Complejo de superioridad: ¿Cómo tratar con una persona que se cree mejor que tú?
“Conócete a ti mismo”, dice un antiguo aforismo griego. Algunas personas, sin embargo, prefieren seguir otra regla: “Sobrevalórate a ti mismo”.
Todos hemos conocido a alguien cuya conversación orbita constantemente alrededor de unos supuestos logros y habilidades más propios de superhéroes que de personas comunes y corrientes, gente que quiere imponer sus puntos de vista asumiendo que son los únicos que valen la pena y que piensan - o incluso exigen - un tratamiento de favor. Estas personas sufren un complejo de superioridad.
¿Qué es el complejo de superioridad?
A inicios del siglo XX, Alfred Adler introdujo el complejo de superioridad para referirse a un mecanismo psicológico que se forma para protegernos de los sentimientos de insuficiencia contra los que todos luchamos en algún momento de nuestras vidas. Según Adler, el complejo de superioridad es un acto de sobrecompensación mediante el cual realmente escondemos nuestra inseguridad, miedos y sensación de inferioridad.
Como resultado de ese mecanismo - que a menudo es inconsciente – desarrollamos una autoestima artificialmente elevada que alimenta una imagen ficticia de nosotros mismos. No solo creemos que somos superiores a los demás, sino que también actuamos como tal.
La persona que padece un complejo de superioridad:
- Desarrolla una opinión demasiado elevada de sí misma que no corresponde con sus logros y habilidades reales, de manera que gran parte de su estructura psicológica descansa sobre una autoimagen ilusoria y frágil.
- Realiza afirmaciones vanidosas sobre sus éxitos y habilidades que no están respaldadas por los hechos, sino que están destinadas a apuntalar la imagen de superioridad y autoridad que quiere proyectar.
- Sufre cambios de humor repentinos, sobre todo cuando los demás le contradicen o ponen en duda sus éxitos.
- No se muestra dispuesta a escuchar a los demás porque piensa que siempre tiene la razón y que los otros se equivocan o no pueden aportarle nada significativo.
- Demanda una atención constante ya que necesita un público que le escuche y valide.
- No suele reconocer sus errores o debilidades, por lo que a menudo recurre a excusas que le permitan seguir manteniendo esa imagen idealizada de sí mismo.
- Intenta sobrecompensar sus carencias e inseguridades en algunas áreas exagerando otras, por lo que no es extraño que presuma de sus posesiones materiales, su aspecto físico, los contactos en las más altas esferas o sus dotes intelectuales.
Sobrecompensación: La raíz del complejo de superioridad
Adler creía que en nuestra infancia todos experimentamos sentimientos de debilidad, incompetencia, inferioridad y frustración, tanto en términos físicos como psicológicos. Esos sentimientos no son necesariamente negativos, cuando se encauzan adecuadamente nos animan a superarnos y progresar en la vida.
Entre los 5 y 12 años se produce un periodo crítico del desarrollo de la personalidad y el carácter ya que en esta etapa los niños buscan más aceptación y validación en los adultos y sus coetáneos. Si los niños no reciben la validación que necesitan, sino que aumenta la sensación de limitación e inadecuación, experimentarán un fuerte sentimiento de inferioridad.
Si la persona no logra transformar ese sentimiento de inferioridad en un motivo de peso para superarse, este se transformará en un complejo que mediatizará toda su vida psicológica. Dado que esa sensación de inferioridad e inseguridad genera sentimientos desagradables, dolorosos y difíciles de sobrellevar, algunas personas los esconden detrás de un complejo de superioridad mediante el cual sobrecompensan sus supuestos defectos o debilidades.
Mientras que la compensación es un mecanismo psicológico saludable que nos permite sobreponernos a nuestras debilidades e inseguridades para lograr nuestros objetivos en la vida, la sobrecompensación es tan solo una máscara tras la cual escondemos lo que no nos gusta, como esconder el polvo bajo la alfombra. No lo veremos, pero no desaparecerá.
El complejo de superioridad es un mecanismo que se autoalimenta
Las personas con complejo de superioridad son especialmente propensas a sobreestimar lo que saben, según un estudio realizado en la Universidad de Michigan. Incluso después de mostrarles que no saben tanto como creen, siguen pensando que sus opiniones son más objetivas y correctas que las de los demás.
