Los motivos por los que a algunas personas el café no les quita el sueño

Si nuestro organismo tarda unas seis horas en deshacerse de la cafeína, para dormir bien, deberíamos suprimir el café de sobremesa. Sin embargo, algunas personas parecen inmunes al efecto despertador del café. Te contamos por qué

El metabolismo de algunas personas les permite absorber la cafeína con mayor rapidez. Esto se debe, en parte, a los genes y también a que poseen una mayor cantidad de enzimas que metabolizan la cafeína en el hígado.(Foto: Getty)
El metabolismo de algunas personas les permite absorber la cafeína con mayor rapidez. Esto se debe, en parte, a los genes y también a que poseen una mayor cantidad de enzimas que metabolizan la cafeína en el hígado.(Foto: Getty)

Los genes y el número de receptores neuronales que tenemos en nuestro cerebro -diferentes en cada persona- junto al carácter y el temperamento individual marcarían la diferencia entre las personas que no pueden tomar café a partir de cierta hora porque les impide conciliar el sueño, y aquellas a quienes no les devela tomarse una taza de esta bebida excitante a última hora del día.

“Existe una susceptibilidad individual que podría deberse a tres mecanismos distintos”, explican el pediatra Carlos Casabona y el dietista-nutricionista Julio Basulto, autores de Beber sin sed y expertos en divulgación científica sobre Salud y Nutrición. “Uno se explicaría por la distinta actividad de la enzima que metaboliza la cafeína, característica que vendría condicionada por la genética. Otro podría deberse al número de receptores neuronales que tenemos en el cerebro, algo que también varía de unas personas a otras. Y el tercero, estaría relacionado con la personalidad del individuo”.

Además de la cafeína, el café tiene una variedad de moléculas con actividad biológica, que producen efectos diversos como disminución de la fatiga, aumento del estado alerta y mejora del humor, por lo que se convierte en la sustancia psicoactiva más consumida a nivel mundial. (Foto: Getty)
Además de la cafeína, el café tiene una variedad de moléculas con actividad biológica, que producen efectos diversos como disminución de la fatiga, aumento del estado alerta y mejora del humor, por lo que se convierte en la sustancia psicoactiva más consumida a nivel mundial. (Foto: Getty)

Pero, ¿en que se basan estas afirmaciones? Vayamos por partes...

1.- Resistencia genética

Hace tiempo que se conoce la influencia que tienen los genes en lo que comemos y bebemos, y en cómo nos sienta. Por ejemplo, diversos estudios han identificado un gen que hace a ciertos individuos más sensibles a estos efectos de la cafeína.

En 2018, una investigación de la Universidad Northwestern en Chicago, Illinois (EE.UU.), concluyó que “tenemos factores genéticos incorporados que nos ayudan a autorregular la ingesta de cafeína”, explicó Marilyn Cornelis, investigadora principal. “Es interesante lo mucho que afecta nuestra genética a esto”.

Su equipo descubrió un conjunto de genes involucrados en la metabolización del café que explica por qué no todos reaccionamos a la bebida por igual.

Según esta investigación, las personas que consumen café de forma regular desarrollan cierto nivel de tolerancia a la cafeína que, con el paso del tiempo, puede revertirse abandonando el hábito de tomarlo a diario. Mientras que si evitas el café porque te pone nervioso, te da insomnio o te provoca náuseas, esto podría deberse a diminutas variaciones en tu código genético.

En lo que a cafeína se refiere, habría dos genes gestionan la mayor parte del trabajo.

  • El CYP1A2 produce una enzima en el hígado que metaboliza aproximadamente el 95 por ciento de toda la cafeína ingerida.

  • El AHR controla la cantidad que produces de dicha enzima. Juntos, estos genes controlan la cantidad de cafeína que circula por tu torrente sanguíneo y el tiempo durante el que lo hace.

“Si alguien posee una variante genética que provoca un menor metabolismo de la cafeína, es más probable que consuma menos café frente a alguien que posee una variante genética que provoca un mayor metabolismo de la cafeína”, explicó Cornelis.

