Hollywood no puede seguir ocultando el hastío del público gracias a 'Barbie' y 'Oppenheimer'

MARGOT ROBBIE como Barbie en la película Warner Bros. Pictures’ “BARBIE,” (PRESS KIT) (Foto cortesía de Warner Bros. Pictures)
MARGOT ROBBIE como Barbie en la película Warner Bros. Pictures’ “BARBIE,” (PRESS KIT) (Foto cortesía de Warner Bros. Pictures)

El público solo tiene una manera para comunicar sus tendencias, deseos y carencias a la industria del cine. Y se encuentra en su propio bolsillo. Porque nosotros decidimos qué películas convertir en éxito y cuáles pasar por alto en el momento que elegimos qué propuesta ver cada semana. Y en 2023 el mensaje está clarísimo con unos resultados que reflejan un nivel de hastío que coloca a Hollywood contra las cuerdas.

Y el conductor de ese mensaje es ‘Barbenheimer’. En su segunda semana en cartelera, el tándem formado por Barbie y Oppenheimer siguió liderando la taquilla con cifras que ilusionan a la frágil industria tradicional. La primera ya acumula $750 millones y en apenas dos semanas se ha convertido en el tercer mejor estreno del año; mientras la segunda consiguió superar los $400 millones. Gracias a este fenómeno las recaudaciones del mes de julio lograron superar cifras de la era prepandémica en un 1,4%.

Sin embargo, Hollywood no puede (ni debe) observar el éxito de la muñeca y el drama sesudo de Christopher Nolan como fenómenos de único uso. Sino como un manual de instrucciones que el público le está sirviendo en bandeja.

Porque si Hollywood quiere seguir protegiendo el cine tradicional y la experiencia en salas, entonces necesita escuchar el mensaje que le estamos enviando: más historias originales de una sola entrega y menos secuelas, remakes e historias repetitivas que conocemos de memoria.

Florence Pugh como Jean Tatlock y Cillian Murphy como J. Robert Oppenheimer en 'Oppenheimer', escrita, producida y dirigida por Christopher Nolan. © Universal Pictures. All Rights Reserved.
Florence Pugh como Jean Tatlock y Cillian Murphy como J. Robert Oppenheimer en 'Oppenheimer', escrita, producida y dirigida por Christopher Nolan. © Universal Pictures. All Rights Reserved.

El arte de la repetición fue una maquinaria infalible durante décadas a través de sagas precursoras como El planeta de los simios o Star Wars. Sin embargo, en los últimos años, Hollywood exprimió la moda hasta provocar el hastío que ahora vemos reflejado en cartelera con superproducciones multimillonarias perdiendo dinero mientras historias originales abarcan la atención global.

Al final, todo tiene su ciclo. Durante una larga temporada fuimos complacientes y recibimos con los brazos abiertos al retorno de Star Wars, Rápidos y furiosos, Jurassic Park, Transformers, entre otras. La industria del cine había encontrado en la nostalgia una herramienta infalible para atraer a espectadores curtidos y generaciones novatas hacia historias ancladas en el imaginario popular. Sin embargo, el negocio terminó forzando la moda. En mi opinión, incluso dieron al público por sentado, creyendo que solamente por tratarse de una marca exitosa o una saga apreciada, íbamos a seguir consumiendo las mismas historias con el mismo nivel de entusiasmo y aceptación sin el mínimo esfuerzo creativo. Al final, el elemento sorpresa perdió su gracia, derivando en la decepción y hastío que se percibe ahora.

Y no lo digo yo. Lo dicen las cifras de 2023. Por un lado tenemos a Tom Cruise desafiando a la pandemia, produciendo una secuela de Misión Imposible que elevó el riesgo más que nunca y un presupuesto de $291 millones. Sin embargo, a pesar del bombo que rodeó a la séptima entrega y las buenas críticas, la película perdió la atención del mundo con la llegada de Barbie y Oppenheimer (en un 65%). Al momento de escribir este artículo acumula $448 millones. Es decir, que si sumamos los gastos de marketing, todavía no habría recuperado lo invertido y los augurios tampoco parecen estar de su parte para que lo consiga ante el poder del fenómeno doble.

Tom Cruise in Mission: Impossible Dead Reckoning Part One from Paramount Pictures and Skydance. © 2023 Paramount Pictures.
Tom Cruise in Mission: Impossible Dead Reckoning Part One from Paramount Pictures and Skydance. © 2023 Paramount Pictures.

