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‘La maravillosa señora Maisel’ apela al amor de un padre para dejarnos un mensaje maravilloso

Imagen de La maravillosa señora Maisel Season 5 (Philippe Antonello/Prime Video)
Imagen de La maravillosa señora Maisel Season 5 (Philippe Antonello/Prime Video)

Los amantes de las series estamos viviendo unos días intensos. Porque en la misma semana que despedimos a Succession, también terminaron otras series aclamadas como Barry (HBO Max), Ted Lasso (Apple TV+) y La maravillosa señora Maisel (Prime Video). Sin darnos respiro. Literalmente, con un final tras otro. Y si bien es cierto que Succession parece haber ganado la corona en cuanto al final que más conversación está generando, no deberíamos menospreciar al resto. Sobre todo, a la exitosa serie de Prime Video y una secuencia de la que debería estar hablando el mundo entero.

A lo largo de cuatro temporadas, La maravillosa señora Maisel se erigió como una serie femenina y feminista, elevando la voz de sus protagonistas: la comediante judía Miriam ‘Midge’ Maisel (Rachel Brosnahan) y su mánager Susie Myerson (Alex Borstein), dos mujeres ambiciosas que intentan romper barreras en un mundo dominado por hombres durante la década de los 50s. Nos contó la historia del crecimiento personal y profesional de Midge, y entre diálogos fugaces (típicos de su creadora Amy Sherman-Palladino, la misma que desafió nuestra atención acústica con Gilmore Girls) y humor constante, nos introdujo a la historia de una mujer tenaz e independiente. Sin embargo, su emocionante final no solo la terminó de colocar en el pedestal definitivo del éxito (a pesar de haber incumplido la ley o jugar sucio en alguna ocasión), pero también nos hizo testigos de una mirada amable para el género masculino.

Porque estamos acostumbrados a que las series o películas que retratan el largo camino de la mujer por conseguir la igualdad, así como el reconocimiento y respeto social, político y cultural en la historia de la humanidad, ilustren a los personajes masculinos como figuras que frenan el cambio. Ya sea como esposos abusivos, jefes misóginos, políticos que se niegan a compartir el poder y un largo etcétera. Una representación fiel de las realidades que complicaron el avance de la mujer y que resulta normal en historias que quieren reflejar la diferencia de géneros y elevar el protagonismo de la lucha por alcanzar la igualdad. Pero tengo que aplaudir a La maravillosa señora Maisel porque siendo una historia sobre la lucha femenina, se atreve a enviar un mensaje a los hombres desde la perspectiva del rol de padre.

Imagen de La maravillosa señora Maisel Season 5 (Philippe Antonello/Prime Video)
Imagen de La maravillosa señora Maisel Season 5 (Philippe Antonello/Prime Video)

A lo largo de las cuatro temporadas, Midge vivió obstáculos constantes por culpa de los hombres. Ya sea por culpa de su exmarido Joel (Michael Zegen) que, además de engañarla, hizo todo lo posible por frenar sus deseos de ser comediante al sentirse amenazado por su talento, tenacidad e independencia (aunque terminó reconociendo su error con el tiempo). Como por parte de los dueños de los clubs de comedia que la relegaban como un acto sin importancia entre los hombres del negocio y, también, por su padre. Abe Maisel (Tony Shalhoub) y su esposa Rose (Marin Hinkle) sirvieron como alivio cómico a través de la serie, pero también se convirtieron en uno de los obstáculos personales de Midge, al tratarse de una familia tradicional y judía que se niega a reconocer su talento o la independencia conseguida por el mero orgullo impuesto por las tradiciones masculinas con las que ambos crecieron en sus épocas. Lo mismo vive por parte de sus exsuegros que viven haciendo oídos sordos a todo lo que dice. Se trata de una serie cómica, pero con un mensaje social claro y alto. Pero entonces, después de cuatro temporadas viendo cómo Midge esquiva los comentarios, traga más de la cuenta y sigue adelante, llega la revelación que todo padre de hijas mujeres debería ver algún día.

