La obsesión del niño de 'El último gran héroe' lo salvó de la maldición infantil de Hollywood
A pesar de haber acompañado a Arnold Schwarzenegger en el éxito de 1993, terminó alejándose de Hollywood
Austin O'Brien saltó a la fama en los años '90 cuando, con solo 12 años, se unió a Arnold Schwarzenegger para protagonizar El último gran héroe. Gracias a esta comedia familiar, que con su enfoque fantástico nos hizo soñar con atravesar la pantalla del cine y vivir aventuras junto a nuestros héroes favoritos, Hollywood lo consideró un activo importante para trabajar en otros títulos míticos de la década, como la secuela de Mi chica, el clásico que Macaulay Culkin y Anna Chlumsky protagonizaron en 1991.
Debido al fatídico destino del personaje de Culkin en la primera entrega, O’Brien se convirtió en la estrella principal. Sin embargo, aunque se tratara de la continuación de uno de los dramas más admirados de aquellos años, no generó la misma reacción positiva que su predecesora y supuso el primer revés de su carrera cinematográfica, que progresivamente fue en picado.
A causa de su crecimiento y la falta de papeles potentes, su presencia en Hollywood se fue diluyendo y apuntó a otro fatídico caso de fama precoz. Solo se dejó caer en películas para televisión como El espíritu, pequeñas apariciones en series como Sala de urgencias o Touched by an Angel o producciones pequeñas y desconocidas como Runnaways. Un rumbo que mantuvo hasta más allá de la década de los 2000 con proyectos que rozaron la serie B como un western de acción titulado Bounty o un thriller llamado Innocent.
Por suerte, en lugar de caer en desgracia y sobrevivir con proyectos menores, Austin O’Brien alcanzó una vida profesional y personal plena gracias a una obsesión que desarrolló desde sus primeros días en la industria. Esto lo alejó de Hollywood y la interpretación, pero siguió viviendo del mundo audiovisual y obteniendo resultados que han cautivado a muchos de los que han sido testigos de su trabajo.
UN CAMINO DIFERENTE
Tal y como explica en su página web, desde que pisó el mundo del entretenimiento admiraba el uso de lentes para grabar imágenes y contar historias, por lo que al empezar a probar cámaras fotográficas por su cuenta le hizo percatarse de que había desarrollado un talento natural para captar fotografías y sentimientos de forma creativa. Por esta razón, optó por dedicarse profesionalmente al mundo fotográfico, convirtiéndose en fotógrafo de bodas y eventos.
“Habiendo crecido en la industria del entretenimiento, desde muy pequeño he estado obsesionado con cómo usar una lente para contar historias. Entonces, si bien el paso a la fotografía fue un feliz accidente, también fue una transición muy natural. He amado cada minuto”, contaba O’Brien. “Aprendí con el cine y siento que esto realmente me ha formado como fotógrafo y me ha dado una comprensión más profunda de la luz y la composición”.
No se puede decir que le haya ido mal porque sus redes sociales, donde comparte su trabajo, están llenas de infinidad de fotografías de enlaces matrimoniales. Además, en las reseñas de su web solo se leen palabras de admiración, con clientes calificándole de “fabuloso y talentoso” y de “persona genuina” capaz de capturar como nadie la esencia de una ocasión tan especial como una boda. Por otro lado, gracias a la web también conocemos cómo es su vida personal actual, ya que informa que se casó con su mejor amiga, que tuvo dos hijos a los que le encanta sacarles fotos y que disfruta de hobbies como viajar.
Lleva alejado de Hollywood desde 2015, pero no parece que eche de menos este mundo. En la actualidad, nunca hace mención de su antiguo trabajo en la meca del cine ni de los clásicos que lo llevaron a la fama de pequeño. La única que podemos encontrar la vemos en su perfil de Instagram, donde subió una fotografía de El último gran héroe mostrándose nostálgico por su colaboración con Schwarzenegger, aunque eso fue hace ya más de una década, en 2012.
Al fin y al cabo, esa vida ya la dejó atrás, y, por suerte, librándose de la maldición de la fama precoz a las que muchas estrellas infantiles se vieron abocadas.
Aunque se puede considerar que Hollywood le empujó a un triste destino como actor, no se puede negar que fue esta industria la que despertó la obsesión por el mundo de las imágenes, conduciéndolo a esta nueva vida profesional de éxito con la que a sus 42 años vive feliz lejos del estrés de la fama.
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