También tenemos el caso de Indiana Jones. El arqueólogo más intrépido del cine es uno de los personajes ochenteros más añorados por el público, sin embargo, su última aventura sigue perdiendo adeptos con una recaudación global de $355 millones. No obstante, con un presupuesto estimado en $295 millones, está muy lejos de ser un éxito. Rápidos y furiosos X lleva $720 millones recaudados cuando costó la barbaridad de $340 millones. Es decir que necesita ente $800 y $850 millones para comenzar a contabilizar ganancias (The Wrap). Otra saga popular como Transformers estrenó su secuela menos taquillera en junio: El despertar de las bestias se conformó con $427 millones cuando costó $200 millones. Por último, el remake de Disney Mansión embrujada, debutó el pasado fin de semana con $33 millones en la taquilla global a pesar de que el estudio se gastó $150 millones en producirla y otros millones más en promocionarla.

Al observar las cifras podríamos pensar que estamos ante recaudaciones más que decentes. Y lo son… si Hollywood no insistiera en invertir tantos millones. Porque si pretenden acaparar la atención del público con una secuela o remake que necesite superar los $700 u $800 millones para que sea rentable, entonces deben crear espectáculos que inciten conversación, que se mantengan en el boca a boca de la calle, en las recomendaciones personales. Que no dependan únicamente del fan de turno. Y ni Indiana Jones puso de su parte para innovar en lo más mínimo, ni Transformers o la familia Rápido y furioso. Todo se siente como más de lo mismo, mientras Tom Cruise eleva su juego de riesgo con un espectáculo adrenalínico que se torna olvidable con la llegada de propuestas originales.

Y en eso mismo radica el mensaje que está enviando el público a través de la taquilla como si fuera su propio código morse. Porque tenemos a la muñeca Barbie acaparando la atención a través de la curiosidad que le rodea, impulsada por una campaña de marketing que jugó al misterio, apostando por el tono de comedia mientras mantenían el secretismo narrativo. Y la nostalgia adulta hacía el resto. Pero, sobre todo, Barbie es una comedia ligera que invita a la conversación, a recordar, comparar y comentar. Ya sea por el fenómeno que le rodea, el humor, sus mensajes o el Ken de Ryan Gosling, pero resulta inevitable salir del cine y no querer hablar de una película original que no necesita de secuelas ni sagas, sino que se vive como una experiencia única.

Algo similar pasa con Oppenheimer, una obra cerebral que invita a la atención absoluta, con diálogos que no cesan durante tres horas mientras el mensaje humano va creciendo en intensidad hasta su gran final. Dos películas muy diferentes que solo costaron $150 y $100 millones respectivamente, pero que comparten el hecho de ser propuestas originales, que no beben de sagas ni remakes, sino que proveen una experiencia nueva al espectador, sorprendiendo y aportando aires renovados en una cartelera inundada por viejos conocidos del cine.

Francis Ford Coppola predijo el fenómeno recientemente como “el borde de una edad de oro" para el cine, básicamente porque estamos ante dos producciones que llenaron las salas durante dos semanas consecutivas, generando conversación, deseos de compartirlas y, sobre todo, ganas de verlas en la gran pantalla. Sin embargo, esa edad de oro solo puede vivirse si Hollywood atiende al mensaje que le estamos enviando: más originalidad y menos secuelas carentes de sorpresa.

Y es que si bien es cierto que las secuelas y remakes siguen teniendo su público, Hollywood necesita invertir presupuestos estratosféricos en efectos especiales y rodajes internacionales para disfrazar tramas vacías que no terminan de crear el entusiasmo de antaño. Y no solo Transformers, Indiana Jones o Rápidos y furiosos son un claro ejemplo, también Misión Imposible donde ni siquiera la promoción del gran salto de Tom Cruise hacia un precipicio mantuvo el interés global lo suficiente. Quizás, en este caso, parte de la culpa fue la longevidad de una saga que se ha convertido en el escaparate para la acción del actor que en las misiones en sí mismas. Y con la secuencia compartida en YouTube desde antes del estreno, tal vez, perdieron la gran baza que les habría ayudado.

Hollywood lleva varios años enfocándose en sagas agotadas hasta la saciedad, invirtiendo cifras estratosféricas para crear espectáculos visuales que dibujen las carencias creativas, derivando en el hastío popular que nos lleva a ver estas películas con menos ganas que antes. A comentarlas con menos ganas, a que no perduren en la conversación global como lo hacían antes. Prácticamente, muchas de ellas, las olvidamos al salir del cine ante la superficialidad de los espectáculos que ofrecen.

Y así, en medio de este panorama que llevamos décadas viviendo con historias que no terminan nunca, llegan dos producciones originales y dispares para sentenciar que el público está harto de ver siempre lo mismo. Que cuando nos traen propuestas innovadoras y originales, el entusiasmo cinematográfico revive y respondemos con ganas. Las comentamos, las compartimos, recomendamos e, incluso, las vemos de nuevo. Por lo tanto, es hora que Hollywood tome nota: basta de secuelas y remakes basadas en historias previsibles que descframos desde el primer minuto, y más innovación, originalidad y experiencias que nos hagan llenar las salas sin dejar una butaca vacía como hacía mucho tiempo no sucedía.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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