivocadas. Y eso es justamente lo que hace el luchador de artes marciales mixtas, Conor McGregor, en su debut como actor en El duro, demostrando con su explosiva interpretación que Meryl Streep estuvo desacertada.
El popular deportista irlandés se lanza de lleno al mundo del cine como antagonista de Jake Gyllenhaal en el remake del clásico de culto de Patrick Swayze de 1989, De profesión: Duro, que ya está disponible en Amazon Prime Video. Se trata de un personaje caricaturesco. Un villano clásico del cine de acción y testosterona de los ’80, pero tan llamativo, divertido y explosivo que se termina convirtiendo en el arma más infalible de esta producción.
De todos modos, si bien Conor McGregor pone toda su experiencia como luchador a la orden de la historia, interpretando peleas tan imponentes con Gyllenhaal que nos duelen hasta los huesos de solo verlas, la verdadera motivación para ser tan efectivo partió de un comentario negativo que hizo la actriz de Los puentes de Madison en 2017.
Todo sucedió cuando Meryl Streep aceptaba su premio honorífico en la ceremonia de los Golden Globes de aquel año. La actriz intentaba defender la diversidad de Hollywood contra las políticas migratorias del expresidente Donald Trump cuando añadió una crítica con daños colaterales innecesarios: “Hollywood está plagado de forasteros y extranjeros y si los echamos a todos, no tendrán nada que ver excepto fútbol y artes marciales mixtas, que no son arte”, dijo mientras la industria la aplaudía al unísono.
Aquel comentario no causó gracia en el circuito de la MMA al tratarse de un deporte igualmente diverso, repleto de extranjeros, con ligas masculinas, femeninas y atletas representantes de la comunidad LGBT+, además de tener presencia en todo los continentes y una audiencia demográficamente amplia. Y parece que Conor McGregor se había guardado la espina desde entonces.
“Pelear es la forma de arte más hermosa y, ya sabes, es genial entrar en este juego, que también es arte”, dijo en el estreno de El duro en Nueva York a The Hollywood Reporter combinando el arte de su deporte con el arte de hacer cine.
“Me quedé realmente desconcertado”, dijo sobre los comentarios de Streep, “porque pelear es un arte. También es brutal, así que puedo entenderlo”.
“No le corresponde a nadie cometer un error; es un arte verdadero para aquellos que hacemos lo que hacemos, así que entré [a El duro] quizás con un poco de resentimiento y con ganas de representar mi deporte y mi arte, dar lo mejor de mí en este campo”, sentenció.
Y eso mismo hace.
Su defensa de la lucha como un arte
Cuando combinamos sus palabras con su interpretación en la película resulta evidente detectar que Conor McGregor tenía una espina clavada desde 2017 e hizo todo lo posible por sacársela de encima. Por demostrar a Meryl Streep que estaba equivocada.
El exitoso luchador irlandés es una de las figuras más populares del MMA y dueño de un talento físico que a Hollywood le viene de perlas en el cine de acción. Al igual que otros luchadores profesionales que se pasaron al cine como Ronda Rousey, Gina Carano y Randy Couture. Por eso no debería extrañar a nadie que la industria haya querido tentarlo con cambiarse de bando en múltiples ocasiones a través de ofertas y proyectos a gran escala. “Había rechazado algunos papeles durante mi tiempo en la escalada”, dijo a Total Film (vía Games Radar). “Tuve directores que se presentaron en peleas, directores realmente hermosos que hacían películas de primer nivel... Y una y otra vez, venían a mí, y yo siempre los rechazaba”.
Hasta ahora.
Dirigida por Doug Liman (Al filo del mañana), El duro repite la misma premisa central del clásico de culto de Patrick Swayze al girar en torno a un portero con habilidades letales para la lucha que comienza a trabajar en un bar para intentar controlar la violencia de sus clientes. Esta versión de Dalton (Gyllenhaal) es un exluchador que pelea con la misma calma que plasmaba Swayze en su personaje, con la diferencia de que estamos ante un remake que intenta aportar más profundidad a la historia aunque, al final, termina siendo otro vehículo para la acción extrema con el que entretenerse un rato sin que deje huella necesariamente. A excepción de Conor McGregor.
No se trata de una actuación que vaya a ganar un Oscar, pero su villano es tan caricaturesco, colorido y extremo que se convierte en la figura que queremos ver en escena una y otra vez. Interpreta a Knox, un criminal sin escrúpulos, tan letal como Dalton, que no tiene límites a la hora de destruir a su oponente, siendo el rival más difícil de batir para el protagonista.
McGregor juega con su fuerte acento irlandés, sus andares casi bailarines y expresiones de loco de remate para plantarse en la película como la figura más explosiva de todo el metraje. No solo consigue que sea el único personaje que queremos ver en acción, sino que logra generar curiosidad por saber más de sus orígenes, de dónde viene su locura, etc. Y todo esto lo consigue demostrando que su profesión como luchador puede verse como arte porque simboliza el efectismo más importante de esta película a través de coreografías de infarto, golpes que nos estremecen por dentro y un baile de peleas con Jake Gyllenhaal que harán las delicias de los amantes del género.
En resumen, demostrando que Meryl Streep se equivocaba. Porque si bien cada uno es libre de apreciar o no los deportes extremos como la lucha, percibiéndolo como arte (o no) según los gustos personales, Conor McGregor demuestra que su disciplina también forma parte del motor que hace rodar al mundo del cine. Que puede utilizar su físico, deporte y habilidades que él define como "arte" a favor del "arte" de hacer cine. Porque, al final, la industria cinematográfica no engloba solamente a los actores que llegan a la temporada de premios o las películas de Oscar, sino todo el conjunto que mueve a este gigante dedicado al entretenimiento. Y ya sabemos que al público le gusta de todo. Que existen espectadores amantes de todos los géneros, incluyendo propuestas ligeras como El duro.
Es cierto que estamos ante una película de entretenimiento pasajero. Más exagerada, sangrienta y entretenida que la original de 1989, aunque igualmente cursi y desordenada. Pero si funciona como elemento de entretenimiento de dos horas es justamente por la entrega de Conor McGregor con su “arte”, lanzándose de lleno al mundo de la interpretación con un personaje satírico, bárbaro y burlonamente cómico.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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