El momento tiene lugar en el penúltimo episodio. Y para ponernos en situación, la serie utiliza uno de sus muchos saltos en el tiempo (habituales en esta temporada final) para darnos a conocer que, al momento de conocer a Joel en el pasado, Abe le explica al futuro marido de su hija que deberá prestar especial atención al primer hijo masculino que tengan. Porque, históricamente, los primogénitos de su familia cargan con un gen talentoso que debe cultivarse después de los 6 años. Todo esto se relata en tono de comedia y con el ritmo incómodo, bizarro pero creíble que aporta Tony Shalhoub al personaje de Abe. Pero entonces volvemos a la actualidad de la serie, viendo cómo el padre de familia se da cuenta que ha estado prestando atención y cultivando el crecimiento de su nieto, esperando descubrir su inteligencia genética cuando se da cuenta que, la que tiene el talento es su nieta.

En ese momento vive una revelación que luego comparte con sus amigos durante una cena. “Me estoy poniendo sensiblero”, les dice pensativo. “Acabo de cumplir 64 años y en un momento en que debería estar cómodo, asentado en cuerpo y mente, no lo estoy. En absoluto. De repente, me encuentro en una encrucijada. Y todo se siente al revés”.

Y es que Abe vive el despertar de su conciencia rompiendo con el pensamiento tradicional de la mirada masculina por encima de todo, observando la batalla de los sexos desde el amor de padre. “Mi temor es que el mundo sea como siempre fue y yo, simplemente, no lo vi. Muchos de nosotros no lo vimos. Nosotros, los hombres. No podemos culpar los sucesos exógenos. Es demasiado fácil. Nuestra ceguera colectiva ha causado mucho daño. Controlamos tanto, nos entrometimos tanto ¿y con qué fin?”, se pregunta despejando el camino para hablar de su hija. Para reconocer cómo la tradición de la imposición del poder masculino cegó que su propia hija mereciera el reconocimiento de su valía. Y empezando por casa.

“Todo lo que pensaba sobre los roles de hombres y mujeres, creo que estaba completamente equivocado. He hecho exactamente lo incorrecto por mis dos hijos. ¿Sabes que mi hija es dueña del apartamento en el que vivo? A mi hija la dejó su marido, de repente. En lugar de derrumbarse por la carga, emergió más fuerte. Una nueva persona, pensé. Pero ahora creo que tal vez ella fue siempre así”, explicaba para entonces diferenciar cómo puso toda su atención en su hijo varón, llevándolo a la universidad donde daba clases para que “soñara con lo que podría ser”. Pero dándose cuenta de que nunca lo había hecho por Miriam. “Nunca se me ocurrió”, añade el personaje pensativo y sincero. Y después de reconocer la valentía y fuerza que tuvo su hija para llegar tan lejos, se pregunta: “¿Qué podría haber sido de ella si la hubiera ayudado en vez de ignorarla? ¿En vez de ignorar quién es ella realmente?”

Y, en mi opinión, se trata de la secuencia clave de toda la serie. Porque La maravillosa señora Maisel termina por contarnos la historia de una mujer que logra romper con el poder de la mirada misógina, pero también añade el despertar masculino sin convertirlos en los villanos definitivos. Sino que propone cómo, desde el amor de padre, los cambios sociales son posibles. Al final, nos dice que la serie no solo nos cuenta los logros conseguidos por Miriam, sino también por sus padres, reconociendo su talento, expresándole por fin la aceptación de su carrera cuando finalmente van a verla el día de su salto al estrellato, pero, antes, con el despertar de la conciencia de Abe.

Personalmente fue la escena que más me emocionó de toda la serie. Más que el final. Por el mensaje de cambio a través del amor que representa con el reconocimiento de la identidad de la mujer desde la mirada del hombre de familia. De la figura paterna. Y si bien la serie representa otra década más difícil para las mujeres, no deja de ofrecer un mensaje tan evidente y humano: la importancia que el amor y la mirada paterna debería haber tenido, y tener, en la búsqueda del cambio a lo largo de los años.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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