No me extraña que Guillermo del Toro haya perdido un Globo de Oro que parecía asegurado
Guillermo del Toro es uno de los muchos latinos que este año circulan por la temporada de premios. En su caso, de la mano de Pinocho, la exitosa adaptación del clásico italiano que desarrolló con maestría técnica a través del stop-motion. Y una de sus paradas obligadas fueron los Globos de Oro donde optaba a dos galardones. El director mexicano logró imponerse en la categoría de mejor película animada, aceptando el premio con la simpatía que tanto le caracteriza. “Algunos estamos borrachos ¿qué puede ser mejor?", decía bromeando para luego elevar al cine de animación al lugar que merece.
"La animación es cine. No es un género para niños, es un medio", citaba. Sin embargo, el segundo galardón se le escapó de las manos. Y no me extraña.
Hablo del premio a mejor canción donde la película de Netflix competía con Ciao Papa, una balada emotiva y llena de sentimiento que Pinocho canta a Gepetto en forma de despedida cuando se embarca en su propia aventura independiente. Una canción en la que el mexicano participó directamente junto a Alexandre Desplat y Roeban Katz. Debido al éxito de la película entre los críticos y periodistas especializados, así como el efecto emocional que tiene en la historia, podía parecernos un premio asegurado. Incluso por encima de una estrella como Lady Gaga que competía con Hold my hand de Top Gun: Maverick. Pero no fue el caso. Lo perdió frente a otro éxito de Netflix: RRR.
La ganadora del Globo de Oro a mejor canción fue Naatu Naatu, un tema que irradia la magia del cine de Bollywood y que representa la locura de color y energía contagiosa de una película que conquistó al público y la crítica contra todo pronóstico. RRR es una cinta que no puede definirse bajo un único género. Es, en realidad, un remix entre acción, drama, parodia, buddy comedy y hasta musical. Todo en uno. Se trata de una obra que supera las líneas de la sobreactuación, con una historia básica pero con una energía tan contagiosa que logra salir airosa a pesar de los fallos aparentes. Y digo aparentes porque en esta producción todo tiene sentido de ser. Todo forma parte de su locura enérgica. Hasta las sobreactuaciones. Y Naatu Naatu es la representante primordial de su valía cinematográfica. De ahí que entienda que Guillermo se quedara sin su segundo Globo de Oro de la noche.
Dirigida por S. S. Rajamouli, RRR es la película más costosa en la historia del cine indio (y la tercera más taquillera) y cuenta la historia de dos hombres letales de origen indio que buscan justicia sobre el régimen opresor de la colonia británica en 1920s. Cada uno tiene sus motivos, pero cuando a uno de ellos, Raju (Ram Charan), que trabaja como soldado para el imperio británico, le asignan la captura de Bheem (N.T. Rama Rao Jr.), jamás se imagina que se trata de su nuevo mejor amigo. Porque Raju y Bheem se conocen de casualidad salvando la vida de un niño en una secuencia con un nivel de acción bestial, descubriendo que no solo comparten agilidad sino una afinidad que los hace inseparables.
Naatu Naatu aparece en el primer acto de la historia cuando ambos asisten a una fiesta del imperio. Raju quiere ayudar a su amigo a conquistar a la mujer inglesa que le gusta. Y en un momento de opresión y bullying por parte de un inglés que intenta ridiculizar a los personajes delante de su comunidad diciéndoles que no saben bailar con elegancia, ellos se lanzan en un número lleno de energía, cantando y bailando con fuerza contagiosa.
De esta manera, mientras Ciao Papa representaba el dolor de la despedida con una voz infantil contagiando esperanza y tristeza al mismo tiempo, Naatu Naatu simbolizaba la sorpresa que es una película como RRR. Porque esta canción surge de repente y, de manera inesperada, añadiendo un género más a esta locura de la gran pantalla.
Y por eso no me extraña que Guillermo del Toro se haya quedado sin un segundo Globo de Oro que cargar bajo el brazo. Porque por mucho que Ciao Papa emocione, no termina de ser una representante tan impactante y perdurable en el tiempo. No al nivel de Naatu Naatu que logra sacarte una carcajada ante la sorpresa, una sonrisa ante la energía que irradia y hasta te provoca ganas de aplaudir al son de la música ante el espectáculo visual que contagia.
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