Jordi Cruz y Rebecca Lima: entramos en su romántica y espectacular boda en la Costa Brava
Cuando Jordi Cruz y Rebecca Limadecidieron casarse, tuvieron claro desde el principio que su hijo sería protagonista junto a ellos. Es el centro de sus vidas y, por lo tanto, tenía todo el sentido convertir su gran momento como pareja, en una ocasión inolvidable para la familia. Eligieron el sábado 24 de agosto para su 'sí, quiero', porque quisieron enmarcar su boda en una triple celebración, con el primer cumpleaños y el bautizo del pequeño. Pensaron todo al detalle durante meses, teniendo en cuenta, además, que los seres queridos y amigos más allegados de la novia viajaban desde su Brasil natal, unas 60 personas, y planearon visitas a museos, excursiones a la playa, comidas y cenas, para que pudieran descubrir la cultura culinaria y el ritmo de la ciudad. Jordi y Becca deseaban que los invitados venidos de fuera —hasta de una decena de países distintos— pudieran aprovechar el viaje para "descubrir un país tan bonito como España", ya que muchos de ellos no habían estado antes. En definitiva, hicieron de su boda un destino. Lo que se dice un desafío organizativo en toda regla. "Lo hemos hecho de milagro o de casualidad, porque parecía tarea imposible", nos dice el prestigioso chef y popularísimo jurado de MasterChef, al contarnos cómo han logrado tener todo listo a la vez. "Ha sido casi una misión imposible, pero lo hemos logrado", añade la diseñadora y arquitecta.
Ha sido una semana intensa y ajetreada, pero también muy feliz para la pareja, una triple celebración que comenzó con el aterrizaje de los primeros familiares y culminó en las dos fechas señaladas: el 21 de agosto, Noah recibió, por la mañana, el primer sacramento en la iglesia de Santa Cecilia, a pocos metros de otro templo, este gastronómico, el ABaC, cuna y casa profesional de su famoso padre; y por la tarde sopló la velita de su pastel de cumpleaños, rodeado también de los más íntimos y muchos niños, en una fiesta donde no faltaron los regalos, los globos, los juegos y hasta una cama elástica.
Tres días después, el sábado 24, Jordi y Rebecca intercambiaron sus votos en una romántica ceremonia ante 180 personas, con su bebé portando las alianzas. El lugar elegido por la pareja, para sellar su historia de amor de seis años, era el Convento de Blanes, en Girona, construido en 1583 y conservado como patrimonio por su interés paisajístico, un espectacular enclave entre el mar y el cielo de la Costa Brava, rodeado de pinos centenarios y con espectaculares vistas al Mediterráneo. La gastronomía era, para el chef con cinco estrellas Michelin, algo esencial en su boda —no iba a ser de otro modo— y, como él mismo nos contó hace algunas semanas, primero eligieron al cocinero, su amigo Nandu Jubany, que atesora una estrella, y después llegó el sitio.
Y el pasado sábado, el sitio en cuestión acogió un verdadero cónclave de estrellas… De la gastronomía y de la televisión, los dos universos que aúna Jordi Cruz. No podían faltar a la cita sus dos compañeros en el talent culinario y grandes amigos, Pepe Rodríguez y Samantha Vallejo-Nágera, con los que trabaja desde hace más de una década y con los que ha forjado un gran vínculo. Samantha optó por un estilismo lleno de color y personalidad, un look en dos partes: un vestido corto ceñido de tirantes, y otro largo superpuesto transparente, fluido y con un volante en el remate de la falda. Jordi también ha fraguado una buena amistad con muchos de los concursantes que han pasado por las cocinas de MasterChef durante estos años. La campeona de natación sincronizada Ona Carbonell, ganadora de la tercera edición, que eligió un vestido de escote en 'V' y estampado étnico, acudió con su marido y padre de sus dos hijos, el exgimnasta Pablo Ibáñez; Boris Izaguirre, a los fogones en esa temporada, llegó muy sonriente y desvelando su regalo a los contrayentes, y tampoco faltó Mario Vaquerizo, quien también formó parte de aquella misma 'hornada' de 14 participantes. El líder de las Nancys Rubias y marido de Alaska, con quien celebra sus bodas de oro, comentaba al entrar: "Lo único que deseo es que cuando las personas se unen en matrimonio sea para toda la vida". En tercera posición de la octava entrega del programa, quedó el modelo e influencer Daniel Illescas, otro de los asistentes junto a su novia, con la que comparte profesión, Katia Gutiérrez-Colomer; y Álvaro Muñoz Escassi, finalista de ese mismo 'curso' del Celebrity, reapareció en medio de la tormenta mediática que está viviendo este verano, para acompañar a sus amigos.
