Hernias discales: cómo combatir el dolor para evitar la cirugía
No todas las hernias discales presentan síntomas y no todas requieren tratamiento quirúrgico, gran parte de ellas se reabsorben por sí solas apoyadas de tratamiento conservador. Estos son los ‘remedios’ que mejor funcionan
Sufrir una hernia discal no quiere decir que haya que pasar por el quirófano. De hecho, solo en un 10 por ciento de los casos se requiere cirugía. La mayoría se resuelven por sí solas en unas semanas (hasta el 66, 66 por ciento de las hernias discales se reabsorben de forma espontánea) y no hace falta intervenir, excepto en los casos que impiden la movilidad o provocan un dolor insoportable.
Los huesos que forman la columna vertebral, las vértebras, están protegidos por pequeños discos esponjosos. Cuando estos discos están sanos, actúan como amortiguadores para la columna vertebral y la mantienen flexible. Pero cuando un disco se daña, este puede sobresalir o romperse. Esto se llama hernia de disco. También puede llamarse disco luxado o roto.
Los discos herniados (la palabra ‘herniar’ significa abultarse o sobresalir) son más comunes en la zona lumbar, la parte inferior de la columna vertebral, entre la parte inferior de las costillas y las caderas. También pueden ocurrir en su área cervical (cuello). Los discos en la parte superior a media de la espalda (área torácica) rara vez están comprometidos.
La hernia discal puede ser asintomática, aunque también puede producir dolor debido a la compresión de las raíces nerviosas, médula espinal o cauda equina. Cuando la hernia afecta a la movilidad de la mano o el brazo (hernia discal cervical) o la pierna o el pie (hernia discal lumbar) es una señal clara de que está dañando el nervio que te permite ese movimiento.
La compresión de la raíz nerviosa provoca pérdida de fuerza y hormigueos siendo variable en función de la raíz afectada.
Ante la compresión de la médula espinal puede observase parálisis o espasmo muscular, hormigueos, pérdida de sensibilidad y incontinencia urinaria.
Por último, la compresión de la causa equina se traduce en la pérdida de control de la vejiga, anestesia en la zona rectal y en la cara interna de los muslos, debilidad y entumecimiento de la extremidades inferiores.
Esto es lo que notarás en cada caso
Un disco desplazado en la sección cervical de la columna puede causar dolor en el cuello y los brazos. Podrías experimentar:
Dolor al mover el cuello
Dolor cerca del omóplato
Dolor punzante en el brazo y en los dedos.
Adormecimiento en el hombro, el codo, el antebrazo o los dedos
Un disco desplazado en la parte lumbar de la columna puede causar dolor en la espalda y las piernas. A menudo se conoce como ciática. Esto se debe a que el disco hace presión sobre el nervio ciático, que baja por la pierna. Los síntomas incluyen:
Dolor en la pierna, cadera o glúteos
Entumecimiento en estas áreas
Dolor o entumecimiento en la parte posterior de la pantorrilla o la planta del pie
Debilidad en una pierna
Si los niveles de dolor son tolerables, optar por intervención quirúrgica o tratamiento conservador es una decisión personal, dependerá de aspectos laborales o competiciones deportivas que requieran poco tiempo para solucionar la sintomatología.
De hecho, muchas personas son capaces de ‘manejar’ sus síntomas cambiando la manera en que hacen sus actividades. Por ejemplo, si sentarse empeora los síntomas, se aconseja hacer las tareas de pie. O alternan ambas posturas.
Si tienes una hernia habrás notado que el dolor empeora al toser, estornudar, sentarte, conducir o inclinarte hacia adelante. Estos movimientos ejercen más presión sobre el nervio. Por eso, las personas que tienen una hernia de disco dolorosa a menudo intentan cambiar de posición para reducir el dolor.
Las caminatas cortas (de 10 a 20 minutos) en una superficie plana (evitando las pendientes y las escaleras) cada 2 o 3 horas pueden ser otra solución. Y es que el ejercicio físico es uno de los remedios más eficaces contra las hernias discales ya que ayuda a calmar las molestias.
“El ejercicio tiene un efecto preventivo de la cirugía. Es lo único que ha demostrado ser eficaz", asegura Francisco Kovacs, director de la Red Española de Investigadores en Dolencias de Espalda (Reide) y del departamento científico de la Fundación Kovacs.
“Cuando una hernia discal comprime una raíz nerviosa, ya sea en la zona de la columna cervical o lumbar, la primera opción es siempre tratarla con analgésicos y rehabilitación, en concreto con ejercicios para fortalecer la musculatura paravertebral y abdominal, que es la que protege la columna”, añade el neurocirujano Jesús Lafuente, director de la Unidad Funcional de Cirugía de la Columna Vertebral del Hospital del Mar (Barcelona).
Ambos expertos insisten en la importancia de combinar los paseos con ejercicios que fortalezcan el core, lo cual incluye los músculos abdominales, lumbares, de la pelvis, los glúteos y la musculatura profunda de la columna. Estos son los músculos que te dan estabilidad y evitan lesiones. Además, conviene establecer una rutina de ejercicios de estiramiento y de fortalecimiento, lo ideal es que estén prescritos por un fisioterapia, aunque también serviría acudir con regularidad a clases de yoga o pilates en centros especializados.
Al cabo de las 6 u 8 semanas deberían empezar a notarse los beneficios de este método mixto, con una reducción notable del color y mayor movilidad, lo que a vez facilita las realización de las tareas cotidianas.
"De todas maneras, el 90 por ciento de las hernias, tanto tanto si afectan a la columna cervical como a la lumbar (ciática), no dan más problemas pasado ese tiempo de espera estipulado", asegura el Dr. Lafuente.
La higiene postural es otro factor importante. Esto es lo que puedes hacer por tu cuenta para aliviar los síntomas:
Doblar las rodillas cuando levantes algo, y mantener la espalda recta.
Al transportar objetos (o cargar bolsas) trata de sostener los objetos cerca de tu cuerpo.
Si estás de pie por mucho tiempo, coloca un pie en un taburete o una caja pequeña.
Si estás sentado durante mucho tiempo, pon los pies en un taburete pequeño para que las rodillas estén más altas que las caderas.
No uses zapatos de tacón alto.
No duermas boca abajo.
Todas estas medidas junto con el ejercicio se pueden combinar con la toma de medicamentos para controlar el dolor, siempre que así lo haya aconsejado un médico. Los más utilizados para tratar las hernias discales son: Acetaminofén (como Tylenol), antiinflamatorios no esteroideos como ibuprofeno (como Advil o Motrin) y naproxeno (como Aleve).
En cuanto a las inyecciones de esteroides, pueden aliviar el dolor reduciendo la inflamación en la raíz nerviosa. Pero Estas inyecciones reducen la hinchazón alrededor del disco y pueden disminuir el dolor, pero no funcionan para todo el mundo y solo se recomiendan si otros tratamientos no quirúrgicos no han dado resultado.
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