Esto es lo que ocurre si usas demasiado bálsamo labial
Pareciera un hábito gentil y saludable para nuestros labios. Aplicar bálsamo labial varias veces al día, mientras trabajas, después de cepillarte los dientes, después de beber algo, antes de dormir: esa barra con fragancia a coco y sabor dulce. Se siente bien, se siente suave y cuando se absorbe o desaparece, regresan esas ganas de reaplicar como si de un vicio se tratara.
Sin embargo, aunque no parece, este es un mal hábito que puede perjudicar la delicada piel de nuestros labios, que amerita especial atención y cuidados para que esté realmente hidratada y saludable.
La cosmetólogo Joanna Méndez explica que la piel de los labios, a diferencia de la piel del rostro, no tiene vellos y, por lo tanto, no hay poros con glándulas sebáceas que secretan el sebo, cuya acción es lubricante. En los labios tampoco hay glándulas sudoríparas por lo que no es fácil regular la temperatura con lo cual el frío o el calor repentinos los afectan en mayor manera que en el resto de la piel.
Malos hábitos
“De esta manera, la piel de los labios tiende a resecarse y a perder elasticidad por factores como las condiciones ambientales o cambios de temperatura, por condiciones físicas y por malos hábitos. Entre estos hábitos comunes están la fricción constante con servilletas, con la que raspamos constantemente la piel y la desgastamos; y lubricarnos con la lengua cuando los sentimos secos. Esto los reseca mucho más por las enzimas y otros componentes de la saliva, e incluso se pueden agrietar”, dice.
Otros malos hábitos que menciona la experta son el desmaquillarnos con mucha agresividad pues arrastramos la humedad natural de los labios. También el tabaquismo, arrancar los pellejitos que pueden salir, morderlos, entre otros. Todo esto contribuye a que tengamos mayor necesidad de aplicar obsesivamente bálsamos labiales y otros productos que prometen hidratar, pero que usados en exceso son contraproducentes.
“Lo que ocurre es que muchos de estos bálsamos son fabricados con petrolato, que es vaselina, que es un oclusivo, es decir que simplemente atrapa la poca agua que podemos tener, pero no los nutre. Estos productos también tienen fragancias y saborizantes que te tientan a que te muerdas y los lamas los labios por una cuestión sensorial. Lo hacemos hasta sin darnos cuenta y todo esto contribuye al deterioro de la piel”.
Los bálsamos labiales de este tipo, al ser emolientes, brindan la sensación -y la apariencia- de que hidratan pero en realidad solo suavizan la superficie y la hace más uniforme, pero no proveen de la humedad que los labios necesitan, explica Méndez, quien agrega que esta sensación más la rica fragancia o sabor, hacen que los consumamos mucho mas rápido y los querramos reaplicar, tapando el problema en lugar de solucionarlo, porque una cosa es humectar y otra muy distinta es hidratar.
Qué hacer
Además de asegurarnos de mantener la hidratación adecuada de nuestro organismo, al experta recomienda exfoliar los labios con productos muy suaves y evitar trucos como la exfoliación con azúcar que puede ser muy agresiva. Lo ideal es usar un exfoliante químico muy suave, o exfoliantes físicos que sean redondeados.
Luego, Méndez aconseja aplicar aceite labial hidratante teniendo en cuenta que esta zona, al no ser elástica y muestra rápido señales de envejecimiento, por lo que debemos aplicar los productos con mucha suavidad y en círculos pequeños, y después de los aceites es que aplicamos el bálsamo labial oclusivo, que mantendrá la humedad atrapada en la piel. El bálsamo no debería aplicarse más de tres veces al día.
Otros datos interesantes son procurar que el lipstick o bálsamo labial tenga protección solar, y evitar que tengan colorantes y fragancias irritantes, así como más de 30% de concentración de glicerina, pues este ingrediente requiere agua y si nuestros labios no están hidratados, tomará la poca que tienen dejando la zona mucho más vulnerable.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR:
Herpes genital, una enfermedad de transmisión sexual más común de lo que muchos creen