¿Las redes sociales dañan la autoestima de los adolescentes?

Adolescente seria mira el móvil
(Getty Images)

La exposición constante a imágenes que plasman una perfección irreal puede afectar a los adolescentes. Le hemos preguntado de qué modo al Dr. Celso Arango, jefe de Psiquiatría infanto-juvenil del Hospital Gregorio Marañón y patrono de la Fundación SOL, organización sin ánimo de lucro dedicada a la promoción de un entorno digital seguro y saludable para la infancia y adolescencia. El experto nos indica la relación de esta exposición a las redes sociales tiene con la autoestima de nuestros hijos y, aunque subraya que entran en funcionamiento otros muchos factores y que no todos los adolescentes que hagan uso de ellas verán mermada su autoestima, considera que los menores de 13 no deberían tener acceso a las redes sociales.

Sin embargo, los datos dejan patente que a esta edad los chicos y las chicas están más que acostumbrados a ellas, pues el 96% de los niños de 11 a 14 años posee al menos un dispositivo electrónico de uso personal, porcentaje que ronda el 40% en el caso de los niños menores de 6 años, según el informe Percepciones sobre el Impacto de Contenidos Digitales en la Infancia y Adolescencia, elaborado por la Fundación SOL en colaboración con la consultora GAD3 y la Fundación Nemesio Díez.

Es importante destacar que es el mal uso de las redes sociales, no las redes en sí mismas, lo que agrava problemas ya existentes, como la depresión o la baja autoestima

¿De qué manera afecta el consumo de redes sociales a la autoestima de los adolescentes?

Lo fundamental aquí es que no se puede hablar de forma categórica, no hay cosas que sean siempre malas o siempre buenas. Entonces, una cosa es el uso y otra cosa es el mal uso. Lo que puede afectar a la autoestima de los adolescentes es, sobre todo, el mal uso, ya que este afecta principalmente a adolescentes más vulnerables, que están más preocupados por la percepción social, por la imagen que tienen de ellos los demás, y que son excesivamente dependientes de terceros.

Hay muchos estudios que señalan que los adolescentes con rasgos anómalos de la personalidad o con determinada patología mental pueden sufrir una disminución en su autoestima causada por las redes sociales. Los propios creadores de estas redes lo saben y tienen estudios sobre esto, como en el caso de Instagram.

Es importante destacar que es el mal uso de las redes sociales, no las redes en sí mismas, lo que agrava problemas ya existentes, como la depresión o la baja autoestima. Esta situación puede reforzarse y agravarse, ya que mínimas expresiones negativas por parte de terceros pueden tener un impacto muy importante. Esto ocurriría de la misma manera de forma directa, por ejemplo, a través de los padres.

El problema con las redes sociales y el internet es que están disponibles las 24 horas del día, los 365 días del año, por lo que el riesgo de mal uso se multiplica e incrementa de forma exponencial.

Usted, como profesional, ¿se ha encontrado con más adolescentes con problemas graves de autoestimaen los últimos años?

Ha incrementado el número de adolescentes con trastornos de ansiedad. En muchas ocasiones, esto se relaciona con inseguridad y vínculos afectivos frágiles. Como resultado, muchos de ellos tienen baja autoestima y perciben que valen menos de lo que realmente valen, sintiéndose culpables de muchas cosas y viendo todo con una tonalidad muy gris.

Esta percepción influye claramente en la estima se tienen. Es importante señalar que ha habido un incremento de aproximadamente un 20% en estos trastornos desde la pandemia, aunque ya se venía observando una tendencia creciente. La incidencia y prevalencia de trastornos afectivos y de ansiedad en adolescentes ha ido incrementándose en las últimas décadas, incluso antes de la pandemia. Lo único que ha hecho la pandemia ha sido acelerar algo que ya venía ocurriendo de manera paulatina, generación tras generación, aumentando tanto en número como en gravedad.

¿Qué pueden hacer los padres para que su hijo adolescente no empiece a manifestar problemas de autoestima por la exposición a las redes sociales?

El hecho de que un adolescente esté en redes sociales no implica necesariamente una disminución de su autoestima. No se puede afirmar que esto ocurra en todos los casos; suele suceder, en primer lugar, en adolescentes vulnerables, aquellos con mayor riesgo debido a la falta de información, el uso más abusivo, descontrolado o desinhibido, o el uso menos seguro. En estos casos, por supuesto, intervienen factores como el ser engañados, el ciberacoso, entre otros, que pueden afectar negativamente su autoestima.

