El español peculiar de Cádiz, entre el ingenio y la gracia
Cádiz (España), 24 mar (EFE).- 'Sieso', 'cursi', 'malaje', 'quillo', 'jartible', 'biruji', 'al liquindoi', 'mandao' o 'bastinazo' son parte de las decenas de palabras del español peculiar que se habla en Cádiz, la ciudad atlántica española que recibe a los participantes del IX Congreso Internacional del la Lengua Española.
En el suroeste del país, con más de tres mil años de historia, es la ciudad más antigua de Occidente y la más americana de Europa, y se convierte a partir del lunes próximo en sede del debate más importante del mundo sobre el pasado, el presente y el futuro del español.
Cádiz no ha querido dejar pasar la ocasión para exhibir el peculiar talento y el disparatado ingenio que durante la historia han desarrollado sus vecinos para crear, por los más diversos azares, nuevas palabras o innovar sobre otras.
'SICUR, SICUR, SICUR... CURSI'
Algunas se han convertido incluso en parte del español más global y académico. Es el caso de 'cursi', definida por la Real Academia Española como quien, "pretendiendo ser elegante, resulta afectado, ridículo o de poco gusto".
Nació en Cádiz cuando las hijas de un sastre llamado Sicourt paseaban por la ciudad y les cantaban a su paso "las niñas de Sicur, Sicur, Sicur, Sicur..."
Otras son palabras que adquieren un nuevo significado en esta ciudad: una baraja es el cierre metálico de las tiendas.
Una exposición en la fachada del Mercado, ediciones de libros, debates y hasta un nuevo rap invitarán a los más de 300 expertos del Congreso Internacional de la Lengua Española a conocer la intrahistoria de los "gaditanismos".
Varios ingredientes contribuyen al talento de los gaditanos para crear su propio léxico, según explica a EFE el profesor Pedro Payán, autor de "El habla de Cádiz", con sus investigaciones sobre un centenar de localismos.
Uno de ellos es la propia historia de la ciudad, "que los fenicios fundaron como Gadir, los romanos rebautizaron como Gades, los árabes llamaron Qadis... Es una historia que ha ido enriqueciéndose, también con la época de esplendor de las relaciones comerciales con América", cuenta Payán.
Otro es su geografía, "porque la ciudad es como una isla abierta", que le ha dado un profundo contacto con el mar, y un tercero es el "carácter" de su gente: "En Cádiz todo lo negativo nos lo tiramos a la espalda con guasa, con ingenio, como también se demuestra en nuestro carnaval", dice el lingüista.
"El libro tiene ya cuarenta años y no ha parado de crecer", explica. Además, tiene "una carpeta llena de notas" que, a sus 85 años, y por problemas de vista, ya no está "en condiciones" de incorporar.
La octava edición será uno de los recuerdos que los 300 académicos y especialistas de la lengua española recibirán de regalo.
CREATIVIDAD VARIADA
El peculiar diccionario da cuenta de la variedad de procesos que han hecho surgir nuevas palabras.
"Muchos son por nuestra manera de ser, nos gusta comernos las palabras, abreviar, ir al grano y tenemos mucha imaginación", cuenta a EFE Daniel Prada, creador de la webserie "Gaditanismos", en la que ahora ha publicado el rap "Hey, tú, habla en gaditano".
Dentro de esa riqueza, hay fenómenos como la popular triple negación 'no ni ná', para enfatizar una afirmación.
O transformaciones de otros idiomas como 'al liquindoi', que viene de la expresión inglesa 'at looking doing', y se ha convertido en una forma de contar que uno esta alerta.
Y 'guachisnai', que procede de 'what’s your name?', y se usa en Cádiz para referirse a un extranjero o una persona corriente.
Cuando en Cádiz alguien dice que está en el 'paraíso', es probable que se refiera a las butacas más altas de un teatro.
La expresión, cuenta Payán, procede de las Cortes de Cádiz, cuando el público podía asistir a las sesiones parlamentarias en la parte superior del oratorio San Felipe Neri (1811-1812), adonde entraban por una puerta con el escudo de un paraíso.
En Cádiz, chiquillo es sólo 'quillo'; cuando sangra la nariz, uno tiene 'mosqueta'; se siente 'biruji' con vientos frescos y, cuando a uno le hacen una 'ajogaílla', es que le están haciendo una ahogadilla.
Hay personas que son 'carajote' por buenas o despistadas; y las antipáticas y desagradables son 'malajes', al parecer de 'mal ángel'; y está el 'pimpi', un embaucador.
El carnaval ha aportado 'cajonazo' para referirse a quienes no han conseguido entrar en la gran final del concurso oficial anual de agrupaciones y comparsas o a algún tipo de fracaso.
Y el mundo marinero ha enriquecido el lenguaje con 'bastinazo', un pescado de poca calidad, que se usa para definir, por ejemplo, una película mala.
Porque la lengua "está siempre efervescente", subraya el lingüista gaditano Payán.
(c) Agencia EFE