La secuela de 'Twister' no debería olvidar un detalle esencial del éxito de 1996

ATLANTA MAY 10: Woody Harrelson, Helen Hunt, Jane Fonda and Bill Paxton attend Twister premiere Benefiting G-CAPP  at The Fox Theater in Atlanta Georgia, May 10, 1996 (Photo by Rick Diamond/Getty Images
ATLANTA MAY 10: Woody Harrelson, Helen Hunt, Jane Fonda and Bill Paxton attend Twister premiere Benefiting G-CAPP at The Fox Theater in Atlanta Georgia, May 10, 1996 (Photo by Rick Diamond/Getty Images

Si pensamos en un éxito de Hollywood que pida a gritos una secuela, sin dudas, jamás se nos ocurriría Twister. El blockbuster de los tornados y la vaca voladora más famosa del cine habrá sido un fenómeno de taquilla que redefinió el uso de los efectos especiales como espectáculo adrenalínico para las masas, pero no contaba una historia que necesitara profundizar o continuar con una secuela. Los protagonistas que se lanzaban a ‘cazar’ el tornado más poderoso en décadas eran personajes a media cocción que pasaron al olvido rápidamente, pero la película quedó grabada en el recuerdo colectivo gracias a la grandiosidad visual y la trepidante experiencia cinematográfica que ofrecía en pantalla grande.

Pero el tiempo pasó y 27 años después existe una secuela en desarrollo con un reparto nuevo formado por Daisy Edgar-Jones (Normal People) y Glen Powell (Top Gun: Maverick) mientras Anthony Ramos (En el barrio) estaría en negociaciones para sumarse al proyecto (Variety). La secuela la dirigirá Lee Isaac Chung, el director de Minari, a partir de un guion de Mark L. Smith (El renacido). Se titulará Twisters y ya tiene fecha de estreno: el 19 de julio de 2024. En consecuencia, y antes de que empiecen a rodar, sería bueno que sus responsables recordaran un detalle esencial de la película de 1996 que, si lo repiten, podría resucitar una mina de oro para Hollywood.

Porque cuando pensamos en la resurrección del cine catástrofe (disaster films) que vivimos a mediados de los 90s, muchos probablemente recuerden Día de la Independencia como la precursora del fenómeno. Después de todo fue la película más taquillera de 1996 con una recaudación bestial de $817 millones. Sin embargo, la realidad es otra. Twister fue la primera motivación del renacer del género. Se estrenó ocho semanas antes que la película de la invasión alienígena y fue un éxito internacional que generó conversación a lo largo y ancho del planeta gracias al espectáculo de efectos visuales que nos ofrecía en las salas de cine.

Twister no pasó desapercibida y su éxito levantó el telón al fenómeno que le seguiría a continuación, reavivando el género catástrofe con blockbusteres como Día de la Independencia (1996), Godzilla (1998), Impacto profundo (1998) y Armageddon (1998). El boom del género continuó hasta bien entrados en el nuevo siglo, como demostraron los $552 millones recaudados por El día después de mañana (2004) o los $791 millones de 2012.

Twister fue la segunda película más taquillera de su año, quedando por detrás de Día de la Independencia con una recaudación global de $495 millones. Nada mal para tratarse de una producción que habría costado unos $90 millones y que, a nivel narrativo, era de las propuestas más simples del mercado.

Es cierto que Twister tenía varios elementos que jugaban a su favor: como el nombre de Steven Spielberg en el rol de productor y un guion coescrito por Michael Crichton (el autor de Jurassic Park que escribió la historia con su esposa Anne-Marie Martin) pero, sobre todo, se trataba de una propuesta que prometía dejarnos boquiabierto con sus efectos especiales. Una obra que, desde un principio, generó interés con un tráiler que apelaba a algo de creación natural -un tornado- pero convertido en un villano letal, peligroso y mortal. Un villano al acecho capaz de destruir todo a su paso.

El tráiler prometía un espectáculo visual de grandes proporciones y la película lo cumplió. Twister era puro escapismo. No pretendía ser una obra maestra del arte dramático ni contar la historia más profunda del año, sino que su poder residía exclusivamente en los avanzados efectos especiales diseñados por Industrial Light & Magic, la compañía fundada por George Lucas en 1975. Y esto quedó claro desde los orígenes del proyecto cuando Steven Spielberg y Kathleen Kennedy presentaron la idea a Warner Bros. y Universal Pictures proyectando una secuencia que mostraba el ataque de un tornado completamente computarizada que ILM había diseñado. La escena era visualmente tan convincente que compraron el proyecto sin guion sobre la mesa (Wired).

Jan de Bont dirigió el proyecto tras el éxito de otro espectáculo de acción como fue Máxima velocidad (1994) un par de años atrás. Cuenta la leyenda que el director danés llevaba un año trabajando en la preproducción de Godzilla, pero la abandonó para hacerse cargo de Twister.

Sin embargo, el rodaje no fue fácil. Ni en localizaciones reales ni para el equipo de efectos especiales. La luz de los días soleados complicó la creación visual de una película sobre tormentas, y el polvo que hacían volar sobre los actores terminó infectándoles los ojos. Tuvieron que rodar secuencias de nuevo y los empleados de ILM vivieron un infierno al combinar las escenas reales con los efectos digitales, añadiendo nubes, cambiando colores, creando tornados y haciendo que todo fuera creíble (The Ringer).

Pero el esfuerzo dio sus frutos y Twister se convirtió en un ejemplo de la importancia que los efectos visuales estaban cobrando en el negocio hollywoodense. Que con el uso innovador del CG y el diseño de efectos creíbles podían crear experiencias cinematográficas y blockbusteres rentables. Y en este caso, abrieron la puerta al resurgir del cine catástrofe. Un género que lleva pululando sin fuerza y perdido en el limbo desde hace varios años.

San Andreas, la película de 2015 protagonizada por Dwayne Johnson, fue el último blockbuster destacado en el género de los desastres catastróficos con una recaudación de $474 millones. Desde entonces Gerard Butler intentó rescatarlo con películas como Geotormenta (2017) o El día del fin del mundo (2020), pero la primera fue destrozada por la crítica e hizo perder unos $100 millones a Warner Bros. (The Wrap), mientras la segunda no tuvo repercusión.

Por eso, si los responsables de Twisters analizan todos los elementos que hicieron de la película de 1996 una precursora del género, quizás consigan resucitarlo. El cine catástrofe siempre fue un género destinado al entretenimiento más puro, escapista y visual de la pantalla. Y si la nueva producción apuesta por la innovación de los efectos especiales y el espectáculo masivo apuntando a la amenaza de algo inescapable, destructor y feroz provocado por la propia naturaleza, añadiendo el factor nostalgia a la ecuación, podrían tener entre manos un as importante para recuperar el cine catástrofe en todo su esplendor.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VIDEO

Steven Spielberg da las gracias a Tom Cruise por haberle 'salvado el cu** a Hollywood'

Cómo Anthony Hopkins y Jodie Foster elevaron sin querer a 'El silencio de los inocentes'

La historia del clásico que hizo bailar al público en los cines hace 40 años

El salvavidas tras el éxito de 'Baywatch' que nunca alcanzó la fama que merecía