Riz Ahmed, una carrera atravesada por el prejuicio y el talento

Riz Ahmed, al frente de Sound of Metal
Riz Ahmed, al frente de Sound of Metal

La nominación de Riz Ahmed al Óscar en la categoría mejor actor por su trabajo en El sonido del metal es finalmente reconocer el potencial de un artista todo terreno. Ahmed actúa, pero también es músico y activista y a lo largo de su carrera supo encontrar en esas expresiones no solo su vocación, sino también un inmejorable vehículo de denuncia.

Con un pie en el cine independiente

Rizwan Ahmed nació en 1982 en un pequeño barrio londinense llamado Wembley y es descendiente de pakistaníes musulmanes. Debido a su origen, en muchos aspectos su vida (y no solo su carrera) están atravesados por una sensación de doble identidad y por la necesidad de demostrar que su ascendencia es motivo de orgullo frente a una mirada global marcada por el prejuicio. “Pueden verme como el primer británico pakistaní, o como el primer ciudadano de Wembley en ser nominado al Oscar como mejor actor, hay mil maneras de verlo”, dijo Ahmed en una reciente entrevista y agregó: “En la medida que esto se entienda como la oportunidad para que más personas puedan conectarse y sentirse incluidas, solo así será una bendición”.

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Luego de estudiar política y economía, él encontró en la actuación su vocación. Su primer protagónico llegó en 2006, con El camino a Guantánamo. En ese largometraje de Michael Winterbottom, Ahmed interpretó la verdadera historia de un turista inglés que junto a dos amigos es encarcelado en la Bahía de Guántamo, donde lo someten a todo tipo de torturas para que confiesen su supuesta afiliación a Al Qaeda. La película revela el salvaje trato que recibían los presos en ese lugar y la discriminación generalizada hacia las personas de origen musulmán. Lamentablemente, arte y realidad se mimetizaron cuando en un aeropuerto de Berlín, camino al festival de cine en el que se presentaba dicho film, Riz fue injustificadamente demorado por la policía, que lo maltrató e insultó. En esa experiencia personal y actoral, Ahmed encontró una causa que sería su bandera y que lo llevaría a luchar contra el prejuicio hacia los musulmanes.

En los años siguientes, participó de numerosas ficciones televisivas y se destacó en Britz, ficción sobre un estudiante inglés que es apartado de su hermano luego de los ataques del 11 de Septiembre y la posterior estigmatización que sufrieron en Londres los adolescentes de ascendencia pakistaní. Por otra parte, en 2008 fue uno de los protagonistas de Dead Set, la miniserie de culto que narra un apocalipsis zombi desde la perspectiva de los participantes de un Gran Hermano. A partir de ese momento, su carrera va a oscilar entre dos variantes que gracias a su talento, conviven en perfecta armonía. Por un lado, títulos de fuerte contenido político y por el otro, producciones a gran escala basadas en relatos de género. La inteligencia de Ahmed está en comprender que no hay trabajos de mayor o menor relevancia, y que entretener no es menos importante que denunciar.

Y otro pie en el cine mainstream

“Hollywood no es para mí, ni me importa. Yo jamás podría ser Brad Pitt, es más, yo ni siquiera podría ser Apu de Los Simpson”, exclamó en una oportunidad Ahmed en referencia al lugar en el que querían encasillarlo en Hollywood. El actor estaba agotado de roles basados en estereotipos pakistaníes y no encontraba manera de escapar de eso. Hasta que llegó Primicia mortal y lo cambió todo.

En ese título, Jake Gyllenhaal interpreta a un camarógrafo amateur dedicado a filmar escenas de alto impacto para vendérselas a una emisora local. En esa historia, Riz se puso en la piel de Rick, el asistente del protagonista, un hombre desesperado por conseguir algo de dinero a como diera lugar. El inglés quedó elegido para ese papel y superó a un grupo de setenta actores que aspiraban a obtenerlo. En el casting tuvo una química instantánea con Gyllenhaal, quien recuerda así ese momento: “Cuando hizo su audición fue terriblemente convincente. Nos voló la cabeza a todos los que estábamos ahí, fue increíble ver cómo se transformaba”. El de Rick fue un rol que le permitió enfundarse en la cara menos glamorosa de los Estados Unidos y por ese trabajo recibió muchas nominaciones.

En 2016, HBO estrenó The Night Of, un policial basado en la serie inglesa Criminal Justice. La ficción de ocho episodios cuenta la historia de Naz, un estudiante de origen pakistaní que reside en Queens y que es acusado de homicidio. La trama refleja la dura realidad que vive el muchacho en prisión, la metamorfosis que atraviesa durante ese tiempo y las muchas lagunas que tiene el sistema penal de los Estados Unidos. Es una historia amarga, de un tono que remite a ciertos aspectos de The Wire (y que se refuerzan por la presencia de Michael K. Williams), y que propone no una saga de redención, sino la historia de un personaje que parece inexorablemente destinado a hundirse.

“Fue mi experiencia más desafiante como actor. Fue una prueba de resistencia, un intenso trabajo tanto físico como emocional y me permitió ver un atisbo de lo que significa realmente la vida en prisión. Aún teniendo la posibilidad de volver a mi casa todas las noches, atravesar eso fue algo muy difícil. Apenas puedo imaginar lo terrible que debe ser todo para alguien que vive en la cárcel. Y el hecho de que este producto terminara siendo tan exitoso y reconocido, precisamente en Estados Unidos, es algo gratificante”, expresó, tras el éxito de la serie de HBO.