Los beneficios que se obtienen de las redes sociales están muy condicionados por la madurez, la personalidad, el temperamento, la genética, la cultura, el estado anímico, y muchas otras variables. La mayoría de los adolescentes que usan redes sociales no experimentan una disminución de la autoestima, aunque es una variable que debe ser tenida en cuenta, ya que en algunos casos sí puede producirse esta disminución.

Por lo general, los adolescentes que pueden estar preocupados por algo, aunque en ocasiones lo eviten o no lo expresen abiertamente, terminan compartiéndolo con su familia cuando realmente lo necesitan. Fomentar espacios abiertos, como cenas o actividades conjuntas, facilita que puedan hablar sobre sus preocupaciones, ya sea en relación con las redes sociales o con otros acontecimientos que les afecten.

Adolescente con capucha mira el móvil tumbado en el sofá
Adolescente con capucha mira el móvil tumbado en el sofá (Getty Images)

¿Cómo ver las primeras señales de alerta y darse cuenta de que el consumo de las redes sociales está afectando a la autoestima de su hijo?

Una forma de hacer que los adolescentes se den cuenta de que el consumo de redes sociales o de pantallas, en general, es excesivo, es preguntarles cuánto tiempo creen que pasan de media frente a la pantalla. Como la mayoría de los dispositivos muestran el tiempo promedio diario de uso, casi siempre subestiman la cantidad real. Cuando hablamos de valores de tres, cuatro, cinco o más horas diarias, si se restan las 8 horas de sueño, más el tiempo que se dedica a comer y otras actividades, se puede ver que pasan una tercera o incluso una cuarta parte de su tiempo, es decir, entre el 25% y el 30%, o en algunos casos hasta el 40% o 50%, frente al teléfono.

Al ponerlo de esta manera, muchos adolescentes se dan cuenta de que quizá su uso es más excesivo de lo que inicialmente pensaban. Además, al mostrarles el porcentaje de tiempo que pasan en redes sociales, es algo que les ayuda a ser conscientes de su consumo.

Otra estrategia es demostrarles cuánto tiempo pueden estar sin ponerse nerviosos, ansiosos o preocupados por no tener su teléfono móvil. Generalmente, este tiempo suele ser menor de lo que ellos piensan. Aunque crean que tienen el control sobre su uso de TikTok o de otras redes sociales, por lo general es menos de lo que perciben. Es una manera de mostrarles que, en realidad, no tienen el control que creen tener.

¿Cómo pueden los adolescentes hacerse 'fuertes' ante comentarios negativos e incluso, insultos cuando son ellos quienes suben contenido a las redes?

Otro aspecto que los menores deben conocer es que todo lo que suban a internet quedará allí para siempre. No es lo mismo decir o hacer algo sin que quede grabado, ya que el impacto es limitado solo a las personas que lo ven o lo escuchan en ese momento. Sin embargo, lo que se sube a internet puede extenderse de forma viral y reaparecer incluso 30, 40 o 50 años después, en los lugares más recónditos del mundo. Por eso, es importante que piensen en su futuro y en las posibles consecuencias de sus acciones.

Ayudarles con ejemplos de situaciones que ya han sucedido a otros adolescentes puede ser útil para que tomen conciencia. El uso de ejercicios como el "roleplay", donde se ponen en el lugar del otro, puede hacer que se den cuenta de la magnitud de subir determinados contenidos, como fotos con contenido sexual, violento o amenazante, entre otros.

También se ha observado que en casos de acoso escolar o ciberacoso, una de las mejores formas de prevención es hacer que el niño o adolescente que esté pensando en cometerlo se ponga en la piel de la víctima. Cuando se dan cuenta del impacto mucho mayor que puede tener su acción —como el aumento del suicidio, la depresión o el hecho de que la víctima se sienta miserable— muchos reconsideran su comportamiento.

Fomentar la empatía y el aprendizaje socioemocional, haciéndoles ver las posibles consecuencias tanto para su vida como para la de otros, es algo fundamental que deben aprender desde el principio. Esto, por supuesto, debe estar ajustado no solo a la edad cronológica del adolescente, ya que no es lo mismo un adolescente de 12 años que uno de 16 ó 17, sino también a su nivel de madurez y desarrollo cognitivo.

El hecho de que un adolescente esté en redes sociales no implica necesariamente una disminución de su autoestima

¿Cree que es necesario que los padres controlen lo que sus hijos ven y publican en las redes?

