'Succession' no se anda con rodeos para hacer historia televisiva

Fotograma de 'Succession' (cortesía de HBO)
Fotograma de 'Succession' (cortesía de HBO)

ATENCIÓN: ESTE ARTÍCULO CONTIENE SPOILERS DEL 4X4 DE SUCCESSION

Succession no tiene nada que envidiarle a Juego de Tronos. Serán series diferentes en estética y arcos narrativos, pero la capacidad para dejarnos boquiabiertos comienza a superar a la obra más épica de HBO. Porque después de tres temporadas sublimes, Succession se acerca a su final derrochando miradas, emociones a flor de piel, sutilezas y giros inesperados que están haciendo de cada capítulo un evento televisivo. Y justo cuando creíamos que iba a ser imposible superar la sorpresa del tercer episodio, Jesse Armstrong sacude el tablero demostrando que no va a andarse con rodeos para entrar en los libros de historia.

Porque en Succession todo es enorme. Es decir, no existen los pequeños detalles porque incluso lo que a primera vista podría parecer minúsculo, termina escondiendo un terremoto dramático que explota a través de miradas, emociones contenidas, bullying o las estrategias de negocios más egocéntricas de la televisión. Y el cuarto episodio de la última temporada, ‘Honeymoon States’, juega esta carta más que nunca mientras sentencia que lo mejor todavía está por venir. Que la sorpresa inesperada que vimos en el tercer capítulo es solo el comienzo de un tsunami de intenciones.

La muerte de Logan Roy (Brian Cox) en el tercer episodio nos descolocó. Que Jesse Armstrong eligiera matar al conductor de la orquesta, el que hacía sonar todas las melodías rabiosas, emocionales y rencorosas de sus herederos, nos hizo temer por el futuro final de la serie. Porque, a primera vista, la sorpresa se podía sentir apresurada. La familia tenía demasiadas cuentas pendientes. Sobre todo sus tres hijos menores. Esos que el mayor, Connor, definió con certeza como “esponjitas necesitadas de cariño” después del último cara a cara con Logan. Sin embargo, el cuarto episodio deja claro que no hay nada que temer. Más bien todo lo contrario. Porque todavía queda mucho por contar y la muerte del patriarca podría suponer la implosión definitiva de la familia Roy. Y todo gracias a un papel donde dejó escrito el nombre de su sucesor pero... ¿está subrayado o tachado?

El cuarto episodio transcurre en un mismo escenario: la casa de Logan Roy donde los hijos, esposa, colaboradores y figuras relevantes de Waystar RoyCo se reúnen tras la muerte del patriarca. Es hora de hacer luto pero, también, de votar y elegir al sucesor sustituto que llevará a buen puerto el acuerdo de venta de la empresa y que los hará más millonarios todavía. Los hijos están más unidos que nunca. En la rivalidad conjunta contra Logan encontraron un punto de conexión donde los tres son iguales. Son los tres contra el mundo y entre bromas de mal gusto “a la Roman”, confesiones extremas de Kendall (Jeremy Strong) y el frente duro de Shiv (Sarah Snook), se mantienen a flote apoyándose mutuamente. Pero todo cambia y por algo tan sutil como la forma en que Logan Roy marcó el nombre del hijo que quiere que tome su lugar.

Porque antes de votar al sustituto, todos los implicados sobrevuelan el trono como buitres. Todos quieren un trozo del pastel, incluyendo los empleados veteranos y el mismísimo Tom (Matthew Macfadyen), a quien los aires de grandeza construidos bajo el ala protectora de Logan se le caen de un hondazo. Sin embargo, descubren un papel en la caja fuerte del patriarca que detalla algunos deseos personales en caso de su muerte. Y un párrafo está dedicado a la elección de su sucesor. No saben cuándo lo escribió pero, en algún momento de los últimos años, eligió a Kendall. Sin embargo, más tarde añadió detalles escritos a mano, marcando el nombre una vez más pero de tal manera que no queda claro si lo subrayó haciendo hincapié en su decisión, o si lo había tachado descartándolo. Y las implicaciones de una cosa o la otra son enormes.

Porque con algo tan sencillo Logan Roy provocó un terremoto desde la tumba capaz de despertar la ambición egoísta de los hermanos Roy. Desde el momento que descubren el dichoso papelito comienza una lucha de celos y oportunidades personales, en donde Kendall tiene la mano ganadora y Shiv se ve retraída a la postura descartada que vivió con su padre durante años. Es como si volvieran al punto de partida. Pero, sobre todo, despierta en Kendall la motivación perdida, confundida entre el deseo de vencer a su padre y ser el elegido en la lucha familiar motivada por las carencias afectivas.

Porque si lo tachó, entonces tiene la llave para abrir la puerta de la venganza, de demostrar su valía y ganarle la partida incluso tras la muerte. Si lo eligió, entonces es el hermano ganador, digan lo que digan sus familiares. Haga las promesas que haga a Shiv de contar con ella como una líder más aunque no se siente en el trono empresarial. Y lo demostró al final del episodio, moviendo las piezas del tablero por su cuenta, olvidando el acuerdo mosquetero con sus hermanos, tomando el liderazgo con un despertar renovado que dista muchísimo del Kendall apesadumbrado, de luto y con culpa del principio del capítulo.

Por todo esto no me extraña que, a pocas horas de emitirse el episodio, la conversación haya alcanzado cotas virales en redes sociales. Si el nombre de Kendall está subrayado o tachado pasará a la historia como uno de los giros narrativos más impresionantes de la última década. Las connotaciones dramáticas de una cosa o la otra son enormes en este grupo de hermanos, porque algo tan sencillo tiene el poder de despertar la discordia de nuevo, los celos, la sed de poder o el hambre de este.

Succession deja claro entonces que no pretende despedirse fácilmente. Y todo gracias a un giro narrativo de apariencia sutil pero con consecuencias de alcance atómico. Entre las interpretaciones magistrales de sus protagonistas, el derroche emocional y segundas intenciones que esconde cada broma, gesto, mirada o emoción contenida, junto a las sorpresas narrativas, la banda sonora de Nicholas Britell que atraviesa la pantalla y la fluidez de cámaras que nos atrapan bajo la magia del zoom fugaz, Succession sentencia que esta temporada pretende hacer historia. Y, visto lo visto, ya lo está haciendo.

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