Lágrimas y emoción
Tampoco faltaron astros de la gastronomía nacional, como el chef vasco Martín Berasategui, junto a su mujer, Oneka Arregui, del que el novio se ha declarado admirador en muchas ocasiones; el alicantino Quique Dacosta, el cacereño Toño Pérez y el repostero barcelonés Christian Escribà, profesionales que en diferentes ocasiones han pasado también como invitados por el popular concurso. A ellos hay que sumar, además, al cantante Pitingo y la pareja de periodistas formada por Juanma Castaño y Helena Condis, entre otros.
No faltaron a la cita los compañeros del novio en televisión, Samantha Vallejo-Nágera y Pepe Rodríguez, así como muchos de los concursantes del talent, incluso Fray Marcos, que ofició la ceremonia, participó
La boda era una de las más esperadas del año y fue un día inolvidable, en el que se vivieron muchas emociones, sorpresas y diversión. No faltaron las lágrimas ni los nervios, la originalidad de tener dos padrinos, un menú muy diferente, dos vestidos de novia, música en cada uno de los pasos, una gran fiesta y muchos guiños a Brasil. La pareja tenía todo planeado, con la ayuda de su wedding planner, Claudia Rubio, para vivir el mejor momento de sus vidas y, al mismo tiempo, ofrecer a sus invitados una experiencia única.
Muchos de los asistentes se alojaban, desde 48 o 24 horas antes del enlace, en los hoteles de los alrededores; otros llegaron directamente en autocares fletados para la ocasión. "El día anterior fue mágico. Fue un gusto tener a la familia y amigos reunidos todos en un mismo sitio. Valoramos el esfuerzo de muchos amigos que, a pesar de tener compromisos profesionales, han hecho lo indecible para no faltar a este día; aunque a algunos les hemos fastidiado las vacaciones, ¡jajaja!", nos cuentan los novios, que siguieron la tradición de pasar la noche separados. Por la mañana, y como es tradición en Brasil, Rebecca desayunó con su madre, Solange Soares Pires, sus hermanos, Rafael y Renata, y sus damas de honor, mientras Jordi lo hacía acompañado por su madre, Roser Mas Llado, y sus hermanos, Montse, Fredie, Eva, Cristina y Alba.
La cita era a las 18:30 y la música de un saxofonista muy especial, Federico Obrador Cruz, primo de Jordi, daba la bienvenida a la llegada. El novio lo hacía 40 minutos antes de la hora prevista con su madre, su gran apoyo y quien le animó a seguir su carrera en el mundo culinario. De su brazo, bajó las escalinatas hasta el altar, situado sobre el acantilado, con unas vistas de película, al son de la música de Can't help falling in love de Elvis Presley, interpretado por una formación de violines y violonchelos. La pareja eligió, para el momento de la ceremonia, canciones importantes que han marcado la historia de sus vidas. Algo nervioso —aunque estaba tranquilo hace unas semanas, no pudo eludir los nervios finales— y muy emocionado, saludó a los asistentes, charló y rio con ellos y con Fray Marcos, que ofició la ceremonia, mientras esperaba a la novia. Para la confección de su chaqué, se puso en manos de sus amigos de Tom Black en Madrid, a quienes solo pidió algo clásico y muy elegante. Objetivo cumplido con nota. Como buen cocinero, Jordi no está acostumbrado a llevar joyas ni metales encima, y aunque solo había pensado en unos sencillos y bonitos gemelos, finalmente se puso un reloj de oro de su padre, una manera también de tenerle cerca en un momento tan especial.
Dos padrinos
Los invitados en sus sillas, Jordi impaciente por ver a la novia… Todo estaba listo para la aparición estelar de Rebecca que, como manda la tradición de todo enlace, se hizo esperar. Primero hicieron su entrada las 15 damas de honor, familiares e íntimas amigas, al son de A thousand years, de Christina Perri, con vestidos exclusivos diseñados por ella misma y su firma Inti Brand, todos modelos únicos pensados para cada una de ellas y de la misma gama de color, pero en diferentes tonalidades. El cortejo nupcial se completaba con los seis pajes, cinco sobrinos de los novios, con las arras, y su hijo Noah, encargado de las alianzas, realizadas expresamente para ellos de forma artesanal, en oro amarillo —la de él más ancha, y más fina la de ella— con la fecha de la boda y las iniciales grabadas, de la joyería Novecento, regalo de unos buenos amigos.
