"Fox eyes": ¿una tendencia racista de maquillaje?
La inspiración de esta técnica de maquillaje que ocupa la atención de millones de personas en las redes sociales es la mirada del zorro. Esa profundidad rasgada que combina una expresión de alerta con mucho misterio.
Se trata de provocar con maquillaje -y algunos hasta con cirugía- una inclinación de unos 45 grados en la que es muy importante mostrar la parte externa del ojo hacia arriba, extendida con color y la interna hacia abajo, con profundidad. Suena novedoso y actual, pero son ya muchas las generaciones que pasaron por delineados rasgados, cat eyes y otras técnicas que buscaban de alguna manera ampliar el espacio y alargar el ojo.
Sin embargo, es ahora cuando se ha convertido en viral y no solo por parecer una simple técnica para realzar la mirada sino como una sugerencia de apropiación cultural o racismo maquillado.
Son muchos los estilistas, videobloggers y maquilladores que han colgado tutoriales y compartido sus resultados, entre ellos Mariana Zambrano, makeup artist y YouTuber, quien explica desde México que la técnica de los fox eyes no es nueva y que se ha utilizado desde hace muchos años para mostrar una expresión sagaz. Además, comenta en su video que este look se relaciona con un tipo de cirugía estética que busca rasgar la mirada y alargar las cejas.
Hasta ahora todo suena como una propuesta de maquillaje más que se ha convertido en tendencia. El problema está en que para muchas personas esto es, hoy en día, una agresión.
Cuándo se perdió el camino
Hace algunos meses, en la plataforma TikTok, esta tendencia se convirtió en un reto. Sí, otro de esos que surgen de la nada y sin objetivos. El reto consiste en afeitarse las cejas hacia el lado exterior para tratar de eliminar el arco y hacerla más recta, con el fin de alargar aún más la mirada para imitar la de famosas modelos como Bella Hadid y Kendall Jenner.
Como si fuera poco, los maquillajes terminados se acompañaban de un gesto con las manos para estirar aún más los ojos.
Esto ha hecho que muchas personas se sintiesen ofendidas o burladas. Por un lado, algunos manifiestan que si eres asiático te discriminan, pero si se trata de maquillaje es tendencia. Por otro, el gesto para estirar ojos usado en muchas de las imágenes genera profundo descontento porque emula una expresión frecuente de burla hacia los asiáticos, y para otros, esta es una forma de apropiación cultural que ignora el sufrimiento de muchos asiáticos.
Es aquí donde el hilo se ha puesto muy delgado y surgieron las quejas. Sophie Wang, asiática estadounidense de 17 años, entrevistada por CNN manifestó, entre otras cosas, que esta tendencia saca a relucir estereotipos y burlas antiguas haciendo que la gente como ella se sienta incómoda e incluso molesta.
En el mismo reportaje abordan a la profesora universitaria Kelly H. Chong, quien sugiere que esta tendencia puede considerarse apropiación cultural, definida como “la adopción, a menudo no reconocida o inapropiada, de las ideas, prácticas, costumbres e indicadores de identidad cultural pertenecientes a un grupo por parte de miembros de otro grupo que tienen mayor privilegio o poder, de manera que los influenciados culturales de este grupo privilegiado legitiman estas tendencias, y hasta las erotizan”.
Por otra parte, la gran sensibilidad actual con relación a las diferencias parece alcanzar un punto álgido. Si bien, parece muy positivo hacer notar cuándo deben encenderse las alarmas para explorar estos temas y cuándo es necesario detenerse a revisar los límites del respeto, también es cierto que no se trata de una guerra de espacios, sino de lograr verdadera pluralidad, que quizás en países como Estados Unidos sea un poco más difícil por la gran diversidad que compone su sociedad.
En Latinoamérica, la visión parece ser mucho más neutral. El makeup artist, docente y asesor de imagen Rey Sandoval, afianzado en México, observa que esta tendencia, desde el punto de vista creativo “no hace alusión a rasgos específicamente asiáticos o de ninguna manera étnicos, sino que busca aportar al look drama, fuerza y un aspecto tentador”.
“La pandemia en lugar de hacernos pensar más en el prójimo, en ser más respetuosos, más plurales y flexibles, nos ha hecho más irritables, más individualistas, y obviamos el respeto hacia nuestro entorno y hacia la forma de expresión de otros”.
También desde México, Grace Tang, descendiente de chinos y profesora de idiomas, observa esta técnica como un homenaje a lo hermoso de los rasgos asiáticos. “Quizás porque creo que todo hay que enfocarlo desde lo positivo, veo esto como un homenaje a nuestros ojos. Es como cuando se difunden las costumbres y hábitos asiáticos para cuidar la piel, ojalá que todos pudiesen aplicarlos. Es bonita cualquier ocasión para resaltar positivamente las diferencias de cada raza, esto impulsa el sentirnos orgullosos de cómo somos y honrar nuestros rasgos”.
Con este enfoque positivo coincide Shadia Fakih, makeup artist de ascendencia árabe radicada en Venezuela. “Digamos que esta tendencia resalta efectivamente los rasgos étnicos asiáticos, ¿por qué verlo necesariamente desde el punto de vista racial, o como un ataque sexual, o desde la crítica? En efecto las minorías están desplazadas, merecen espacios y respeto, y en este mismo sentido creo que si una propuesta creativa está inspirada en darles mayor visibilidad como referencias de belleza, podríamos verlo desde un enfoque positivo”.
A esta altura parece no haber respuestas erradas ni acertadas en el debate. Para algunos, artistas, maquilladores, celebridades, y espectadores, esta es solo otra técnica más de belleza que expresa sensualidad y misterio, mientras otros se sienten agredidos porque justamente se acentúan las diferencias. Es hora de asimilar que estas diferencias son valiosas y no deberían ignorarse, o tomarse como objetos que luego se desechan, sino siempre honrarse.
Estos son temas que quizás en otros tiempos hubiesen pasado desapercibidos, pero hoy en día, cuando hay una gran sensibilidad global, toman un protagonismo que sirve de mesa de discusión muy necesaria para reflexionar sobre racismo, inclusión y respeto.
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