Noodles, de The Offspring: “Nunca pensamos que podríamos hacer una carrera con el punk rock”
Esta vez no hubo que esperar tanto tiempo para una nueva visita de The Offspring a la Argentina. El año pasado fueron uno de los platos fuertes de Lollapalooza, donde hicieron un set ajustado y plagado de hits que fue muy celebrado. Los californianos, que con el próximo show que darán este sábado 15 de marzo en el Live Arena alcanzarán la decena de conciertos en el país, ya juegan de locales. El histórico guitarrista Kevin Wasserman, más conocido como Noodles, lo sabe: “El público latino es de los más apasionados y enérgicos para los que hemos tocado, pero no creo que ninguno haya superado al de Buenos Aires, que es el más loco de todos”, confiesa a LA NACIÓN mostrando su alegría por venir en el marco de una gira mundial en la que están presentando su nuevo álbum, Supercharged.
“Ahora tenemos más tiempo, así que podremos tocar canciones menos conocidas y sumar algunas nuevas. Siempre estamos experimentando y probando cuáles funcionan mejor con las diferentes audiencias, tratando siempre de divertirnos lo más posible”, admite.
Aunque todavía huele a espíritu adolescente, Noodles tiene 62 años y lleva más de cuatro décadas como ladero del cantante y guitarrista Dexter Holland, a quien considera su hermano. “Sabemos cuándo sacarnos de quicio y cuándo dar un paso atrás”, admite.
Que ambos, únicos miembros originales de The Offspring, sigan disfrutando del punk cuarenta años después no es un detalle menor. Las bandas de su generación son las que han mantenido vivo a un género que sigue atrayendo adeptos masivamente, incluso llenando estadios, a pesar de que muchas veces se dijo que estaba estancado. Para Noodles, es su actitud contestaria la que le da una vigencia atemporal. “No creo que ahora el punk sea algo nuevo. No lo ha sido por 30 años, pero sigue reviviendo y eso me parece genial. Me encanta ver que todos los grupos de finales de los 90 y principios de los 2000 están teniendo un resurgimiento y les está yendo muy bien. Estamos parados sobre los hombros de los pioneros que vinieron antes que nosotros, el hardcore del sur de California de T.S.O.L. y Adolescents, The Ramones -que desde Nueva York fueron una enorme influencia-, los Sex Pistols, por supuesto y los Dead Kennedys en el área de la Bahía de San Francisco. Ésas son las bandas de las que nos enamoramos. Luego, la segunda oleada hizo al punk un poco más pop, más accesible para la radio, pero aún creo que hay mucha actitud, ira y una necesidad de señalar lo que está mal en el mundo. Antes de solucionar un problema, hay que identificarlo. ¡Así que gritemos y quejémonos de los problemas!”.
Hasta los 90, la escena punk y hardcore de California no era más que un fenómeno de culto en el que solo algunas bandas habían logrado trascender a una audiencia más amplia. Por eso no estaba en los planes de The Offspring convertirse en un fenómeno mundial. Sin embargo fueron ellos los que en 1994 con Smash, que es el álbum editado por un sello independiente más vendido de todos los tiempos, la pusieron en primer plano. “Fue alucinante”, recuerda Noodles. “Nunca pensamos que podríamos hacer una carrera con el punk rock. Para nosotros era solo un pasatiempo. Salíamos a tocar los fines de semana y en las vacaciones de verano. Después vimos que algunas bandas amigas podían vivir de esto. Bad Religion lo hacía muy bien, especialmente en Europa, y luego NOFX también lo logró. En ese momento pensamos que quizás nosotros podríamos hacerlo durante un par de años, pero estábamos estudiando y no íbamos a dejar la escuela ni nuestros trabajos solo por intentarlo. Pero entonces salió Smash y todo estalló. Ahí nos dimos cuenta de que teníamos una oportunidad y que debíamos aprovecharla para ver hacia dónde nos llevaba. Fuimos un éxito de la noche a la mañana, pero después de diez años de tocar juntos. Smash fue nuestro tercer álbum, el segundo con Epitaph, y antes habíamos lanzado un disco homónimo con otro sello independiente”.
