Cómo dos princesas Disney convirtieron el odio de las redes en una lección vital

Halle Bailey y Rachel Zegler no se dejaron envenenar por la negatividad y los prejuicios raciales

Halle Bailey prefirió dejar de lado la negatividad cuando su fichaje para 'La Sirenita' despertó el rechazo viral. (Foto de Gilbert Flores/Variety via Getty Images)
Halle Bailey prefirió dejar de lado la negatividad cuando su fichaje para 'La Sirenita' despertó el rechazo viral. (Foto de Gilbert Flores/Variety via Getty Images)

El mundo de Rachel Zegler y Halle Bailey cambió de repente y sin aviso el día que Disney tocó a sus puertas. Cada una estaba haciendo su camino artístico, escalando peldaños poco a poco en la industria. La primera tras ser descubierta por Steven Spielberg a través de un casting convocado en Twitter, la segunda con Beyoncé como madrina musical. Sin embargo, como veinteañeras recién llegadas al negocio les tocó vivir la otra cara de la exposición mediática, siendo el foco de la furia viral cuando el estudio del ratón Mickey las eligió para interpretar a dos de sus princesas más icónicas. Una por tener ascendencia latinoamericana, muy ‘marrón’ para los defensores de la versión clásica de Blancanieves. La otra por ser negra cuando La Sirenita era blanca y pelirroja en los dibujos animados.

No obstante, a pesar de la falta de experiencia y la inherente vulnerabilidad de la juventud que las dejó expuestas al odio viral, los prejuicios y el racismo que afloraron en las redes sociales, ambas optaron por aprender una lección incalculable en el camino.

“Somos sensibles. Somos seres humanos. Hasta me rompe el corazón que mi gato no quiera sentarse a mi lado”, explicaba Halle Bailey, la actriz y cantante que interpretó a Ariel en el remake de La Sirenita cuando surgió el tema del odio viral durante una charla con Rachel Zegler para Variety. “Eso es lo que la gente no se da cuenta: se nos brindan oportunidades increíbles y podemos ser vistas en pantallas masivas, pero hay una disociación. La gente deja de verte como un ser humano real que tiene sentimientos y reacciona ante las cosas. Definitivamente fue algo que tuve que navegar”.

“Pero resultó ser la lección más hermosa: bloquear a los detractores o la negatividad”, sentenciaba aunque añadía que, a pesar de su apariencia “dulce”, leer los comentarios negativos en redes sociales la hicieron enojar.

La actriz continuaba diciendo que quería responder a los comentarios -donde hubo insultos, prejuicios raciales y hasta el hashtag #NotMyAriel circulando por el amplio mundo de la red como rechazo viral a su fichaje- aprendiendo que la mejor manera de responder era siendo elegante con sus formas. “Porque es difícil ser mujer bajo los focos. La gente es muy crítica y dice cualquier cosa que nunca te diría a la cara”, añadía.

Efectivamente, Halle Bailey respondió a los ‘haters’ pero lo hizo a través de entrevistas y mensajes online donde dejaba claro que no quería prestar atención a la negatividad sino que prefería dejar que la película hablara por sí sola cuando llegara a los cines. Porque, al final, el personaje era lo que importaba mientras centraba sus emociones en disfrutar de las reacciones positivas.

Como los videos de los niños de la comunidad afroamericana que celebraban con alegría el verse representados por fin en una princesa Disney de carne y hueso, y tan icónica como Ariel, cuando salió el primer tráiler. Eran vídeos que despertaban tanta empatía que deberían haber silenciado el racismo contra la película. Pero no fue el caso. El rechazo continuó, incluso con llamamientos a de boicot al estreno, y poco después se traspapeló a la elección de Rachel Zegler.

A Rachel Zegler le tocó vivir su propia dosis de rechazo online por ser elegida como Blancanieves. (Foto de Dia Dipasupil/Getty Images)
A Rachel Zegler le tocó vivir su propia dosis de rechazo online por ser elegida como Blancanieves. (Foto de Dia Dipasupil/Getty Images)

La actriz nacida en Nueva Jersey lleva sangre colombiana en sus venas a través de su abuela materna, una mujer que emigró a EE. UU. en los años ‘60s. Sin embargo, a pesar de mostrar sus increíbles dotes vocales en Amor sin barreras y compartir cierto parecido con el dibujo animado con su cabello negro azabache, hubo quieres no estuvieron de acuerdo con la elección. Por tener ascendencia latinoamericana. Por no ser blanca como la nieve. Y ella también terminó recibiendo la furia del odio viral. Primero desde el ángulo de los prejuicios raciales y, más tarde, ampliando el rechazo a través de las críticas en contra a los cambios supuestamente feministas que habrían realizado a la historia de Blancanieves en este nuevo remake.