La novia se preparó para bajar la escalinata del brazo de su padre, Renato Pires, cuando sonaba el Hallelujah. Ambos han dado ese protagonismo a sus progenitores, aunque, como es habitual en las bodas en Cataluña, no actuaron como madrina y padrino respectivamente. Jordi y Rebecca eligieron para ese papel a José María González, socio y gran amigo del chef, y a Guillermo Morales Catá, por parte de ella, dos personas que han influido mucho en sus vidas y que también ejercieron como testigos.
La novia
Quedaba desvelado el secreto mejor guardado siempre. Becca estaba radiante, con un vestido palabra de honor de corte clásico, sencillo, minimalista y elegante, con mucha personalidad y muy acorde a su lema de 'menos es más', del reconocido diseñador brasileño Carlos Bacchi. Completaba el look nupcial con un velo de tul, añadiendo romanticismo y tradición. Los tacones eran de Mascaró y apostó por los diamantes, porque marcaban a la perfección el estilo puro del traje, y por piezas antiguas: una pulsera art decó, de 1930, y unos pendientes en cascada. El ramo, en forma alargada y estilizada, como siempre había querido ella que, como arquitecta, adora las líneas depuradas, fue realizado por el estudio de Mireia Abras, con lisianthus tono sepia y rosa antiguo, tintado de una manera muy especial, elevando el look de los complementos, asparagus dorado mate y rosas grises, y en sintonía con los ramilletes de las damas. En su beauty look, del que se encargaron Ana Renedo, una de las damas de honor y maquilladora oficial de MasterChef, y Marcos Ghera, su peluquero de confianza, se buscó también la elegancia y naturalidad, resaltando la belleza de la novia.
"Yo no lloro ni cuando pico cebolla, pero cuando Becca dijo sus votos y se le saltaron las lágrimas, reconozco que se me pusieron los pelos como escarpias", confiesa Jordi
Con el sol poniéndose e iluminando de dorado el lugar, la pareja intercambió sus votos y hubo momentos muy emotivos, en los que la novia no pudo reprimir las lágrimas. Entre las lecturas elegidas por la diseñadora y empresaria —para ella era especialmente importante oficializar su amor con el padre de su hijo frente a Dios—, de las que se encargaron su hermana Renata y su padrino Guillermo, estaban el Eclesiastés, la Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios y el Salmo 'Dichosos los que temen al Señor'. También Samantha y Pepe dedicaron unas cariñosas palabras a la pareja. Y Fray Marcos sorprendió a todos —incluidos Becca y Jordi— al coger la guitarra y entonar, durante su homilía, algunos versos de la Biblia. Incluso se atrevió con el portugués. Otro de los instantes inolvidables fue el intercambio de alianzas, con el pequeño Noah junto a sus padres, mientras sonaba la música de Yellow, de Coldplay. También se escucharon el Ave María, durante el ofertorio, y Stand by me de Ben E. King, en las firmas de actas. Los recién casados salieron de la mano, dispuestos a comenzar la gran fiesta, bajo la música de Blinding Lights, de The Weeknd.
Toda la decoración floral, del estudio de Mireia Abras, estaba inspirada en el gusto por el minimalismo de Becca, haciendo referencia de nuevo a la arquitectura. Con líneas refinadas y limpias, se trabajó con formas orgánicas, recordando a algas marinas, que quedaron integradas en el espacio, y se eligieron los tonos blancos, sepia, rosa antiguo y el dorado metálico, para hacer referencia al brillo natural del mar cuando se refleja el sol en él.
El cóctel, amenizado por una cantante en directo, se organizó al aire libre también, con distintos show cookings y estaciones de comida, mientras que la cena tuvo lugar en el interior. Todo fueron sorpresas para que todos disfrutaran de cada minuto: desde el seating plan, muy diferente y original (en una estructura de piedra con referencia arquitectónica, la gente debía tomarse un chupito de Bloody Mary, preparado por ABaC, para conocer la mesa en que debían sentarse), a los fotomatones para inmortalizar las escenas más divertidas, acuarelas de los invitados realizadas en directo, y hasta un corner de tattoos para los más atrevidos. Todo fue dispuesto en mesas de 12 comensales con nombres de destinos paradisíacos de Brasil; la de los novios, que se sentaron con sus padres y padrinos, se llamaba Brasilia, la capital del país y donde nació Becca, que quiso dar protagonismo a su cultura, para acercar un trocito de su tierra al corazón de la Costa Brava y despertar la curiosidad de la gente por su país. Durante la fiesta, había una banda brasileña tocando en directo, así como una barra de cócteles con la caipirinha como estrella, y hubo aperitivos de carne típica, como la picanha.