Más adelante, la investigadora demostró en una nueva investigación, publicada en la revista Human Molecular Genetics, que nuestro sistema nervioso central también influye en el café que tomamos.

En otras palabras, si eres un metabolizador rápido —o si fumas, lo que acelera el metabolismo—, la cafeína no se quedará en tu organismo el tiempo suficiente como para afectar profundamente a los centros de estímulo del cerebro, de forma que quizá te sirvas otra taza.

Pero si produces menos cantidad de esta enzima liquidadora de cafeína, más cantidad circulará por tu torrente sanguíneo durante más tiempo, lo que implica que te afectará durante más tiempo, y si te acuestas, podrías tirarte un buen rato dando vueltas entre las sábanas hasta lograr conciliar el sueño.

Por tanto no se aconseja que un adulto tome más de 400 mg de cafeína al a día, cantidad que según la EFSA es segura para la salud, y correspondería aproximadamente a unas 4 o 5 tazas de café expreso al día. En embarazas, el tope sería la mitad (200 mg al día), unas 3 tazas de café y no excesivamente cargado.

Y es que, aunque pueda ser beneficioso para nuestro cuerpo, “la cafeína puede retrasar el sueño hasta 40 minutos más de lo normal ya que es psicoactiva, y más cuando se consume de noche”, añade la doctora Guadalupe Blay, responsable de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

Blay añade que si bien “es bueno tomar entre dos y tres tazas de café al día, es decir, entre 200 y 300 miligramos, no más, a partir de ahí se nota el efecto de un exceso de cafeína en tu sistema cardiovascular y nervioso”.

2.- Cómo afecta al cerebro

Por otro lado, el segundo factor implicado en nuestra resistencia o sensibilidad al café se encuentra en el cerebro, donde existen receptores para la adenosina, y si la adenosina se une a esos receptores, nos entra el sueño.

Tal y como explican Casanova y Basulto, “el efecto de la cafeína se produce porque desplaza a la adenosina, una sustancia que producimos en el cerebro que, entre otras cosas, sirve para regular las funciones de vigilia y sueño”.

(Foto:  Barisieur, Reloj despertados con cafetera automática)
Los 'metabolizadores rápidos' puede ingerir dosis elevadas de café sin que interfiera en su capacidad para conciliar el sueño. (Foto: Barisieur, Reloj despertados con cafetera automática)

En condiciones normales, la adenosina contribuye al sueño y suprime el despertar. Y la cafeína disminuye el sueño, precisamente por el bloqueo del receptor de adenosina.

De tal manera que la sensibilidad del cerebro a la cafeína puede variar enormemente de persona a persona, dependiendo de la cantidad de receptores de adenosina que se unan a la cafeína después de que se haya consumido. Las personas cuyos receptores se unen de manera más efectiva a la cafeína tienden a sentir un nerviosismo más intenso.

3.- La importancia de personalidad

Por último, Casabona y Basulto apuntan un tercer factor que potenciaría esa inmunidad y es que “tener un carácter tranquilo podría asociarse a una mejor tolerancia a los efectos de la cafeína, mientras que alguien con temperamento inquieto los sufriría con mayor intensidad”.

Si tienes poca tolerancia...

Por tanto, aunque hay una gran variabilidad individual, lo prudente sería no tomar café unas 5-4 horas antes de querer conciliar el sueño, pues la cafeína puede permanecer en la sangre hasta 8-9 horas, aunque los niveles máximos se alcanzan a la hora de haberla tomado. Después, comienza a descender, de forma que a las 4-5 horas ya se ha metabolizado una cantidad importante.

También es importante señalar que la tolerancia al café de cada persona está ligada a la capacidad de su hígado para metabolizar la cafeína (rápida o lentamente) y de si tenemos o no esa variación genética que mencionábamos al principio y que hace que el sistema nervioso central sea más sensible a los efectos estimulantes de la cafeína. Por tanto, podemos decir que todos somos bebedores de café únicos. Nuestra genética programa nuestra reacción a la cafeína, igual que ocurre con el color de los ojos o el cabello.

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