‘La muerte le sienta bien’ obligó a Meryl Streep a tomar una resolución que lleva 30 años cumpliendo
Y les prometo que seguramente nadie se dio cuenta hasta ahora
Meryl Streep reconoció hace tiempo que creyó que su carrera se acabaría al cumplir los 40. Que los prejuicios de la industria en torno a la edad de las mujeres condenarían su posición en la meca del cine. Se lo dijo a revista WSJ, recordando que, después de todo, era lo que vivían la mayoría de actrices, por lo tanto, por qué no le iba a pasar a ella también. Pero se equivocaba. Llegó su cumpleaños y su carrera continuó como si no hubiera pasado nada. ¿Y entonces qué hizo? Una comedia negra que se burlaba de las presiones ejercidas sobre las estrellas femeninas para mantenerse eternamente jóvenes y bellas.
Esa película era La muerte le sienta bien, la rodó con 42 años junto a Goldie Hawn y Bruce Willis, y aunque fue todo un éxito con una recaudación de $149 millones a partir de un presupuesto de $55, hizo que Meryl Streep tomara una resolución en secreto que lleva más de 30 años cumpliendo. Y sin que nadie se diera cuenta.
Meryl interpretaba a Madeline, una actriz vanidosa y viperina obsesionada con la eterna juventud. Goldie era su archienemiga Helen, una escritora obsesionada con vengarse de Madeline después de que le robara a su prometido, un cirujano llamado Ernest (Bruce Willis). El tiempo pasaba y ambas descubrían una poción para la eterna juventud, desatando una competencia final con graves consecuencias. Eran dos arpías de cuidado. Dos villanas que brillaban en la piel de Meryl y Goldie, siendo lo mejor de toda la película.
La muerte le sienta bien estaba dirigida por Robert Zemeckis (que a continuación dirigiría Forrest Gump), un director que lleva toda su carrera apostando por la innovación tecnológica. Un experto en utilizar los efectos especiales, no solo como herramienta visual sino como protagonista dentro de sus historias. Y este caso no fue la excepción, recurriendo a las innovadoras técnicas de Industrial Light & Magic, la compañía fundada por George Lucas en 1975, responsable de los efectos de Star Wars, de los dinosaurios de Jurassic Park, del T-1000 de Terminator 2: el juicio final y un extenso etcétera. Sin ir más lejos, acumulan 15 premios Óscars a los Mejores Efectos Visuales y La muerte le sienta bien es uno de ellos.
Sin embargo, trabajar con efectos fue tan tortuoso para Meryl Streep que decidió que jamás volvería a rodar una película con la misma tecnología en su vida. Y así ha sido desde aquel rodaje en 1992.
“Mi primera, mi última, mi única”, dijo Meryl Streep sobre La muerte le sienta bien en un reportaje de EW haciendo referencia al hastío de trabajar con efectos especiales. Básicamente sentenciando que era la última vez que se prestaba al trabajo mecánico de rodar con esta tecnología. “Creo que es tedioso. Cualquier concentración que puedas aplicar a ese tipo de comedia simplemente se hace trizas. Te quedas ahí parado como una máquina; deberían conseguir máquinas que lo hagan”.
“Me encantó el resultado”, continuaba. “Pero no es divertido actuar ante una lámpara. ‘¡Imagínate que esta es Goldie, aquí mismo! ¡Uh, no, lo siento, Bob, se desvió cinco centímetros de la marca y ahora su cabeza no coincide con el cuello!’ Era como estar en el dentista”.
UN TRABAJO ‘TEDIOSO’ QUE SE CUIDA AL MILÍMETRO
Efectivamente, el trabajo de efectos especiales requiere de cálculos, preparación y muchos tecnicismos. Ya que no solo se trata de la actuación del actor en el plano, sino de ajustar y calibrar el trabajo con aquello que está diseñado o se pretende ejecutar a través de efectos computarizados. Por un lado hubo ‘técnicas’ sencillas como, por ejemplo, la secuencia en donde los pechos de Madeline rejuvenecen después de que toma la poción mágica.
