Irina Baeva está pagando el precio de su romance con Gabriel Soto (porque el público mexicano no olvida)
Si algo distingue al público, especialmente al mexicano, es que nunca olvida. Y que cuando rechaza la conducta de una figura pública, lo hace de una manera determinante. Así es el caso de los seguidores de las telenovelas, que tras haber acogido a la intérprete de origen ruso, Irina Baeva, ahora le vuelve la espalda. ¿Por qué razón sucede esto? ¿Y en qué forma podría afectar esto su carrera y la de su actual pareja, Gabriel Soto?
Haciendo memoria, todo empieza a finales de 2017, cuando la relación de pareja entre Gabriel y la madre de sus hijas, Geraldine Bazán, implosionó de manera muy pública al correrse un rumor que relacionaba a Gabriel con Marjorie de Sousa previo a su tempestuosa relación con Julián Gil, y que insinuaba que el rubio actor y excantante podría ser el padre del pequeño Matías Gregorio.
Esta fue la gota que derramó el vaso de lo que siempre fue una relación volátil – siendo justos, y hablando de lo que es del dominio público, el romance de Gabriel y Geraldine no fue en ningún momento un cuento de hadas: hubo notorios ires y venires incluso antes de convertirse en padres de las pequeñas Elisa Marie y Alexa Miranda, o incluso de casarse.
Toda vez que se aclaró el tema de Matías Gregorio y la batalla campal entre Marjorie y Julián continuaba en otra arena, el desmoronamiento del vínculo conyugal entre Geraldine y Gabriel continuó en el ojo público, convirtiéndose de una circunstancia que debió ser privada, en una situación sobreexpuesta a la que contribuyeron los medios sensacionalistas con especulaciones y exageraciones, apoyándose también en opiniones de terceras personas vinculadas familiarmente con la actriz a revistas y programas (esta ha sido siempre la debilidad de doña Rosalba Ortiz, madre de Geraldine, que nunca se ha resistido a un micrófono, lo que a menudo le ha causado algunos problemas con su hija, y más en esta situación).
Si bien, en beneficio de sus hijas que aún son menores, Gabriel y Geraldine intentaron que la separación fuera lo más cordial posible y que el trámite de divorcio fuera expedito -la custodia primaria quedó con la madre, compartiéndola con el padre-, sucedió algo que vino a confirmar de manera tácita uno de los más insistentes rumores. Gabriel había sido infiel.
Y no solo había sido infiel, sino que había iniciado, en el marco temporal previo a la separación, una relación sentimental con su colega actriz Irina Baeva.
Esta fue la bomba en 2018/2019 – la curvilínea y despampanante rusa, que había actuado con Gabriel en ‘Vino el amor’ era ahora oficialmente pareja del actor. Esto no tendría nada de relevante, de no ser por el desafortunado momento que escogió la pareja al hacer pública su relación y el hecho de que se habían ido a vivir juntos.
La moral colectiva del público se inflamó en ese momento y tomaron partido por Geraldine, a quien colocaron en la complicada – y muy desagradable – posición de víctima en la opinión pública y a partir de ese momento, a Irina se le marcó como “la otra” (aunque curiosamente, estos roles estereotípicos de opinión únicamente se aplican a ambas mujeres y Gabriel nunca ha sido responsabilizado por nada, lo que es algo habitual en la idiosincrasia mexicana. Aunque el sentido común dicta que nadie viene a romper nada que no esté roto de antemano).
Esto en sí no pasaría de lo meramente anecdótico, si no hubiera tenido otra reacción que si bien no se hizo pública en revistas y programas de chismorreo, sí tuvo repercusiones más graves en lo que realmente le interesa a las empresas: en los niveles de audiencia.
En 2019, Gabriel fue seleccionado como protagonista de la versión mexicana de la telenovela colombiana ‘Soltero con hijas’, una producción del exitoso Juan Osorio, con quien ya había colaborado anteriormente. Todo iba perfectamente bien, hasta que se incorporó al elenco a Baeva (se dice que esto fue a petición expresa del actor, pero nunca se oficializó, pero se da por sentado en algunos medios que así fue) como pareja de su personaje, y en ese momento el público habló.
Se dio un notable declive en las audiencias, porque el público que sigue los melodramas en la pantalla casera, precisamente, es el que no olvida, y sigue sin perdonar la noción (verdadera o no, eso a estas alturas es irrelevante) de que Baeva pudo o no sabotear la relación existente entre Bazán y Soto en propio beneficio – una especie de versión telenovela del drama que en su momento protagonizaron para el mercado anglosajón la formidable Emma Thompson, su entonces marido Kenneth Branagh y la excéntrica Helena Bonham-Carter a mediados de los 90, toda proporción guardada – y dichos niveles de rating nunca se recuperaron, por más esfuerzos realizados por la producción para disipar la mala imagen implícita en reunir a la pareja y ofrecérsela al público.
Si a esto se resumiera, no pasaría nada, pero el peso del escándalo sigue vigente sobre ellos (lo siguen cultivando todos los implicados, de manera directa e indirecta) y el costo podría ser real incluso para sus carreras.
Se dice que, de momento, ningún productor desea llevar a Baeva (cuya actitud en cierta forma no la ha congraciado con medios u opinión) en los repartos de sus proyectos para 2021 mientras no cambie la percepción pública de la actriz rusa.
¿Se podrá? Esto también afecta a Gabriel, como lo han señalado algunos medios nacionales. Lo correcto sería que a nadie le importara la relación que sostienen y si se originó como un adulterio o no, pero volviendo a un inicio, no hay que subestimar el juicio del público, porque nunca olvida.
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