‘Friends’ nunca volverá a ser lo mismo tras la muerte de Matthew Perry
La experiencia de ver la exitosa sitcom añade ahora la noción de la despedida
Jamás lo hubiéramos imaginado pero la experiencia de ver Friends una y otra vez no volverá a ser la misma. Porque esa serie que lleva tres décadas rellenando horas de nuestra existencia, haciéndonos compañía día tras día, siendo una aliada infalible cuando no podemos decidirnos entre la cantidad de contenido que abunda en el streaming, comienza una nueva etapa. Una en donde el humor, la simpatía graciosa y el entretenimiento ligero pasan a teñirse de añoranza y nostalgia tras la muerte de Matthew Perry.
El fallecimiento del actor el pasado 28 de octubre en su casa de Los Angeles tomó al mundo por sorpresa. No solo porque tenía 54 años, porque días atrás había publicado su última foto en Instagram en el mismo jacuzzi donde lo habrían encontrado sin vida, o porque todavía se desconocen los detalles en torno a su partida -al momento de escribir este artículo se está investigando la causa de su muerte-. Sino también porque hace menos de un año nos hizo testigos de su renacimiento personal a través de sus memorias. Un libro donde desnudaba sus demonios personales, el éxito y las adicciones, dando entrevistas que llegaron al alma de todos aquellos que conectamos con Chandler, su personaje de Friends, a través de la risa.
Era una especie de borrón y cuenta nueva desde el plano personal porque, profesionalmente hablando, parecía haber colgado el traje. Sus últimos trabajos en televisión los hizo en 2017 y, desde entonces, no trascendió ninguna colaboración ni proyecto en ciernes.
Sin embargo, la muerte de Matthew Perry trasciende más allá de las noticias a raíz de esa conexión que el público mantiene con la serie a través de diferentes generaciones. Porque estamos aquellos que la seguimos desde su debut en 1994, los que la descubrieron más tarde a través de las repeticiones televisivas y los espectadores modernos que todavía se siguen enganchando gracias a la disponibilidad del streaming (en Latinoamérica está en el catálogo de HBO Max). Pero, sobre todo, estamos los millones de televidentes que la seguimos viendo aunque la sepamos de memoria (confieso que ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que la vi de principio a fin). Esos que nos seguimos riendo de sus gracias como si fuera el primer día, los que seguimos compartiendo minutos de nuestro tiempo con los seis amigos más famosos de la televisión y los que, todavía, recordamos a Chandler como uno de nuestros personajes favoritos.
Evidentemente, cada uno tenía características que los hicieron conectar con el público. Desde la patosería de Ross (David Schwimmer) al sex appeal caprichoso de Rachel (Jennifer Aniston), el perfeccionismo irritante de Monica (Courteney Cox), la tontería inmadura de Joey (Matt LeBlanc) a las rarezas entrañables de Phoebe (Lisa Kudrow). No obstante, Chandler siempre aportó algo mucho más profundo y diferente. Fue el personaje con la historia de fondo más interesante y el que vivió una transición dramática bajo la fachada del humor que no pasa desapercibida.
Y es que Chandler era el alma de la fiesta. Un analista de profesión (aunque nunca terminamos de entender muy bien a qué se dedicaba) que era el sarcasmo personificado cuyo humor no solo quedaba reflejado en los guiones, sino en la interpretación nerviosa y saltarina de Matthew Perry. Y es que el actor enfatizaba en la faceta física de su personaje, las reacciones, gestos y hasta su forma de caminar, haciendo que el drama de fondo conectara con humanidad con los espectadores.
Desde el primer episodio descubríamos que Chandler Bing usaba el humor como mecanismo de defensa, compartiendo poco a poco una infancia en donde se había sentido secundario para su madre (una novelista exitosa de libros eróticos) y su padre (una drag queen de Las Vegas), quienes le anunciaron el divorcio una noche de Acción de Gracias, desarrollando en él rechazo absoluto a la fiesta estadounidense.
Su falta de autoestima resaltaba cada vez que hablaba de su escasa vida amorosa, pero su lealtad hacia sus amigos destacaba en su relación con Joey, ayudándolo todo el tiempo económicamente. Mientras el resto de personajes provocaban risas a través de sus personalidades y excentricidades, Chandler lo hacía recurriendo a la inteligencia. Su humor negro era el reflejo de su vulnerabilidad mientras que, a lo largo de diez temporadas, pasó de ser un hombre que rechazaba su identidad como hijo de una madre cisgénero y un padre transexual, a aceptar su identidad con una evolución dramática que rompía los esquemas de principios de los 2000s. Era un personaje que pasaba de la baja autoestima, la dependencia al cigarrillo y el miedo al compromiso, a romper con todos sus estereotipos abriendo su corazón junto a Monica.
Y si bien el romance entre Ross y Rachel se robó el protagonismo de gran parte de la serie, Matthew Perry encontró su lugar siendo el alivio cómico constante. Si una historia no funcionaba del todo, sabíamos que siempre podía aparecer él para subir el tono. Como su despedida besando a todas sus amigas en los labios para esconder su relación secreta con Monica, su persecución torpe tras una chica por las calles de Nueva York o las muestras de amor platónico con Joey que siempre nos robaban el corazón.
Sin embargo, todos esos momentos especiales ahora los veremos con una luz diferente: con esa luz de la nostalgia que desprende el adiós. Porque así como sucedió con Robin Williams, Paul Walker, Carrie Fisher o Chadwick Boseman, el impacto cultural de su partida es demasiado grande como para que no trascienda a través de sus legados más importantes. Y volver a ver Friends de nuevo, como venimos haciendo desde hace muchos años, ya no será lo mismo.
Porque ahora se añade el velo de la despedida. La noción consciente de que el actor que interpreta al personaje más sarcástico del show, ya no forma parte de ese grupo de seis actores. Que ya no habrá reuniones ni reencuentros cada vez que se cumpla un aniversario. Al menos, no de los seis. Que ya no habrá oportunidad de volver a verlos juntos otra vez. Y si bien las nuevas generaciones jamás vivirán este cambio en la experiencia, al resto de millones de nosotros que convivimos con Friends desde hace tanto tiempo, nos quedará por siempre el recuerdo de lo que fue y lo que es ahora.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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