Cómo quitar el hipo: 10 trucos que podrían ayudarte
El hipo es una experiencia universal, común, todos lo hemos experimentado alguna vez. Aparece de repente y es bastante molesto. Pero ¿sabes exactamente qué lo provoca, cómo puedes gestionarlo de manera efectiva y en qué casos deberías prestarle más atención? Con la ayuda de la Dra. Teresa Millas, otorrinolaringóloga del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja, te contamos todo lo que necesitas saber sobre el hipo y cuándo tienes que visitar al médico, porque en ocasiones, este trastorno puede ser síntoma de algo más grave.
¿Qué es el hipo y por qué ocurre?
El hipo se produce debido a "espasmos reiterados y repentinos del diafragma, el músculo que separa el tórax de la cavidad abdominal", explica la Dra. Millas. Estos espasmos generan un cierre abrupto de las cuerdas vocales, lo que provoca ese característico sonido que todos conocemos. Y ¿te has preguntado alguna vez por qué aparece?
Las causas suelen ser muy comunes. Comer demasiado rápido, ingerir alimentos irritantes, exponerte a cambios bruscos de temperatura o incluso experimentar estrés emocional pueden desencadenarlo. El propósito exacto del hipo no está del todo claro, pero algunos científicos creen que podría ser un mecanismo reflejo ancestral para proteger las vías respiratorias o liberar gases atrapados en el estómago. Sin embargo, en la mayoría de los casos, parece ser una reacción no funcional que no tiene un propósito útil en el cuerpo humano moderno
¿Es posible prevenir el hipo?
Aunque no puedes evitar por completo que aparezca, sí es posible reducir la probabilidad de que ocurra adoptando ciertas prácticas saludables. Comer despacio y en porciones adecuadas es una de las recomendaciones más efectivas. "Comer rápidamente o en exceso puede distender el estómago, irritar el diafragma y desencadenar episodios de hipo", señala la Dra. Millas.
Evitar bebidas gaseosas y alcohólicas es otra estrategia útil. "Las bebidas carbonatadas causan distensión abdominal, mientras que el alcohol puede afectar el sistema nervioso, aumentando la posibilidad de hipo", añade. Además, controlar el estrés y la ansiedad también juega un papel importante, ya que las emociones intensas pueden ser un detonante en algunas personas.
Por último, presta atención a los cambios bruscos de temperatura. Consumir alimentos o bebidas extremadamente frías o calientes, o pasar de un entorno cálido a uno frío, puede irritar el diafragma y provocar hipo, como decíamos
Trucos para quitar el hipo
Seguro que alguna vez has recurrido a un remedio casero para intentar detener el hipo. Aunque la ciencia no siempre respalda estas técnicas, muchas personas las encuentran útiles. La Dra. Millas comparte varios métodos que podrías probar la próxima vez que el hipo haga acto de presencia:
1. Contén la respiración
Aguantar la respiración es una técnica clásica para detener el hipo. Al hacerlo, aumentas los niveles de dióxido de carbono en la sangre, lo que puede relajar el diafragma y poner fin a los espasmos. ¿Cómo hacerlo? Inhala profundamente, mantén el aire durante 10 a 15 segundos y luego exhala lentamente. Si el hipo persiste, repite este ejercicio unas tres o cuatro veces.
2. Bebe agua fría lentamente
Beber agua fría es otra forma efectiva de calmar el hipo. El frío ayuda a relajar los músculos del diafragma, mientras que los pequeños sorbos proporcionan un estímulo constante que puede interrumpir el ciclo del hipo. Para mejores resultados, toma el agua despacio y deja que enfríe tu garganta mientras la bebes. Algunas personas también encuentran útil beber agua inclinándose hacia adelante para aumentar la presión en el diafragma.
3. Prueba con una cucharadita de azúcar
Este remedio funciona al estimular los nervios de la boca con el dulzor del azúcar. "El dulzor estimula los nervios de la boca, reiniciando el sistema nervioso", explica la Dra. Teresa Millas. Toma una cucharadita de azúcar, colócala en la lengua y deja que se disuelva lentamente. También puedes intentar colocarla debajo de la lengua para un efecto más inmediato.
4. Chupa un trozo de hielo
El frío del hielo es un estímulo que puede calmar el diafragma. Si tienes hielo a mano, toma un pequeño cubo y chúpalo durante unos minutos. El contacto del frío con la garganta puede relajar los músculos involucrados en el hipo. Si no toleras el hielo directamente, puedes envolverlo en un paño fino o beber agua helada como alternativa.