Estos psicólogos también comprobaron que estas personas son más propensas a elegir información sesgada que respalde sus creencias y sentido de superioridad. Y eran conscientes de ello, lo cual indica que están protegiendo la imagen sobrevalorada que han construido.
Cuando algunas creencias están muy vinculadas a la identidad, es más probable que las personas se distancien de la información que las desafían pues no quieren experimentar una disonancia. La información que pone en entredicho el sentido del “yo” genera incomodidad, por lo que algunas personas simplemente la evitan. Así caen en un círculo vicioso que se autoalimenta, negándose oportunidades de crecimiento.
Como escribiera Amir Obregón Vargas “los aires de superioridad, engendran las tormentas de la decadencia”. Ser capaces de detectar nuestros puntos débiles y reconocer nuestros errores es fundamental para lograr un cambio transformador. Quien se oculta tras una máscara de superioridad, al final termina creyéndose su papel, condenándose a una situación de inmovilismo psicológico, muchas veces marcada por la insatisfacción crónica.
¿Cómo lidiar con las personas que se creen mejores que tú?
Las mentiras y exageraciones continuas, junto a las demandas excesivas, pueden volverse irritantes para quienes tienen que lidiar con una persona que tiene complejo de superioridad, de manera que la relación terminará resintiéndose. No existe una fórmula mágica para resolver los conflictos, hay que armarse de paciencia y, sobre todo, de empatía.
1. Empatía y comprensión, las bases de toda relación
A pesar de sus aires prepotentes, la persona con complejo de superioridad necesita mucha comprensión. El complejo de superioridad puede formarse debido a experiencias pasadas negativas de debilidad, indefensión, inseguridad y dependencia que han dañado la autoestima. Las personas que han sido rechazadas y que no han desarrollado las herramientas psicológicas necesarias a menudo recurren a la superioridad para intentar encajar a toda costa en la sociedad. Quienes pertenecen a grupos minoritarios que han sido víctimas de estereotipos sociales también se exponen a un riesgo mayor de desarrollar un complejo de superioridad. Tomarnos el tiempo necesario para comprender la historia de la persona que tenemos delante e internar ponernos en su lugar puede mejorar considerablemente la imagen que tenemos de ella.
2. Abrazar la asertividad y olvidarse de la competitividad
“Es muy fácil ser humildes cuando nadie más está alrededor. No hay razón para demostrar nuestra superioridad, porque nadie la desafía”, dijo Frederick Lenz. Muchas veces, cuando una persona actúa de manera prepotente y autoritaria, es porque se siente amenazada. Quizá estamos activando sin darnos cuenta sus sentimientos de inadecuación e inseguridad, por lo que esa persona siente que tiene que defenderse.
Comprender que no necesitamos competir y abandonar la necesidad de tener la razón, buscando un enfoque más conciliador, puede hacer que la persona con complejo de superioridad baje la guardia y se muestre más auténtica y cercana. Eso significa alejarse de la mentalidad ganador-perdedor para promover un diálogo asertivo en el que todos puedan ganar.
3. Cambiar el enfoque
Ni podemos cambiar a los demás, ni los demás cambian de la noche a la mañana. Es probable que la persona con complejo de superioridad siga comportándose de vez en cuando de manera pretenciosa y altanera, por lo que a veces no nos queda más remedio que cambiar la perspectiva y girar los reflectores hacia nosotros, en vez de apuntarlos acusatorios hacia el otro.
En esos casos debemos preguntarnos: ¿qué hace exactamente esa persona que nos molesta? ¿Por qué nos molesta tanto? Si somos personas seguras de nosotros mismos, el complejo de superioridad no debería hacernos mella. Si somos conscientes de que no tenemos nada que demostrar y no sentimos la necesidad de competir, nos daremos cuenta de que la supuesta superioridad de la que se vanaglorian los demás es tan solo una cortina de humo para encubrir sentimientos de fracaso o deficiencia que en nada afecta la imagen que tenemos de nosotros mismos.
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