Zegler habló del tema en diferentes entrevistas, explicando que la historia la mostraría como una mujer que no necesita del príncipe para salvarse. Sin embargo, las redes comenzaron a desempolvar declaraciones del pasado donde Rachel decía que Blancanieves le había dado miedo de pequeña, despertando más críticas que la tachaban de pseudo-feminismo.

A continuación, la actriz respondió en julio de 2023 a través de X (antes Twitter) agradeciendo el cariño de los fans que la defienden pero solicitaba que dejaran de etiquetarla “en el discurso sin sentido sobre mi casting”. “De verdad, no quiero verlo”, sentenciaba junto a fotografías de su infancia disfrazada de princesas Disney.

Elegir el agradecimiento es elegir la paz. Por mucho que quieras recordarle a la gente verbalmente que ser el centro de atención no te absuelve de tu humanidad (que puedes tener momentos humanos), no necesariamente hará lo que quieres que haga. Los alimenta más”, explicaba Rachel a su compañera en el reciente encuentro para Variety. “Se trata de elegir estar presente y saber que quizás están teniendo un mal día y yo estoy sacando una película”, concluía sobre los usuarios críticos.

A pesar del odio viral, los comentarios negativos e insultos gratuitos, Rachel Zegler asegura que terminó sintiéndose agradecida porque la hicieron más “sólida que el teflon”. Que ahora nada puede lastimarla “porque dijeron las peores cosas que se pueden decir”. “Solo digo ‘Gracias por eso. Tengo mucho amor en mi vida y estoy muy agradecida’. Podemos hacer nuestro trabajo y dejar que hable por sí mismo”.

“Hay gente ahí fuera que dice cosas que hacen que la gente no quiera unirse, que hace que la gente quiera pelear. Y no merece la pena nuestro tiempo y energía”, concluía Rachel. “Mantente agradecido e ignora el odio”, proclamaba Halle como parte del mismo mensaje.

Y así, entre el odio y la difícil dicotomía que las llevó a vivir entre la alegría por la oportunidad y el rechazo viral, ambas consiguieron aprender una lección vital: que es mejor estar agradecido por lo bueno y dejar que lo malo circule por su cuenta. Que el resultado que sale del empeño y el esfuerzo, al final, hablará por sí solo. Básicamente como dice el refrán: “A palabras necias, oídos sordos”.

Halle Bailey tiene 23 años, sin embargo, cuando su fichaje despertó el rechazo viral apenas había cumplido los 19. En el caso de Rachel, ahora suma 22 primaveras pero al momento del anuncio oficial del casting de Blancanieves, había llegado recientemente a los 20. En otras palabras, eran mucho más jóvenes y sin la experiencia de una estrella de cine curtida, acostumbrada a los focos y el interés mediático.

Las dos tuvieron que vivir aterrizajes forzosos a la meca del cine, viéndose en la tesitura de estar en el centro de una conversación viral que sacó a relucir prejuicios y racismo desde diferentes ángulos. Como dicen ellas, los usuarios más críticos se olvidaron de que son seres humanos, que eran jóvenes que ni siquiera habían alcanzado la mayoría de edad y que no tenían experiencia lidiando con la atención de los focos. Mucho menos cuando los comentarios eran tan oscuros y negativos. Y que, a fin de cuentas, nadie está preparado para ser el centro de un discurso donde el racismo y los prejuicios entran en juego. Menos a esa edad.

Cada una navegó el asunto como pudo después de todo. Sin embargo, el problema sigue siendo el mismo. Porque una cosa es ser tradicionalista y desear que los remakes de Disney plasmen a las princesas con fidelidad absoluta a los dibujos animados. Pero si hicieran eso, ¿dónde quedan los avances de diversidad? ¿El reconocimiento de que el mundo es amplio y diverso, que las historias no solo deben contarse para satisfacer la representación caucásica? Eso es lo que hizo Disney después de todo durante varias décadas, imponiendo una visión blanca que dejaba a otras comunidades aisladas del sentimiento de pertenencia cinematográfica. ¿Qué problema hay con que las princesas ahora tengan un aspecto distinto si la historia es la misma? Personalmente me sigo quedando atónita ante las reacciones que vimos estos años.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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