Taylor Swift ha vendido uno de sus dos jets privados

Taylor Swift en el primer concierto de su 'Eras Tour' en Tokio credit:Bang Showbiz
Taylor Swift en el primer concierto de su 'Eras Tour' en Tokio credit:Bang Showbiz

La cantante Taylor Swift ha sido criticada en los últimos días por el uso recurrente de su jet privado para viajar rápida y cómodamente por todo el mundo. De hecho, en los últimos días se ha especulado con la posibilidad de que, gracias a su potente aeronave, la diva del pop llegue a tiempo a Las Vegas para ver a su novio, Travis Kelce, en la Super Bowl que se disputa este domingo, 11 de febrero. La artista se encuentra actualmente en Tokio, donde ya ha ofrecido el primero de sus cuatro conciertos en la capital nipona: el último está programado para el sábado, 10 de febrero.

Curiosamente, la intérprete estadounidense decidió vender uno de sus jet privados a finales de enero. Así lo confirma el registro oficial de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, que señala que el exclusivo aparato, un Dassault Falcon 900, tiene nuevo propietario desde el día 30 del mes pasado. Se trata de una sociedad limitada denominada Triangle Real Estate, cuyo domicilio social en Misuri coincide con el de la conocida aseguradora de vehículos CarShield, cuyo director gerente es el mediático empresario Nick Hamilton.

Se desconoce el importe de la transacción, aunque se estima que el valor de un Falcon 900 podría rondar los 44 millones de dólares, según las fuentes consultadas por el portal de noticias TMZ. No obstante, Swift no ha renunciado ni mucho menos a las bondades de su medio de transporte predilecto, ya que la estrella todavía dispone de otro avión: también del fabricante Dassault, pero perteneciente al modelo 7X, que cuenta con una cabina de pasaje más voluminosa y, por tanto, con capacidad para más viajeros.

Este jet privado es el que habría estado utilizando la cantautora con intensidad en los últimos días, para acudir a la ceremonia de los Grammy del pasado domingo, celebrada en Los Ángeles, y para viajar a Tokio con la supuesta previsión de volar el domingo a Las Vegas y apoyar a su chico en el partido. Tanto ajetreo ha sido objeto de un minucioso rastreo por parte de un estudiante universitario, llamado Jack Sweeney, quien pretende señalar públicamente a la cantante por el impacto medioambiental de estos vuelos a la carta, de los que se calcula que pueden emitir dos toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera en el transcurso de una hora.

El equipo legal de la artista ha amenazado a Sweeney con demandarle por revelar públicamente los detalles de sus viajes, lo que estima contrario a su derecho a la intimidad y una forma de acoso. Este chico ha rechazado la carta de cese y desistimiento que ya ha recibido de los abogados de Swift, defendiendo sus acciones en virtud de la "transparencia" informativa y el interés público. En su momento, un portavoz de la intérprete hizo público su compromiso de compensar económicamente su volumen de emisiones, mediante la compra de créditos, pero para muchos ese gesto no es suficiente.