El misterio tras una película de terror desconocida que dejó una de las experiencias más espeluznantes del cine

Siguió los pasos de 'El proyecto de la Bruja de Blair' y se convirtió en una de las mayores influencias del género sin que el público se diera cuenta

'Lake Mungo', una pequeña producción de terror australiana, logró una de las mejores experiencias del género sin apenas medios (Foto: Mungo Productions)
'Lake Mungo', una pequeña producción de terror australiana, logró una de las mejores experiencias del género sin apenas medios (Foto: Mungo Productions)

Al cine de terror no le hace falta un gran presupuesto para sorprender. Con buenas ideas, una mera película amateur puede convertirse en un clásico imperecedero que deje huella en el género, despierte nuestras peores pesadillas o influya a múltiples títulos que vengan detrás. Desde luego, no vamos a negar que sin el apoyo de un gran estudio es una tarea complicada, pero no imposible, porque una película australiana de 2008, un título que ni siquiera gozó de un estreno comercial, demostró que con solo los recursos de una cinta casero se puede aspirar a ser una de las más terroríficas e influyentes de todos los tiempos.

Hablo de Lake Mungo, un título de metraje encontrado en la línea de El proyecto de la bruja de Blair. A través del formato del falso documental nos cuenta la historia de Alice, una joven de 16 años que muere ahogada en un lago durante un picnic familiar. Mientras asumen la pérdida, sus familiares empiezan a convivir con ruidos extraños y apariciones fantasmagóricas, las que intentan documentar y entender con ayuda de cámaras y psicólogos. Sin embargo, las cosas van más allá de lo que parecen.

En verdad, la comparación con El proyecto de la Bruja de Blair, que se nutría al 100% de una falsa grabación, es errónea, porque Lake Mungo se plantea como un documental al uso, con entrevistas a sus personajes y solo usando el metraje de cámaras en momentos puntuales. De hecho, es tal el realismo en este aspecto que la sensación de estar viendo una película de terror se diluye, porque sientes que, a modo de reportaje, asistes a la documentación del duelo de sus protagonistas. Pero ojo, aunque pueda parecer un aspecto negativo de cara a erigirse como una experiencia espeluznante, lo cierto es que se trata de su mayor baza.

Consigue tal penetración con sus personajes que, a pesar de tratarse de una historia de ficción, la documentación de su dolor produce pura angustia y malestar. Además, aunque se presente como una película de terror, no es ninguna locura calificarla como un ensayo punzante sobre el duelo. Además, cuando llega la hora de golpear con sus pasajes terroríficos, esta pesadumbre juega un papel esencial, ya que la atmósfera está tan cargada que refuerza el horror a un nivel extremo, especialmente en sus jumpscares.

Su director, un cineasta australiano llamado Joel Anderson, contó en entrevistas que su intención nunca fue hacer una película de terror. Tras graduarse en la escuela de cine no tuvo oportunidad de cumplir su sueño de dirigir una película, ya que no encontraba financiación con sus proyectos y se vio obligado a trabajar en la realización de vídeos corporativos para empresas, lo que no le motivaba. Por esta razón, comenzó a diseñar una película que pudiera rodar con medios caseros, para lo que pensó en un falso documental sobre la pérdida de un ser querido.

A medida que avanzó en su escritura, se dio cuenta de que su historia estaba adquiriendo un halo fantasmagórico, por lo que dio una vuelta de tuerca al proyecto e hizo que los fantasmas cobraran vida. "Nunca tuvo la intención de ser un thriller sobrenatural”, dijo Anderson para el medio australiano Urban Cinefile. “Después de comenzar a escribir el tratamiento se soltó la correa... los fantasmas salieron de la premisa. Y me gustan las historias de fantasmas, es una buena forma de abordar problemas insolubles”.

Este planteamiento alejado del terror también lo tuvo en cuenta para las grabaciones, organizadas con el método de cualquier documental real. Es decir, introduciendo a los actores en la situación y dejando que improvisaran, logrando así que las falsas declaraciones a cámaras se sintieran verídicas y que el realismo, y por ende la sensación escalofriante, traspasara la pantalla.