El menú de la cena dejó con la boca abierta a más de uno. Elegido con mimo por Jordi, impresionó a los paladares más exigentes —y ojo, que había muchos—. "Yo siempre hago lo mismo, le pregunto al chef qué es lo que mejor hace y me pongo en sus manos. En esta ocasión, he hecho exactamente lo mismo: hablamos, me enseñó, me dio cuatro ideas, me parecieron maravillosas, sobre todo el plato principal, que me parece una genialidad poder dar bogavante y huevos fritos en una boda", nos cuenta Jordi. "El menú es creativo, es coherente, es lógico, factible, es divertido, moderno, es un todo y estamos encantados". Y así de encantados quedaron los comensales, que además probaron ceviche y pudieron degustar dos postres con sorpresa. Y fue el paraíso de los golosos, porque hubo también una espectacular tarta: de cinco pisos, tenía acabado de fondant blanco, con efecto de papel rasgado y flores de azúcar del mismo color, con formas abstractas, formando una cascada.
El segundo look
Rebecca lucía ya su segundo look nupcial. Un diseño de Alberto Palatchi, basado en un modelo de la colección de 2025, pero personalizado para la novia. Confeccionado en crepé sedoso, resaltaba el escote «bustier» drapeado, realizado con la técnica del moulage, envolviendo el cuerpo en unos delicados pliegues, construido sobre un corsé interno que realzaba su silueta. Para la celebración, añadió el toque de color con las joyas, gracias a una gargantilla coronada en diamantes con una gran esmeralda central, talla lágrima, combinada con un brazalete. Y aunque los recién casados tenían previsto dar paso a la fiesta abriendo el baile con la canción Baby can I hold you (Tracy Chapman), lo cierto es que Jordi, que se autorreconoce como "un patán" —asegura riendo— en eso de mover la cadera y es muy tímido, aunque no lo parezca, consiguió zafarse animando a todos a salir a la pista, con un DJ a los platos que no dio tregua, para un duelo España-Brasil. Además, contaron con Hora Loca para un espectáculo en vivo, que animó la fiesta hasta el final, con atrezzo led y temática country. Una celebración por todo lo alto para un día inolvidable. Han sido muchas emociones. "Imaginad que todo empezó a las cinco de la tarde y los invitados estuvieron bailando y divirtiéndose hasta las cinco de la mañana. Pero todo salió perfecto tal y como lo habíamos organizado. No hubo absolutamente nada que fallara. Los invitados fueron constantemente sorprendidos por cada uno de los detalles que habíamos organizado", nos cuentan los recién casados, antes de poner rumbo al paraíso de las Baleares, para pasar unos días de descanso.
"Los cocineros que asistieron al evento, que son grandes cocineros, dijeron que era un menú deslumbrante e ideal", asegura el chef, que quiso como plato principal bogavante con huevos fritos
—¿Ha habido nervios al final, o teníais todo muy controlado?
BECCA. —La verdad es que hubo nervios hasta el último minuto. Jordi, que siempre cree tenerlo todo controlado, estaba muy nervioso. Y yo, como era de esperar, también.
JORDI. —Estoy acostumbrado a estar delante de las cámaras, a pasar mucho estrés, a lidiar con situaciones muy estresantes, y tengo que decir que pensaba que todo esto era mucho más sencillo y que no pasaría tantos nervios y tanto estrés y tantas cosas… ha sido una experiencia totalmente intensa e inesperada, pero qué bonito todo.
—Jordi, ¿cómo fue el momento de ver a Becca vestida de novia? ¿Y qué os dijisteis al encontraros?
—No sabía qué decirle. Jamás la había visto tan deslumbrante. Estaba preciosa.
—¿Te la imaginabas así de guapa?
—La verdad es que no. Mi mujer es muy guapa, pero cuando la vi llegar al altar, superó mis expectativas.
—Y tú, Rebecca, ¿qué sentiste al ver a Jordi en el altar?