Según detalla la ficha de la película en el sitio web de AFI (Instituto de Cine Americano), citando a People, el maquillador y peluquero de Meryl, Roy Helland, estaba arrodillado detrás de la actriz y “manualmente empujó sus pechos con las manos para simular que se levantaban solos”.
El mismo portal explica que el rodaje recurrió a “miniaturas, técnicas gráficas por computadora, tecnología digital y trabajo con pantalla azul”. Por ejemplo, se construyeron varias marionetas de animatronics, “incluyendo ocho marionetas que se parecían a Madeline en diferentes etapas de su distorsión física”. Además, se construyó un títere de Meryl Streep que podían desplegar y doblar para simular su caída por las escaleras. Pero luego, cuando se levanta y la vemos caminar de espaldas con la cabeza torcida, la actriz rodó con una bolsa de color azul sobre la cabeza, caminando hacia atrás. A continuación rodó las escenas de su rostro sobre una pantalla azul mientras giraba en una silla para simular los movimientos del cuerpo.
Además, Meryl Streep tuvo que hacer más trabajos sobre la pantalla azul debido a su piel sensible. Según Cinefex (via AFI), dicha sensibilidad limitaba la cantidad de prótesis que podían colocarle en el cuerpo, derivando en la necesidad de más efectos computarizados.
Toda esta labor hizo que Meryl Streep tomara la decisión de no volver a depender de los efectos especiales para sus películas. Una resolución que sigue cumpliendo desde 1992. Si observamos su filmografía notaremos que son muy pocas las producciones que recurrieron a efectos visuales desde entonces y prácticamente no tuvieron casi relación con sus interpretaciones.
Río salvaje (1994), el thriller de acción con rafting incluido donde Kevin Bacon era el villano, se rodó en localizaciones reales. Incluso Meryl hizo varias de sus escenas de riesgo (Los Angeles Times). En Lemony Snicket, una serie de eventos desafortunados (2004), su director Brad Silberling evitó abusar del digital o la pantalla azul. Y en La dama de hierro (2011) no hubo efectos sino prótesis en el rostro que tardaban unas dos horas y veinte minutos en colocarle cada día (Standard).
Y entre medias decenas de producciones que pasaron por el biopic, el drama, la comedia, los musicales… sin necesidad de efectos especiales siendo sus compañeros de trabajo como en La muerte le sienta bien.
No sé ustedes pero todavía recuerdo el día que la alquilé en el videoclub más cercano a mí casa y la curiosidad que me había dejado su póster cuando lo vi en las salas de cine. Era, cuanto menos, llamativo: Meryl Streep con el cuello torcido como si fuera la niña de El exorcista y Goldie Hawn con ese agujero en el estómago que ya es icónico.
Los tres protagonistas eran estrellas por derecho propio a principios de los ‘90s, poniéndose a las órdenes del director de Volver al futuro y ¿Quién engañó a Roger Rabbit? En otras palabras, era una opción obligada para cualquier cinéfilo. Sin embargo, lo que más recuerdo fue el impacto visual de sus efectos especiales. Esos que nos hicieron ver a Meryl Streep rejuveneciendo en el espejo hasta que sus pechos se levantaban con firmeza o levantándose con el cuello torcido y a Goldie Hawn caminando con un agujero en el estómago.
Hace poco volví a verla (está disponible en diferentes plataformas con la opción de alquiler o compra), demostrando una vez más que el gran enemigo de los efectos visuales sigue siendo el paso del tiempo. Con cada avance y película innovadora van quedado obsoletos y lo que en 1992 sorprendió al mundo, ahora resulta evidente y menos impactante. Pero no por eso deja de ser icónico.
De todos modos, aunque La muerte le sienta bien cautivara al público en los ‘90s mientras los críticos la recibían con reacciones tibias, Meryl Streep había tomado una decisión que estuvo delante de nuestras narices con cada película que fue rodando. Afectada e impactada por aquella producción de éxito. Curiosidades del cine después de todo.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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