5. Respira dentro de una bolsa de papel
Este método, aunque menos conocido, es efectivo para algunos. Al respirar dentro de una bolsa de papel, aumentas los niveles de dióxido de carbono en tu sangre, lo que puede ayudar a interrumpir el ciclo del hipo. Asegúrate de no usar una bolsa de plástico, ya que no es segura. Sostén la bolsa de papel alrededor de tu nariz y boca, respira dentro de ella lentamente durante 10 o 15 segundos y luego detente para evaluar si el hipo ha cesado.
6. Coloca unas gotas de limón o vinagre en la lengua
La acidez del limón o del vinagre estimula los nervios de la garganta, lo que puede detener los espasmos del diafragma. Coloca unas gotas directamente en tu lengua o toma un pequeño sorbo. Si prefieres, puedes chupar una rodaja de limón fresca. Este método también es útil para aquellos que buscan soluciones rápidas con ingredientes que tienen a mano.
Si el hipo persiste más de 48 horas hay que acudir al médico para saber qué causa el hipo
7. Estira la lengua hacia afuera
Sacar la lengua puede parecer un consejo extraño, pero tiene una lógica detrás. Este movimiento relaja los músculos de la garganta y puede aliviar los espasmos que provocan el hipo. Usa tus dedos para tirar suavemente de la lengua hacia afuera durante unos segundos. Es una técnica sencilla que puedes hacer en cualquier momento.
8. Realiza la maniobra de Valsalva
La maniobra de Valsalva es una técnica más elaborada pero efectiva. Consiste en cerrar la boca, tapar la nariz y exhalar con fuerza como si intentaras liberar aire. Este proceso aumenta la presión en el pecho y puede interrumpir el hipo al restablecer el equilibrio en los nervios que controlan el diafragma. Realízala con cuidado y no te excedas en la fuerza de la exhalación.
9. Masajea suavemente el cuello
Un masaje en el cuello puede relajar los músculos que están implicados en el hipo. Aplica una presión ligera y realiza movimientos circulares en la zona lateral de tu cuello, justo debajo de la mandíbula. Este masaje estimula los nervios y puede ser particularmente útil si el hipo se debe al estrés o a la tensión muscular.
10. Cambia de postura
Tu postura también puede influir en el hipo. Inclinarte hacia adelante o llevar las rodillas al pecho puede modificar la presión en el diafragma, interrumpiendo los espasmos. Si estás sentado, trata de abrazar tus piernas y mantener esa posición durante unos segundos. Si estás de pie, inclínate hacia adelante como si intentaras tocar tus pies.
"La mayoría de estas técnicas tienen como objetivo estimular los nervios o relajar el diafragma, lo que interrumpe el ciclo del hipo", señala la Dra. Millas. Aunque no siempre funcionan al primer intento, pueden ser una herramienta útil para manejar episodios ocasionales.
¿Cuándo deberías preocuparte por el hipo?
Aunque el hipo suele ser un fenómeno benigno, existen situaciones en las que puede ser motivo de preocupación. "Cuando el hipo persiste durante más de 48 horas, puede estar relacionado con problemas en los nervios que controlan el diafragma o con trastornos metabólicos, gastrointestinales o neurológicos", insiste la Dra. Millas.
Además, si el hipo aparece junto consíntomas como dificultad para respirar, dolor en el pecho, inexplicada o confusión mental, es esencial buscar atención médica de inmediato. "Estos signos pueden ser indicativos de afecciones graves, como enfermedades cardiovasculares, respiratorias o metabólicas", subraya.
No olvides que ciertos medicamentos también pueden ser responsables del hipo persistente. Según la Dra. Millas, "algunos sedantes, anestésicos y medicamentos para afecciones neurológicas tienen el hipo como efecto secundario".
¿Qué puede hacer un médico?
Si el hipo persiste o afecta tu calidad de vida, un médico podrá ayudarte a determinar su causa. El diagnóstico puede incluir una revisión exhaustiva de tu historial médico, exámenes neurológicos y pruebas metabólicas para descartar afecciones subyacentes. "El tratamiento varía según el diagnóstico y puede ir desde medicación específica hasta intervenciones más avanzadas en casos extremos", explica la especialista.