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'Selena': lo que no encontrarán los fans de la reina del Tex-Mex en la serie de Netflix

Los primeros nueve episodios de 'Selena: la serie', que se transmite por Netflix, abordaron la infancia y adolescencia de la reina del Tex-Mexcon mucho sentimiento pero sin tantos matices, ni rigor biográfico. Esto resultó en que fuera una primera temporada mediocre y tibia, aún si Christian Serratos y Ricardo Antonio Chavira dieron lo mejor de ellos en los roles de la talentosa cantante y su padre que casi rayaba en lo explotador.

Precisamente este es el problema: con el padre de la fallecida estrella, Abraham Quintanilla y su hermana mayor Suzette, en el rol de productores ejecutivos, la serie está comprometida a mostrar una única visión de la historia de la cantante. De este modo, se profundiza en las vidas de los diferentes miembros de la familia, más que centrarse en la cantante, que es el verdadero objeto de interés.

La segunda parte de la serie comienza donde se quedó la primera e intenta dar a los espectadores una mirada más cercana a las experiencias y sentimientos encontrados de la joven a medida que se hizo más famosa, en pos de grabar su primer álbum en inglés y establecer su intento de independencia casándose con Chris Pérez (Jesse Posey) a pesar de la desaprobación de su familia y también conociendo a la nefasta Yolanda Saldívar (Natasha Gómez) que eventualmente causará una tragedia.

Si bien Selena recibe más atención en esta temporada, lo cierto es que, como pasa con la serie de Luis Miguel en su segunda temporada también, es que sigue siendo más un melodrama familiar con visos de telenovela (ligeramente más auténtica que la de el cantante mexicano) que una serie biográfica reveladora.

Aquí vemos cómo la jovencita se vuelve más intensa sobre las cosas que quiere a medida que se establece como cantante, compositora, diseñadora de moda y propietaria de un negocio, una gran desviación de la primera parte, que la mostró como la hija sumisa y "perfecta", que estaba de acuerdo con todo lo que era la voluntad de su padre.

A medida que Selena gana preponderancia en la trama, también lo hace Christian Serratos, que ofrece una interpretación sólida y lograda, en su propia versión de la cantante (algo que se esperaba después de que en la primera parte parecía seguir los pasos interpretativos de JLo en la película de Gregory Nava estrenada en 1997).

Ahora la moda y el maquillaje se sienten más fieles al estilo icónico de Selena (en estos episodios Serratos solicitó ser ella quien hiciera su propio maquillaje y peinado, igual que lo hiciera Quintanilla en la vida real), lo que disminuye la sensación falsa que dominó la primera mitad de la serie. Sin embargo, a pesar de los mejores intentos de Serratos de capturar las muchas emociones de Selena mientras equilibra su creciente estrellato, obligaciones comerciales y familiares, queda claro que cualquier expansión de estos sentimientos aún está atascada en el control de la familia Quintanilla. Esta es la Selena que quieren mostrar, no necesariamente una Selena fiel a la realidad.

Al igual que la primera, esta temporada se compone de nueve episodios (todos disponibles ya en Netflix) lo que limita qué parte de la historia puede tratarse solo de Selena. Aunque los saltos de tiempo son menos frecuentes esta vez, el drama continúa oscilando entre sus dos hermanos, Suzette (Noemí González) y A.B. (Gabriel Chavarría), profundizando aún más sus arcos de la historia y las ostensibles contribuciones que hicieron a la carrera de Selena.

Siempre que la historia parece que va a sondear más profundamente en la psique de Selena, aparece una escena familiar que desvía la atención. Y si bien puede ser remotamente interesante aprender más sobre la familia, lo cierto es que sigue faltándonos más Selena y es obligación de los Quintanilla y los showrunners Moisés Zamora y Jaime Dávila el hacerle justicia mostrándola más apegada a la realidad.

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