La producción de The Night Of se prolongó a lo largo de ocho meses y a Ahmed la preparación de ese papel le tomó más de un año. Él pasó mucho tiempo en Queens, exploró la lógica de la comunidad pakistaní de ese lugar y elaboró a su personaje hasta en el más mínimo detalle. Pero como destaca el director de la miniserie, Steven Zaillian, el actor trabajó de manera muy reservada: “Yo ni siquiera me enteré de todo lo que hacía para construir a su personaje, él nunca se jactó de la enorme investigación que llevó a cabo. Lo hizo todo sin decirle nada a nadie”.

Una vez más, la carrera de Ahmed lo llevó a alternar un proyecto pequeño, con una producción colosal como fue Rogue One. El primer spin off cinematográfico de la franquicia galáctica, le permitió a Ahmed embarcarse en una película que bebía de las raíces de Star Wars, los seriales de ciencia ficción y los clásicos del cine de aventura como Los cañones de Navarone. Al actor le interesaba sumarse a una pieza de la popular saga y cuando supo del proyecto, le mando al director Gareth Edwards decenas de videos con improvisaciones de todo tipo. “Apenas lo vi pensé que él tenía muchas posibilidades”, reconoció Edwards, que luego debió ponerle un freno al entusiasmo de Ahmed pidiéndole que por favor no le mandara más videos, porque efectivamente quería sumarlo al film.

Riz MC, su otro yo musical

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En paralelo al cine, Ahmed se dedica a la música, otra forma que le permite visibilizar su activismo en lo referido a la cultura pakistaní y su representación. “Desde que era un adolescente, tuve que ocupar distintos roles y enfrentarme a la imagen que podían tener de mí como miembro de una familia pakistaní. La fluidez de mi identidad se veía a diario afectada por las muchas etiquetas que nos daban a los asiáticos” confesó en alguna oportunidad. Esas inquietudes se convirtieron en la materia prima de Riz MC, el nombre artístico con el que se dedica al hip hop de manera solista o junto a su grupo, los Swet Shop Boys.

El activismo del artista incluso inspiró el denominado Test de Riz, un rápido cuestionario que en una línea similar al Test de Blechdel, permite identificar qué tipo de representación de la cultura musulmana se hace en un largometraje. Las preguntas que plantea, que giran sobre si hay personajes musulmanes y si son mostrados como terroristas, permite concientizar sobre la islamofobia presente en muchas de las producciones cinematográficas actuales.

El sonido del metal, un título hecho a medida

En los últimos años, el actor aumentó su popularidad gracias a participaciones en films como Venom o en series de culto como Girls o The OA, pero el estreno de El sonido del metal, le valió un reconocimiento unánime. En la ópera prima de Darius Marder, Ahmed interpreta a Ruben, un músico que pierde su audición y que debe aprender a adaptarse a un nuevo modo de vida.

Para el actor, este personaje es perfecto porque le permite una interpretación a tono con el registro que siempre lo caracterizó, en donde los silencios y las expresiones sutiles encierran universos emocionales complejos. Marder trabajó mucho con su protagonista sobre los desafíos que suponía ese rol y en una nota explicó: “Cuando Riz comenzó a colaborar con Jeremy Lee Stone, otro intérprete del film que también se desempeñó como asesor en lengua de señas, hubo un momento muy conmovedor cuando comprendió que debía expresar todos sus sentimientos solo con su rostro. Eso lo emocionó mucho porque comprendió que todos nos escondemos detrás de nuestras palabras y nuestra capacidad de escuchar”.

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A lo largo de la película, Ruben intenta no rendirse ante la angustia, hasta llegar al desafío de adaptarse definitivamente a aquello que perdió o intentar una última jugada por recuperarlo. Es un personaje que duda de sus propios objetivos y sobre esos aspectos el actor comentó: “Creo que esta experiencia me hizo entender qué significa el sentirme vulnerable y eso es interesante porque tiene que ver con el eje del film. La trama gira alrededor del poder encontrar la fortaleza a partir de tu vulnerabilidad. Eso es curioso, y creo que en cualquier proyecto que encares como intérprete, el proceso que inicias te lleva a comprender que de alguna manera, todos tus personajes te reflejan. En ese sentido, esto fue un punto de quiebre absoluto porque me hizo entender qué significa el rendirse”.

Su éxito con El sonido del metal y la nominación que recibió en los ya mencionados Oscar, como así también en otras ceremonias de premios, confirman a Ahmed como uno de los intérpretes más valiosos de su generación. Mientras tanto, él continúa su trabajo en films como Mogul Mowgli (cuyo guion también escribió, y que tiene evidentes ecos de El sonido del metal), o en la presentación del álbum The Long Goodbye, que incluye un clip que denuncia una vez más los peligros del racismo. Todas ellas son obras que evidencian que Riz aún está muy lejos de su techo. Mientras tanto, enfrentar sus debilidades, encontrar roles que lo desafíen, componer canciones que lo definan, y darle voz a su activismo, es el complejo equilibrio en el que Ahmed sostiene una carrera tan impredecible como fascinante.

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