La sorpresa invaluable que hace a ‘La reina Charlotte’ la mejor entrega de ‘Bridgerton’
La reina Charlotte será una extensión breve y puntal del universo Bridgerton, pero la nueva miniserie de Netflix tiene un corazón completamente diferente. Uno más sano y que late más fuerte. Porque si bien se mantiene fiel a la estética superficial de la serie original, con la misma ostentosidad visual y la modernización fresca que aportan las canciones pop, esta precuela y spin off se despoja del dramatismo light y telenovelero previo para arriesgar con una trama más oscura, realista y profunda. Jamás pensé que lo diría pero La reina Charlotte: Una historia de Bridgerton es la mejor serie de toda la saga.
Es verdad. No le tenía mucha confianza porque el tráiler promocional me contagió la sensación de estar ante más de lo mismo. Nos mostraban destellos de la historia de orígenes que íbamos a ver en torno a la reina caprichosa que conocimos en Bridgerton, pero volvían a utilizar el mismo sabor telenovelero con exceso pasional que hizo que las temporadas y novelas de Julia Quinn fueran un éxito. Pero ahora entiendo que se estaban guardando el mayor as bajo la manga.
Porque si bien La reina Charlotte: Una historia de Bridgerton es una historia de orígenes, es mucho más ambiciosa de lo que parece a primera vista. La trama principal nos remonta unos 50 años en el pasado, centrándose en la figura de una joven reina (interpretada en esta ocasión por India Ria Amarteifio) y su matrimonio concertado con el rey Jorge III (Corey Mylchreest), así como en las ramificaciones de la unión de razas en la alta sociedad británica. La precuela tiene suficientes elementos que la “atan” a Bridgerton, como la explicación en torno al desarrollo de carácter de Lady Danbury, su amistad con la reina y la introducción de Violet Bridgerton como una adolescente inteligente y precoz, muy similar a su hija Eloise (uno de los personajes favoritos de la serie madre). Las tres juegan entre el pasado y presente con apariciones de las actrices originales, pero aportando detalles que complementan lo que vimos en Bridgerton, dándoles un merecido protagonismo como mujeres independientes de su era.
En la serie principal conocimos a una Charlotte caprichosa y exigente que se obsesiona con descubrir la identidad de la precursora de chismes, Lady Whistledown, y se distrae con la temporada anual casamentera. Pero como bien nos mostró la serie, se trata de una táctica de distracción ante la soledad impuesta por la deteriorada salud mental del rey. Y esto es justamente el corazón esencial de la historia de La reina Charlotte. Porque gracias a esta adversidad, la humanidad y realismo de los personajes brilla por encima de lo tintes noveleros.
Charlotte es una joven testaruda y caprichosa, igual que en su versión adulta. Jorge es un rey solitario, presionado desde la infancia por las obligaciones heredadas en su sangre, que vive aislado de la realidad a raíz de las crisis nerviosas que padece. Crisis que nadie entiende pero que lo hacen vulnerable bajo el título que define su existencia. De esta manera, la serie pone sobre la mesa la baja autoestima que esconde un problema de salud mental pero, también, la importancia del amor y la comprensión en el proceso. Así como el gran valor de la comunicación para entenderse como pareja, sobre todo en tiempos de adversidad. Porque gracias al amor de Charlotte, el rey descubre la fuerza de voluntad para hacer frente a su problema mientras ella consigue salir de su burbuja ejercitando la empatía, más allá de sus necesidades personales. Y todo esto, dentro de una trama de ficción romántica, se traduce en un mensaje humano e invaluable.
Sabemos que la historia del rey Jorge III se inspira en el rey que gobernó Gran Bretaña entre 1760 a 1820 y la enfermedad que pasó a la historia como “la locura del rey Jorge”. Existen varias teorías que intentan explicar su dolencia. Algunos creen que el rey sufría de porfiria (un trastorno hepático) y que su exposición al arsénico contribuyó al empeoramiento de los síntomas. Mientras que en los últimos años, científicos, médicos e historiadores creen que, de hecho, no tenía porfiria, sino una combinación de trastorno bipolar, manía crónica y demencia (BBC).
Con esta premisa en el centro de la historia de amor, La reina Charlotte juega en una liga superior a la serie original, aportando un arco dramático central que humaniza a los personajes más allá de la frivolidad monárquica, la presión social o la pasión desmedida. Con este punto de encuentro nada ideal, los personajes se encuentran, se complementan y se hacen más ricos en el viaje personal de cada uno y como pareja. Incluso las historias paralelas -como las de Brimsley y Reynolds (la respectiva mano derecha de la reina y el rey) o la inteligente estrategia de Lady Danbury para escalar en la sociedad bajo el yugo de un matrimonio forzado, completan el círculo a favor de la historia central, sin divagar tanto como hizo la segunda temporada de Bridgerton.
La única queja que puedo señalar es la oportunidad perdida para apuntar más alto en el comentario racista y social. Bridgerton propuso una historia de ficción donde el racismo ha desaparecido por completo desde la coronación de una reina negra y la sociedad vive en armonía sin importar el color. Como si fuera tan fácil… La reina Charlotte trata el asunto pero se siente demasiado superficial para el poder social, político e histórico que representa. Pero tampoco se le pueden pedir peras al olmo cuando estamos ante una historia de amor y de tan solo seis episodios.
La reina Charlotte: Una historia de Bridgerton se estrenó el jueves 4 de mayo y me rompió los esquemas hasta el punto de no poder soltarla. Y cuando no me considero fan de Bridgerton. Reconozco que tiene un encanto visual que la convierte en una apuesta de consumo fácil, pero no se trata de una serie que me haya sorprendido. Pero lo de La reina Charlotte es otro cantar. Porque en seis episodios consigue profundizar en personajes ya conocidos, atar cabos que mejoran la serie principal y ofrecer una historia que aporta humanidad, realismo y empatía sin abusar de la pasión forzada como hicieron las temporadas previas.
En esta precuela el romanticismo, la pasión o la urgencia matrimonial sobre mujeres sin voz ni voto no son el hilo conductor de toda la trama, sino que funcionan como complemento de una historia de amor más humana e interesante. La reina Charlotte: Una historia de Bridgerton, sin dudas, es una de las sorpresas más gratas de la temporada.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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