Es importante que el uso de las redes sociales y dispositivos electrónicos se realice en condiciones de mayor seguridad, ya que su uso excesivo está relacionado con un aumento del riesgo de desarrollar patologías mentales como la depresión, la ansiedad y las adicciones no comportamentales. El uso excesivo también se asocia con otras patologías relacionadas con la edad, como el sedentarismo, lo que convierte a estos dispositivos en un potencial enemigo. Aunque no siempre lo son, su uso prolongado puede exponer a los menores, las 24 horas del día y todos los días del año, a riesgos como el ciberacoso, el acceso a pornografía o a contenidos denigrantes y vejatorios, sin la supervisión constante de los padres, tanto de día como de noche, o durante los fines de semana. Esta exposición a contenidos en línea, que antes no existía, puede tener un impacto negativo en el desarrollo de los adolescentes, afectando su percepción de las relaciones interpersonales o la valoración que hacen de las relaciones sexuales, los roles de género, entre otros aspectos.

También existen estudios que muestran cómo los adolescentes que hacen un uso perjudicial de las redes sociales tienen un mayor riesgo de autolesiones e ideación suicida, además de un peor pronóstico en aquellos que ya presentan trastornos mentales de base, como el TDAH o los trastornos del desarrollo, así como trastornos de la conducta alimentaria.

Por esto, es fundamental que, como recomienda la Asociación Española de Pediatría, los padres limiten el tiempo de uso de pantallas, reduzcan el tiempo que los menores pasan en redes sociales y dispositivos electrónicos en general, y fomenten las relaciones sociales presenciales. También es importante mejorar la calidad del sueño, evitando que el uso de pantallas o redes sociales sea lo último que el menor haga antes de dormir. Se debe educar a los adolescentes sobre los riesgos asociados al uso de redes sociales y dispositivos electrónicos, y los padres deben estar atentos al estado emocional de sus hijos, a posibles conductas de riesgo, y buscar apoyo cuando sea necesario.

El mal uso de las redes sociales no solo aumenta el riesgo de desarrollar otros trastornos mentales, sino que también puede convertirse en un trastorno en sí mismo. El descontrol que impide despegarse del teléfono, a pesar de saber que interfiere en las relaciones familiares, sociales, en el rendimiento académico o en la práctica de deporte, es una forma de adicción, comparable a cualquier otra adicción a sustancias.

¿Cómo influyen las redes sociales, en general, en la salud mental de los menores de edad?

De nuevo, no se trata de la influencia de las redes sociales en la salud mental, sino de la influencia que tiene el mal uso de las redes sociales en la salud mental. El mal uso puede aumentar el riesgo de desarrollar trastornos mentales o agravar el pronóstico de adolescentes que ya tienen un trastorno mental. Por eso es importante retrasar lo máximo posible la edad de inicio en el uso de redes sociales. En mi opinión, los menores de 13 años no deberían utilizar redes sociales. Y cuando empiecen a hacerlo, es fundamental llegar a un acuerdo sobre normativas y restricciones, explicándoles el porqué de estas limitaciones y los peligros que conllevan.

Es similar a cuando un adolescente de 15 años quiere conducir, y se le explica por qué no puede hacerlo, o por qué no debe consumir sustancias tóxicas. Es fundamental que los padres desempeñen un papel de supervisión y educación, y también el sistema educativo, que debería enseñar habilidades prácticas importantes para la vida de los niños y adolescentes.

La supervisión y educación, que son principalmente responsabilidad de los padres, deben incluir la enseñanza sobre la protección de la información personal. Los adolescentes deben entender que, ante cualquier problema o duda, deben abstenerse de actuar y preguntar antes para asegurarse de que lo que están haciendo es correcto. También es importante fomentar la conciencia crítica, para que no se dejen engañar por terceros. Sentarse con ellos a ver documentales interesantes y accesibles que muestren cómo pueden ser engañados es muy útil, así como hacerles entender que muchas de las cosas que ven o escuchan en las redes sociales no son ciertas.

A su juicio, ¿debería haber una edad mínima real de acceso a las redes sociales? ¿Por qué?

Sí creo que debe haber una edad mínima para el uso de redes sociales, aunque no necesariamente tiene que ser un número exacto. Como mencionaba antes, la madurez varía; en general, las chicas suelen alcanzar una madurez cognitiva antes que los chicos, y no todos los adolescentes maduran al mismo ritmo. Sin embargo, no considero que el uso de redes sociales durante la infancia, es decir, antes de los 12 años, sea algo positivo. A esa edad, no están preparados para afrontar y evaluar de manera racional y adecuada los riesgos que implican las redes sociales.

No recomendaría el uso de redes sociales por debajo de los 13 ó 14 años. No obstante, esto también dependerá mucho del niño o adolescente en particular, ya que cada caso debe evaluarse de forma personalizada, considerando el nivel de madurez del menor en cuestión.