La pera más dulce que se encuentra en el supermercado

La estacionalidad de la pera es sabrosa y alargada. Dice la sabiduría popular que hay una pera para cada mes del año, y aunque esto no sea rigurosamente cierto, bien es verdad que desde junio hasta bien superado diciembre es posible encontrar en las fruterías peras de temporada de distintas variedades, que se van dando el relevo a medida que el clima pasa del calor al frío.

la pera
Hay una gran variedad de pera y cada una tiene unas características. Foto: Getty Creative

La razón no es otra que la gran diversidad de variedades de perales que existen en la naturaleza. El peral (Pyrus), un árbol frutal que se cultiva en regiones templadas, cuenta con más de treinta variedades. Y aunque no el fruto de todos los perales es comestible, la disparidad y abundancia del Pyrus permite que la pera goce de uno de los calendarios “de temporada” más dilatados.

Hay peras de invierno o verano según el frío que necesiten para madurar. En nuestro país, la recolección de esta fruta se concentra principalmente entre principios del verano y finales del invierno, y su cultivo se localiza sobre todo en la cuenca del Ebro. Lleida (con casi el 40% de la producción nacional), La Rioja (16%) y Zaragoza (7%) son las provincias a la cabeza del cultivo de este frutal, según datos del Ministerio de Agricultura.

Junto a la dilatada estacionalidad, la versatilidad es otro de los puntos fuertes de la pera. Sola, en ensalada, en compota, en postres, elaboraciones dulces o de repostería, como guarnición de platos principales, como contrapunto en platos salados… Ningún capítulo del recetario se le resiste a la pera. Para acertar con las posibilidades de sabores, texturas y matices que aporta cada variedad, lo mejor es conocerlas a fondo. Este es el “top siete” de las peras más apreciadas por el consumidor español. La primera que citamos es una de las más dulces y apropiadas para la repostería.

La pera limonera, la más apropiada para repostería. Foto: Getty Creative
La pera limonera, la más apropiada para repostería. Foto: Getty Creative

Limonera. Es una de las variedades estivales por excelencia. Su forma es irregular, abollada, imperfecta, nunca simétrica. Su piel es muy lisa y fina, amarilla con punteado oscuro cuando el fruto está maduro. Su carne blanca jugosa, azucarada y perfumada la convierte en una opción ideal para la repostería. Diga “limonera” a secas. O apellídela “tarta tatín”, “al vino” o “con chocolate”.

La pera de agua, una de las más comunes en nuestro país. Foto: Wikipedia
La pera de agua, una de las más comunes en nuestro país. Foto: Wikipedia

De agua. También llamada blanca de Aranjuez o blanquilla, la conocerás por su piel muy lisa, su color verde brillante por fuera y su carne blanca. Es una de las variedades más cultivadas en nuestro país. De hecho, para muchos es la pera que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en este fruto. También es de las más jugosas, de ahí su nombre. Su temporada óptima son los meses de verano. Consumida al natural, refresca, sacia la sed y aporta fibra, potasio y vitamina C.

La pera conferencia es apropiada para las ensaladas. Foto: Getty Creative
La pera conferencia es apropiada para las ensaladas. Foto: Getty Creative

Conferencia. Por su melosidad colmada de azúcar al madurar, es una de las variedades favoritas para los postres. Y también, por qué no, para darle un toque especial a las ensaladas, cortada en láminas y combinada con rúcola, nueces y aceto balsámico. O para acompañar una tabla de quesos. La conferencia es carnosa; dulce, pero con un contrapunto ácido. De piel ligeramente rugosa, áspera y de color verde-parduzco con moteados marrones. El otoño y el invierno son los momentos ideales para disfrutarla en su punto.

La pera ercolina está entre las más fragantes. Foto: Getty Creative
La pera ercolina está entre las más fragantes. Foto: Getty Creative

Ercolina. Dulce, súper jugosa y muy fragante, esta variedad originaria de Italia es de las más melosas: no cruje ni ofrece resistencia a la mordida y se deshace en la boca. Tanto es así que, más que de carne, en el caso de la ercolina podríamos hablar de pulpa. Esta cualidad hace de ella una opción perfecta para licuar o hacer smoothies y batidos de frutas. La reconocerás por su piel de color amarillento verdoso que puede presentar manchas rojizas.

La pera de San Juan es característica del principio del verano. Foto: Leslie/Flickr (CC)
La pera de San Juan es característica del principio del verano. Foto: Leslie/Flickr (CC)

De San Juan. La más diminuta del frutero. Crujiente y firme como pocas. Y dulce a la enésima potencia. Un placer estival de temporalidad muy efímera que debe su nombre a la onomástica que celebra el calendario cuando esta pequeña perita se encuentra en su punto. El comienzo de la estación estival indica el momento óptimo para disfrutar de esta fruta “de bocado”, que en un visto y no visto se despide hasta un año después dejando un gran sabor de boca.

La pera de invierno no desentona en compotas. Foto: PxHere
La pera de invierno no desentona en compotas. Foto: PxHere

De Roma. Exclusivamente de invierno, el mes de octubre es el pistoletazo de salida para disfrutar de esta variedad europea de origen italiano. La piel de la roma es rugosa y ruda, de color verdoso que pasa al amarillo con manchas cobrizas cuando madura. Una pera “fea” –si es que este adjetivo puede aplicarse a una fruta–, pero plena de sabor. Su carne amarillenta, muy jugosa y dulce, no defrauda en compotas, mermeladas, tartas o cocida al vino tinto.

La pera de Anjou tiene una cantidad abundante de jugo. Foto: Getty Creative
La pera de Anjou tiene una cantidad abundante de jugo. Foto: Getty Creative

Anjou. De origen belga o francés, es la variedad más cultivada en los Estados Unidos y en España celebra su temporada a lo largo del otoño. Tiene forma de huevo, la piel verde, abundante jugo y un marcado sabor dulce. Es idónea para hornear, para ensaladas o fresca. Como curiosidad, la dificultad para saber cuándo está en su punto óptimo, ya que al contrario de lo que ocurre con otras variedades el color de la piel de la Anjou no varía desde la fase verde a la fase madura. ¿El truco? Presiona suavemente con el pulgar cerca del tallo. Cuando notemos que la carne ofrece poca resistencia, el fruto está en su punto.

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