Un director chileno arrasa desde las sombras con blockbusters que todo el mundo conoce

Russell Crowe facing off against tiger in a scene from the film 'Gladiator', 2000. (Photo by Universal/Getty Images)
Russell Crowe facing off against tiger in a scene from the film 'Gladiator', 2000. (Photo by Universal/Getty Images)

Hollywood tiene en sus filas mucho talento latino, como bien ejemplifican directores como Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu o Alfonso Cuarón. Pero aunque estos sean los nombres que siempre resuenen en la industria, premios o prensa, lo cierto es que en la meca del cine existen otras personalidades haciéndose valer en las franquicias y películas más exitosas de la industria sin que apenas den que hablar. Ya sea trabajando en departamentos técnicos o dirigiendo secuencias en segundas unidades de dirección. Y es justo lo que ocurre con el realizador chileno Alexander Witt, quien lejos del glamur y los focos de Hollywood se ha encargado de sagas tan reconocidas como James Bond, Rápidos y Furiosos, Jason Bourne o Piratas del Caribe, entre muchas otras, estando detrás de algunas de sus más reconocidas secuencias de acción.

Originario de Santiago de Chile, Witt pasó varios años de su vida en México antes de trasladarse a estudiar a Alemania, donde dio sus primeros pasos en Hollywood como asistente de cámara en películas rodadas en el país europeo como la producción televisiva 21 horas en Munich de 1976. Repitió labor en varios títulos europeos y no tardó en trabajar para clásicos como La joya del Nilo en 1985 o la adaptación de Cujo de Stephen King de 1983, lo que le hizo ganarse un nombre en la industria y que directores como Ridley Scott o Steven Spielberg quisieran contar con él como asistente de fotografía en Thelma y Louis, Black Rain o Amistad.

Su trabajo en Black Rain captó la atención del director Jan de Bont, quien aquellos años despuntó como director de fotografía en reconocidos títulos de acción como Duro de matar y le llevó a hacer su debut en la dirección en 1994 con Máxima velocidad, el clásico protagonizado por Keanu Reeves y Sandra Bullock.

Según contó Witt en una entrevista para IGN en 2004, el cineasta decidió darle la oportunidad de dirigir las secuencias adicionales de acción, las que habitualmente se encargan a una segunda unidad mientras el equipo principal está ocupado con otras escenas. Y no se limitó a momentos de relleno, sino que muchas de las escenas más adrenalínicas de la película estuvieron en sus manos, como el momento en el que el personaje de Reeves se mete debajo del autobús en marcha para intentar desactivar la bomba.

Witt continuó trabajando con Jan de Bont en otros clásicos de la época como Twister, pero no tardó en captar la atención de otros directores como Kevin Costner, a quien ayudó en la dirección de El mensajero del futuro. A esto se sumó que Ridley Scott volvió a fijar su atención en su talento, lo que le permitió dirigir la segunda unidad de Gladiator, Hannibal o La caída del halcón negro.

A partir de los 2000 su éxito resonó en todo Hollywood y empezó a trabajar para sagas como Piratas del Caribe, xXx, Jason Bourne e incluso se adentró en el mundo superheroíco de Marvel trabajando en la adaptación de Daredevil con Ben Affleck. Y al igual que Máxima velocidad, volvió a estar al frente de secuencias de suma importancia, como toda la persecución por París de Identidad desconocida, uno de los momentos más aclamados de este clásico de acción de Matt Damon.

Es decir, hablamos de una figura de suma importancia en Hollywood, un director que pese a estar en las sombras trabajando en segundas unidades le debemos muchas de las secuencias de infarto de nuestros clásicos favoritos de acción. Y estos títulos mencionados no son nada en comparación con lo que hizo después, puesto que se encargó de la segunda unidad de toda la saga de James Bond de Daniel Craig (a excepción de Quantum of Solace), de varias entregas de Rápidos y Furiosos como la quinta o la décima, de Vengadores: Infinity War, de remakes de Disney como Cenicienta o del éxito de Netflix A Ciegas, entre muchos otros.

Además, Alexander Witt también ha estado al frente de proyectos como director principal, como el caso de la secuela de Resident Evil, en la que dirigió a Milla Jovovich en 2004 en sustitución de Paul W.S. Anderson. De hecho, este 2023 Prime Video lo eligió para dirigir Sayen, una de sus mayores apuestas para el mercado chileno con la que pretenden conformar una trilogía de acción y para la que han contado con estrellas de series como La casa de papel o Élite. Así que no es ninguna exageración hablar de otra de las figuras imprescindibles de Latinoamérica del panorama cinematográfico.

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