—Sentí una emoción indescriptible. Siempre había soñado con este momento. Sabía, en mi corazón, que Dios había preparado a alguien especial para mí.
El momento más especial
—¿Cómo viviste ese camino hasta llegar del brazo de tu padre?
—Mi padre me ha enseñado muchísimo en mi vida y le estaré eternamente agradecida. Era como un sueño, mientras bajaba las escaleras, ver aquel mar tan azul y al fondo, esperándonos, Jordi y nuestro hijo.
—Jordi, llegaste con tu madre, a quien estás muy unido.
—Sí. Mi madre me acompañó a bajar las escaleras hasta el altar. Pero sentía también que mi padre estaba a nuestro lado. Cómo no acordarme de él en este día tan especial.
Los recién casados cortaron la tarta de fondant de cinco pisos antes de dar por comenzada la fiesta, donde hubo música brasileña en vivo, un DJ, barra de cócteles y hasta un corner de tattoos para los más atrevidos
—¿Qué palabras, que dijera Fray Marcos, digamos te tocaron especialmente? ¿Y a ti Rebecca?
J. —De Fray Marcos, me gustó mucho el enfoque que le dio, porque nos acercó a Dios y a Jesús al sitio donde estábamos, de una forma que todo el mundo, que tenga más o menos fe, pueda sentir y entender.
B. —Ha sido muy emocionante, porque llevamos meses preparando la boda. Y Fray Marcos superó nuestras expectativas. Sus palabras fueron tan sentidas y emocionantes, que llegó a nuestros corazones. Jamás imaginé que nos sorprendiera ofreciendo su oficio con la guitarra. Nos cantó versos de la Biblia acompañado de su guitarra, y hasta en portugués.
—¿Cuál ha sido el momento más especial del día de vuestra boda?
J. —Al principio, pensaba que quería quitarme la ceremonia de encima, porque es donde lo paso peor, ya que soy tímido, y luego la fiesta es mucho más sencilla, porque todo el mundo está divirtiéndose y se relaja, pero es verdad que cuando nos dijimos los votos y el 'sí, quiero' fue el momento más especial, sin duda y de largo.
B. —El momento del 'sí, quiero' fue, sin duda, el más especial de la boda. Saber que ya formalizaba, ante los ojos de Dios, mi relación con el padre de mi hijo ha sido uno de los mejores momentos de toda mi vida.
—¿A alguno de los dos se os escaparon las lágrimas?
J: Yo no lloro ni cuando pico cebolla, pero cuando Becca dijo sus votos y se le saltaron las lágrimas, reconozco que se me pusieron los pelos como escarpias.
B. —Por supuesto que se me saltaron las lágrimas. Ha sido un día muy emocionante para los dos. No olvidemos que llevamos seis años juntos construyendo nuestra historia, y el 'sí, quiero' fue la confirmación del amor entre nosotros.
—Hubo intercambio de votos.
J. —Por supuesto que intercambiamos votos. Yo puse en valor sus virtudes, que tiene muchísimas, también alabé sus poquitos defectos, y le prometí que haría todo lo posible porque nuestra familia crezca y afianzar, cada vez más, nuestra relación.
Álvaro Muñoz Escassi reapareció en medio de la tormenta mediática de este verano y, durante unas horas, rio y se divirtió entre amigos, lejos de cualquier polémica
—Rebecca, ¿cómo has conseguido que Jordi no viera tu vestido?
—Ha sido realmente difícil. Tened en cuenta que el vestido estuvo en nuestra casa, en una de las habitaciones que tuve que cerrar con llave. Pero lo logré, lo conseguí. Solo vio mi vestido cuando mi padre me llevó al altar.
—En España, hay tradición de llevar algo nuevo, algo prestado y algo azul. ¿Has cumplido?
—Sí, por supuesto, seguí todas las tradiciones que son las mismas que en Brasil. Llevé algo nuevo, algo viejo, algo azul y algo prestado que me dejó un buen amigo. También es tradición escribir los nombres de las amigas solteras en el dobladillo del vestido de novia.
—Jordi ¿la comida ha estado a la altura de tus expectativas? ¿Pudieron los invitados disfrutar de la gastronomía como querías?
J. —Sí, sobre todo los invitados brasileños, lógicamente, porque pudieron probar nuestra gastronomía que es increíble, y quedaron todos sorprendidos. Los cocineros que asistieron al evento, que son grandes cocineros, dijeron que era un menú deslumbrante e ideal.
