Kesha, la 'otra Britney' que quiere ser liberada

Singer-songwriter Kesha attends the Open Road's premiere of
Kesha ha pasado por mucho a lo largo de su carrera musical (Photo by VALERIE MACON / AFP) (Photo by VALERIE MACON/AFP via Getty Images)

Kesha vuelve a estar de actualidad y no por un nuevo singles que lo esté pesando precisamente. Con el revuelo en Netflix por el documental sobre Jeffrey Dahmer que borda con excelencia el actor Evan Peters, la gente ha recordado la canción ‘Cannibal’.

‘Cannibal’ es un hit de Kesha que fue lanzado hace más de una década, en 2010. La canción habla de beber sangre y comer corazones e hígados como hacía Dahmer y ahora, con la sensibilización en busca del respeto a las víctimas y sus familias, la están poniendo a caer de un burro.

La propia madre de Kesha ha tenido que salir a defenderla diciendo que la chica no sabía ni quién era Jeffrey Dahmer cuando grabó el tema, que sencillamente usaron una app de rimas llamada ‘MasterWriter’ y el nombre del asesino en serie les apareció y lo usaron, sin más.

En la carrera de Kesha hay muchas cosas que han sucedido sin ella ser consciente del todo y es que esto siempre pasa cuando un artista joven tiene un ‘boom’ como el que ella vivió en su día con canciones tan exitosas como ‘Tik Tok’.

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El caso de Kesha me recuerda al de Britney Spears que, a pesar de sus años de duro trabajo, estaba encerrada en un contrato de tutela con su padre que le impedía desplegar las alas y ser independiente en sentido tanto personal como profesional.

Igual que el hashtag #FreeBritney arrasó, también existe desde hace años la etiqueta #FreeKesha que lucha en favor de la artista desde que demandó a su productor, Dr. Luke, hace años (en 2014) por abusos sexuales y psicológicos.

En 2016 se celebró el juicio en el que ella aseguró que llevaba más de diez años sufriendo abusos sexuales y laborales por parte del productor además de decir que él la había drogado y violado al cumplir los 18 años.

Kesha pidió que le dejara romper su contrato de exclusividad con la discográfica pero no le funcionó y la jueza le denegó la petición así que la artista siguió forzosamente ligada a Sony Music dado que “no ha habido prueba de daño irreparable y se le ha dado la oportunidad de grabar”, sentenció la magistrada.

Sony, por su parte, acercó posturas para que Kesha pudiera trabajar con otros productores que no fuesen Lukasz Gottwald (Dr. Luke) mientras que él siempre ha mantenido que toda la versión de ella es completamente falsa y que intenta extorsionarle para romper el contrato laboral.

Tras el varapalo judicial el hashtag #FreeKesha cobra más sentido que nunca y tanto sus fans como artistas de la talla de Lady Gaga, Demi Lovato, Ariana Grande, Lily Allen o Taylor Swift se han posicionado públicamente al lado de la cantante, Taylor incluso le donó 250.000 dólares para financiar su batalla ante la justicia.

Para más problemas, la prensa no paraba de criticar su aumento de peso siendo víctima de gordofobia y, encima, Dr. Luke la demandó a ella por difamarle y un juez neoyorquino le dio la razón, un culebrón en toda regla antes de la era #MeToo.

A día de hoy Kesha sigue ligada laboralmente por contrato a Sony Music y su último álbum data de 2020 ‘High Road’ y en Twitter su hashtag para clamar libertad sigue activo ocho años después de su creación, que se dice pronto para lo efímeras que son las redes sociales.

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