Salma Hayek consiguió un hito como estrella latina en Hollywood del que nadie habla
Salma Hayek no necesitó alcanzar la fama y el éxito para derribar barreras en Hollywood. Porque así como se impuso a los avances machistas de Harvey Weinstein y luchó contra los prejuicios que la encasillaban entre los muros opresores de ser vista como sex-symbol o latina de curvas ‘sexis’, la actriz mexicana consiguió un hito casi imposible para las actrices hispanas cuando era prácticamente una recién llegada. Y no les hablo de producir su película soñada sobre Frida Kahlo o alcanzar los premios Oscar siete años después de su debut hollywoodense, sino de un hito que tuvo lugar mucho antes. Y del que nadie habla.
Quizás el mundo desconoce esta historia porque está asociada a una película que prácticamente nadie recuerda. Una comedia dramática que protagonizó con Russell Crowe cuando ambos eran dos recién llegados abriéndose camino en la meca del cine. Sin embargo, esconde en sus entrañas un logro del que Salma estaba inmensamente orgullosa. Y que, en consecuencia, debería formar parte del conocimiento popular en torno a los avances que los latinos están dando hacia la igualdad en Hollywood.
Nacida el 2 de septiembre de 1966 en Coatzacoalcos, Salma supo que quería ser actriz el día que vio Willy Wonka y la fábrica de chocolate con su padre. Iban todos los domingos a la matinée de un cine local y se quedó extasiada tras descubrir que existía un mundo capaz de “crear un río de chocolate y que las flores eran pedazos de caramelos que podías comer”, como le dijo a Rosie O’Donnell en 1997. Ese mundo era Hollywood y allí se dirigió en 1991. Había abandonado la universidad para seguir sus sueños y, después de arrasar como estrella de telenovelas mexicanas, hizo las valijas y se mudó a Los Angeles.
Pero no lo tuvo fácil. Porque esa actriz y productora que en la actualidad reconocemos como una de las latinas más solicitadas, aclamadas y cercanas al público –esa misma que nos tiene enganchadísimos a sus redes sociales con sus bailes y oda a la belleza natural aplaudiendo sus canas y el paso del tiempo– pasó años viendo cómo nadie quería contratarla. Incluso tuvo que escuchar cómo jefes de estudio le decían que “nunca sería protagonista” porque sonaba como “sirvienta mexicana” (The Guardian). Sin embargo, Salma no dejó que los rechazos la frenaran. Siguió creyendo en sí misma, manteniendo la sartén por el mango a base de confianza y resiliencia.
Aguantó el chaparrón durante varios años hasta que Robert Rodriguez le brindó la visibilidad necesaria. Fue con el papel de la seductora Carolina de Pistolero (1995), un personaje carismático que robaba miradas con cada paso que daba entre tiroteos, persecuciones y la violencia que arrastraba su amante mercenario interpretado por Antonio Banderas. Y entonces la realidad superó a la ficción, haciendo que Salma se robara las mismas miradas en el mundo real, levantando la temperatura como la seductora vampiro Santanico Pandemonium con Del crepúsculo al amanecer (1997) mientras comenzaba a ganarse sus primeras oportunidades como protagonista. Y sin interpretar a sirvientas.
No obstante, si bien ya tenía un pie dentro de la industria, todavía no había nada asegurado. Continuaba haciendo audiciones y ser latina era una barrera para los agentes de castings que veían un estereotipo en lugar de talento. Lo dijo ella misma a The Guardian en 2021 cuando explicó que perdió “muchos” papeles debido a sus raíces a lo largo de su carrera. Y aunque consiguió derribar el prejuicio a base de trabajo y talento a lo largo de los años, el hito que logró en 1997 fue histórico para ella y la comunidad latina.
Les hablo de Breaking Up (1997), una de sus primeras películas como protagonista en Hollywood. Se trataba de una comedia dramática que giraba en torno a la ruptura entre dos personas inmaduras, incapaces de escucharse, pasionales e impulsivas. Un proceso plagado de idas y venidas que analizaba el daño de las relaciones tóxicas, así como la importancia de la madurez emocional cuando hay amor de por medio. Russell Crowe interpretaba a un fotógrafo egoísta en el amor, tóxicamente arraigado a Mónica (Salma Hayek), una maestra que exigía un nivel de compromiso que él no le podía dar.
Breaking Up (1997) A couple circa 30 breaks up after 2 1/2 years - or do they? Russell Crowe, Salma Hayek, Abraham Alvarez. https://t.co/G2AKX8UCg6 pic.twitter.com/B0B1QVtWc6
— Dvd Daddy 🎥🎮🎸🎶 (@DVD_Daddy) September 2, 2022
Salma consiguió el papel poco después de triunfar con Pistolero (1995), la película que simbolizó el puente que tanto soñaba cruzar, pasando de la industria mexicana a la estadounidense. Una transición que describió como “un logro formidable” pero, también, “muy difícil” de conseguir en una entrevista de mediados de los ’90 con el periodista Joe Leydon. Sin embargo, aunque la película con Antonio Banderas pasaría a la historia como su primer escalón hacia la cima de Hollywood, no fue su mayor logro por entonces.
Y es que esta actriz que fue derribando estereotipos y conquistando a la industria con el paso de los años, acumulando logros a diestro y siniestro, creía haber conseguido “el mayor logro de su vida” en 1996.
“Acabo de conseguir un papel que fue escrito para una chica americana”, dijo en la mencionada entrevista. “Y me lo dieron a mí sólo porque destaqué en las audiciones. El director me lo dijo, no me lo dieron porque fuera mexicana y no me detuvieron de conseguirlo por ser mexicana. Me lo dieron porque, para el director, di la mejor actuación. Y no los detuvo que fuera mexicana para dármelo”, añadía extasiada. “Es una película con Russell Crowe, son solo dos personajes y se titula Breaking Up. Estoy muy entusiasmada”.
Si este logro de Salma Hayek no se conoce ni nadie parece destacarlo como uno de los hitos de su carrera es porque Breaking Up no hizo prácticamente nada de ruido. La historia era interesante y un ejercicio interpretativo de ambos actores que cargaban con el peso de toda la trama como los únicos personajes en escena, no obstante, la pobre ejecución del director y un montaje aficionado la terminaron convirtiendo en una sátira absurda y ridícula en lugar de la comedia dramática que había en sus entrañas. Sin embargo, el hito se mantiene ahí, en su historia, con o sin éxito a sus espaldas.
Es decir que Salma Hayek consiguió que su talento destacara por encima de los prejuicios en una época en donde los estereotipos latinos seguían minando la mirada hollywoodense. En donde los artistas hispanos buscaban oportunidades, pero vivían encontrándose con esa visión de túnel que los encasillaba en roles de narcotraficante o sirvientas. Y así, mientras John Leguizamo evitaba tomar el sol para huir de los prejuicios y poder conseguir trabajo, cuando Jennifer Lopez recién comenzaba su camino como artista latina a través del biopic Selena y Penélope Cruz todavía no había pisado tierra hollywoodense, la veracruzana conseguía un hito que pasaría inadvertido ante los ojos del mundo pero que, en realidad, refleja cómo fue una abanderada del cambio desde sus inicios en Hollywood.
Que no fue algo a lo que se enfrentó cuando la fama tocó a su puerta, sino que se lanzó al vacío haciendo castings para personajes que no estaban escritos pensados para alguien de sus raíces, a sabiendas que el rechazo y los estereotipos podían jugarle en contra. Y lo consiguió demostrando a esa misma industria que el talento es lo que de verdad importa.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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