Noodles reconoce que nadie “esperaba que el punk llegara al mainstream”, pero cuando analiza lo que estaba pasando con el rock en los 90, encuentra el sentido a lo que él considera la “locura” que vivieron a mediados de la década. “Un par de años antes de la salida de Smash, Nirvana explotó y cambió todo. Previo a ellos, lo que dominaba era el rock de estadios, el metal y el glam, entonces Nirvana apareció y destruyó todo eso con un solo disco. Yo siempre pensé que Nirvana era punk, solo que tocaban un poco más lento que las bandas de punk que me gustaban en ese momento”.
Apenas unos meses después de la consagración de The Offspring, Green Day estrenó Dookie y el punk logró disputarle la hegemonía al grunge, al que corrió del trono definitivamente en los 2000 gracias al éxito de grupos como Blink-182 y Sum 41, con quienes Noodles compartió escenario innumerables veces desde sus inicios. “Vi a Green Day en el mítico 924 Gilman Street antes de que el baterista Tré Cool estuviera en la banda, cuando él tocaba en The Lookouts. Escuché las armonías entre Mike Dirnt y Billie Joe Armstrong y pensé: ‘estos chicos son buenos, van a llegar lejos’. Lo mismo con Blink. Cuando abrieron un show para nosotros en San Diego también me di cuenta de que lo iban a alcanzar. Es genial verlos seguir adelante, siempre fui fan de ellos. También nuestros amigos de Sum 41, que acaban de lanzar el mejor disco de su carrera y anunciaron su separación. Me entristece verlos retirarse, pero me emociona que hayan tenido tanto éxito”, cuenta sin ocultar el orgullo que le produce ver que la música que produjo su camada de artistas está más vigente que nunca. “Es grandioso ver lo que sucede con las bandas de finales de los 90 y principios de los 2000. Hay un festival en Las Vegas llamado When We Were Young que reúne a cientos de grupos de esa época y es uno de los espacios más grandes en los que hemos tocado en los Estados Unidos. Es realmente enorme”, explica.
La reivindicación del sonido de los 90 no es casual. Supercharged es un regreso a las raíces que hizo a The Offspring tan grandes. “Aunque no fue nuestra intención, mucho de este disco mira hacia atrás y me recuerda a la era de Smash. Queríamos que eso también se vea reflejado en la portada, que tuviera un arte icónico que coincidiera con eso. De ahí que pusiéramos un esqueleto, como tuvimos en Smash, pero recibiendo una descarga eléctrica en un fondo azul. También queríamos que el título fuera una sola palabra. Muchas bandas intentan probar su talento como músicos y sacan un disco de rock progresivo, lo que es una exageración. Nosotros nunca hicimos eso. En cada disco hemos tomado riesgos con una o dos canciones, porque aunque somos una banda punk, también amamos otros estilos de música y tratamos de incorporar esas influencias en lo que hacemos, pero siempre sonamos como The Offspring. En Supercharged, la canción más extraña es “Come to Brazil”, que es thrash metal. Nunca habíamos hecho algo así, pero si escribimos sobre Brasil, ¡tenía que tener riffs de thrash metal!”.
La banda le dedicó este tema a los fanáticos del país vecino, quienes ya tuvieron la oportunidad de escucharlo en vivo. La referencia a Sepultura es obvia y se vio beneficiada con la producción de Bob Rock, artífice del sonido que le dio la llave del éxito a Metallica. Además de menciones al Corcovado, las caipirinhas y al churrasco, la coda es una versión punk del clásico “olé, olé” futbolero, que seguro va a funcionar a la perfección con el público sudamericano. Cuando se le pregunta si cree que los argentinos van estar celosos, Noodles se ríe: “¡Creo que vamos a tener que cambiarle la letra cuando vayamos a Argentina!”.