“Los ensayos simplemente consistieron en acostumbrar al reparto a estar dentro de aquella 'familia'”, dice. “Una vez que estábamos filmando, no ensayamos y todo se filmó en tiempo real, conmigo haciendo de entrevistador”, continuaba el director. "Los actores conocían la historia, pero tuvieron que improvisar las líneas para que se pudiera ver cómo giraban las tornas mientras hablaban".

Con medios tan limitados, no pudo asegurarse un estreno comercial en cines. Sin embargo, una vez que comenzó a desfilar por el circuito de festivales, no faltaron alabanzas de los fans del género, que no tardaron en definirla como un clásico instantáneo y como una de las películas más amargas y espeluznantes que nos ha dejado el terror. Además, grandes cineastas de Hollywood tampoco evitaron caer rendidos.

El director Jordan Peele, responsable de la oscarizada ¡Huye!, admitió que es una de sus películas favoritas. Se vio reflejado en su aclamada Nop, donde su idea sobre la huella del material fílmico tiene mucho en común con lo que Lake Mungo hacía con sus grabaciones caseras. Además, múltiples cintas de terror han intentado de imitar sus logros, como vimos hace unos años con la también excelente Horror in the High Dessert, que prácticamente la emulaba. Lamentablemente, fuera de esta burbuja no resonó.

En Australia llegó a los cines, pero con un estreno muy limitado con el que apenas recaudó dinero. En mercados como Estados Unidos, Reino Unido, México, Argentina o Japón se comercializó en DVD, pero, ante esta limitación de ser una película tan pequeña con aspecto casero, no hubo una apuesta fuerte por su lanzamiento y nunca fue conocida por el gran público. De hecho, hoy ni siquiera puede encontrarse en servicios de streaming en Latinoamérica (pero sí se puede adquirir en formato físico en DVD o Blu-Ray), aunque, valorando su huella y lo mucho que se ha reivindicado en todo este tiempo, es todo un misterio que ninguna plataforma o distribuidora se haya planteado recuperarla y que no haya adquirido el estatus de clásico.

Por otro lado, su director, a pesar de haber ofrecido una película sobresaliente, decidió alejarse del cine. Tras Lake Mungo, no volvió a dirigir una película y estuvo más de una década desaparecido, lo que también despierta otro misterio. Probablemente, la nula repercusión comercial de su trabajo, sumado a la dificultad que tuvo para acceder a la industria del cine, no le motivó a seguir adelante. Aunque, para alegría de los fans del terror, este 2024 regresó por todo lo alto, siendo uno de los responsables de la aclamada De noche con el diablo otra producción australiana de bajo presupuesto estrenada en Estados Unidos en marzo y que llegará próximamente a países de Latinoamérica (en Perú se verá en cines a partir del 4 de julio, en Argentina el 11, en Chile el 19 y en México y Bolivia el próximo 1 de agosto).

En esta ocasión, con una historia sobre una posesión demoniaca en pleno directo televisivo, solo ha trabajado como productor ejecutivo, aunque los fans de su ópera prima podrán identificar algún que otro elemento similar a Lake Mungo, como la construcción del misterio y la tensión mediante el formato de la entrevista o la ejecución de sus jumpscares. Aunque lo más probable es que los directores de Late Night With the Devil, los también australianos Cameron Cairnes y Colin Cairnes, ya tuvieran como base la inspiración en este título desconocido de 2008, que, como vengo exponiendo, ha sido uno de los grandes influyentes del género a espaldas del público.

A título personal, considero Lake Mungo como una de las películas más tenebrosas que he visto en mi vida. Me atrevería a decir que nunca jamás me he asustado tanto como con su jumpscare final, que incluso sabiendo de antemano lo que ocurría por lo mucho que leí previamente pegué uno de los mayores sobresaltos que recuerdo. Si le sumo lo mucho que me conmovieron sus pasajes sobre la fase de duelo, que sin recurrir a artificios gratuitos te dejan con un pesar sobrecogedor, perfectamente puedo hablar de una de mis películas favoritas, y no solo del terror.

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