'La Sirenita' y la conexión con 'Splash' que casi hunde al clásico animado

Recorte del póster de 'La sirenita' (Foto: Disney)
Recorte del póster de 'La sirenita' (Foto: Disney)

Cuando Disney pasaba por uno de sus peores momentos, La Sirenita se convirtió en el clásico que salvó al estudio de un destino atroz. Después de un rumbo incierto en los 80 realizando experimentos con géneros e ideas que no cuajaron, el éxito de crítica y taquilla de la historia de Ariel condujo a la casa Mouse a su renacer. A esa época dorada que vivió en los 90 con aventuras de príncipes y princesas tan queridas como La bella y la bestia, Aladdin, El rey león, Pocahontas o Mulán. Sin embargo, aunque hoy nos es imposible no ver su fórmula como una garantía de éxito, lo cierto es que fue un proyecto que estuvo cerca de no ocurrir. Y la culpa la tuvo otro clásico de los 80 de sirenas.

Hablo de Splash, la comedia protagonizada por Tom Hanks y Daryl Hannah en 1984. Antes de que Ariel y Eric obtuvieran el título al romance entre sirena y humano más querido del cine, este título dirigido por Ron Howard y también producido por Disney se adelantó a su éxito. Su historia era muy parecida, contándonos cómo el personaje de Hanks era salvado por una sirena y cómo esta se lanza en una aventura en Nueva York para conquistarlo. No había canciones, peces y cangrejos adorables como Flounder y Sebastián, escenarios marinos de ensueño o una villana tan malvada como Úrsula, pero la inspiración en el famoso cuento de Hans Christian Andersen estaba muy clara.

Recorte del póster de 'Splash' (Foto: Disney)
Recorte del póster de 'Splash' (Foto: Disney)

Por esta razón, tras haber producido Splash, Disney no vio claro realizar una película animada tan similar. John Musker y Ron Clements, directores de La Sirenita, presentaron el proyecto al estudio a mediados de los 80, cuando arrastraban el fracaso tan estrepitoso de cintas de animación como Taron y el caldero mágico, o muchas otras de acción real como la secuela de El mago de Oz.

Splash se acababa de convertir en uno de sus pocos éxitos, logrando recaudar más de 69 millones de dólares en solo Estados Unidos con un presupuesto estimado de 11 millones, por lo que la idea de Disney pasaba por realizar una secuela. No una película animada muy similar que pudiera interferir en sus planes.

Así, tal y como se cuenta en el making of de la película, Jeffrey Katzenberg (el presidente de Disney por aquel entonces), rechazó producir La Sirenita. Pero no todo estaba perdido, porque el proyecto contaba con dos personas clave que restaurarían la confianza del estudio y lo encauzaron a una dirección diferente a la de Splash: el compositor Alan Menken y el dramaturgo y productor Howard Ashman, cuyos nombres estaban en el radar del estudio desde hacía tiempo.

Después de que Disney pasara casi una década alejada de su vertiente musical con películas como Lo mejor de Winnie the Pooh, Los rescatadores o El zorro y el sabueso, Menken y Ashman vinieron con la idea de dar a La Sirenita una estructura propia de una obra de Broadway, priorizando las virtudes del género por encima del enfoque cómico del clásico de Tom Hanks. Además, había otra ventaja a su favor, y es que Disney ya había trabajado en una adaptación del cuento de Andersen y había material para reutilizar, lo que en un periodo de crisis como el que vivieron en los 80 les venía de maravilla para ahorrar costes.

Y es que Disney intentó adaptar La Sirenita en los años 30 dentro de sus 'Silly Symphonies', los cortos musicales con los que despuntaron en la animación. La idea era adaptar varios cuentos de Hans Christian Andersen, pero, debido a que tuvieron que destinar más recursos de lo previsto a Blancanieves y los siete enanitos y a que el estudio puso el foco en cortometrajes de propaganda durante la guerra, únicamente realizaron El patito feo, remake de otro cortometraje de 1931 con el que pusieron fin a esta serie en 1939.

Buena parte del desarrollo de La Sirenita se retomó del trabajo previo, como los cambios respecto al cuento original y algunos bocetos. A partir de aquí, Musker y Clements ampliaron el tratamiento con modificaciones como la eliminación del personaje de la abuela de Ariel o dando más hueco al Rey Tritón o Úrsula, que apenas aparecían. Aún así, era una ventaja que a Disney le iba a ahorrar tiempo y dinero.

 

Por todo esto, Jeffrey Katzenberg no tardó en cambiar de opinión. De hecho, al día siguiente de rechazar el proyecto le dio luz verde junto a Oliver y su pandilla. Aunque siguió teniendo sus dudas, puesto que más allá de su parecido con Splash también creía que La Sirenita era una película demasiado enfocada al público femenino. Además, fue muy estricto respecto a los parecidos con la película de Tom Hanks. Por ejemplo, rechazó los diseños donde Ariel tenía el pelo rubio para evitar confusiones con la sirena de Daryl Hannah.

No obstante, a medida que avanzó la producción, se dio cuenta de lo equivocado que estaba y no tardó en ver La Sirenita como uno de sus mejores proyectos en cartera. De hecho, terminó dejando de lado la secuela planificada de Splash, estrenándola directamente a televisión en 1988 sin su reparto original y con mucho menos presupuesto.

Finalmente, La Sirenita arrasó en taquilla recaudando más de 200 millones de dólares, lo que no solo se tradujo en beneficios económicos, sino que consolidó la relación entre Disney y los directores John Musker y Ron Clements, quienes fueron responsables de otros éxitos como Aladdin, Hércules o Vaiana. Y lo mismo con el equipo musical liderado por Alan Menken y Howard Ashman, con quien volvieron a trabajar en títulos como La bella y la bestia y a obtener varias nominaciones a los Óscar. Y es que si el éxito de Splash hubiera evitado que Disney produjera La Sirenita, probablemente hoy no estarían consolidados como el mayor exponente del cine de animación y familiar.

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