B. —La verdad es que cuando, en la prueba de menú, Jordi decidió poner como plato principal bogavante con huevos fritos y sofrito asado, yo pensaba que no se podía poner huevos fritos en una boda, y tengo que reconocer que todos los invitados quedaron sorprendidos y les pareció un plato increíble.
J. —Incluso Pepe, que tiene esa forma tan peculiar de hablar, dijo que era un plato pornográfico —ríe.
—¿Qué discurso os conmovió especialmente?
J. —El más emotivo fue el discurso del padre de Rebecca.
—¿Cómo habéis vivido el momento de abrir el baile? ¿Habíais ensayado?
J. —La verdad es que fui bastante resolutivo con este tema. Hacía bastante calor, todos teníamos ganas de cambiarnos, teníamos preparada una banda brasileña, una cantante maravillosa, música para la gente de mi quinta, y lo que hice fue proponer una batalla Brasil- España, decir que todos a bailar, animé la fiesta como un loco y nos escaqueamos con mucha soltura, porque Becca baila increíble, pero yo soy un patán.
—Te iba a decir que, 'a priori', no pareces muy 'bailongo'…
J. —Soy un palo, tengo las caderas soldadas. Eso sí, tengo un par de bailes brasileños aprendidos y los utilicé mucho durante el baile y sorprendí bastante, para bien —ríe.
—Vamos a por el momento más divertido de todos.
J. —Ha sido una boda muy completa, con muchos detalles, muy elegante, hasta que llegó el baile, que fue superdivertido. La gente ya se puso la corbata en la frente, se pusieron a bailar como locos y hubo momentos muy muy divertidos y muy sanos.
"La verdad es que fui bastante resolutivo con el tema de abrir el baile. Lo que hice fue proponer una batalla Brasil- España, animé la fiesta como un loco y nos escaqueamos con mucha soltura, porque Becca baila increíble, pero yo soy un patán", ríe Jordi
—Aunque el viaje de recién casados lo dejáis para más adelante, en noviembre, ¿podréis hacer ahora una escapada?
B. —Por supuesto. Vamos unos días a las islas Pitiusas porque necesitamos, literalmente, descansar.
—¿Cómo os sentisteis al final de la noche, cuando todo había terminado?, ¿alguna reflexión especial?
J. —La boda superó mis expectativas, pero mi preocupación real era si había sido la boda de los sueños de mi ya esposa. Y sin duda alguna dice que sí.
Casi misión imposible
—La boda, el bautizo de Noah y su primer cumpleaños. ¿Cómo os las habéis apañado para organizar todo a la vez?
B. —La verdad que no lo sé, porque hubo muchas celebraciones en la última semana. El Bautizo de Noah, su cumpleaños, cenas y comidas familiares y con amigos. Atender a tantos invitados de Brasil ha sido casi misión imposible, pero lo hemos logrado.
—Enmarcasteis las tres fechas en la misma semana, una triple celebración. ¿Cómo fueron el bautizo y el cumpleaños?
—El bautizo fue muy emocionante, en la iglesia de Santa Cecilia, a pocos metros del ABaC, rodeados de los familiares y amigos más íntimos. Y como ese mismo día 21 hacía su primer añito, tras la ceremonia, celebramos su cumpleaños rodeados, también, de los amigos más íntimos, la familia y muchos niños en una fiesta donde hubo regalos, cama elástica, pastel del cumpleaños, juegos y muchas risas.
"Todo empezó a las cinco de la tarde, y los invitados estuvieron bailando y divirtiéndose hasta las cinco de la mañana. Pero todo salió perfecto tal y como lo habíamos organizado"
—¿Y cómo ha sido compartir el 'sí, quiero' con vuestro hijo?
—Nuestro hijo se portó muy muy bien, nos ha portado los anillos, incluso tarareaba las canciones de Fray Marcos.
—¿La boda ha sido como la habíais planeado e imaginado?
J. —Sí, porque lo teníamos todo construido por etapas. Y cuando lo ves todo junto, te das cuenta de lo bien que ha quedado todo.
—Si tuvierais que calificarla, dirías que ha sido… ¿divertida, romántica, original?…
—Ha sido completa, muy nosotros: alegre, emotiva, con toques de humor, auténtica. Y hemos estado y disfrutado mucho con la gente con la que queríamos estar y que forma parte de nuestra vida.