Ten cuidado con las dietas milagro
Vivimos en una sociedad que nos impone la delgadez como un estándar de belleza. Asociamos esta con triunfo, mejores oportunidades, fama y felicidad. Esto hace que cierta población adquiera obsesiones con su peso e imagen corporal y tenga una idea disociada de esto.
¿Por qué disociada? Porque la belleza de una persona no se mide en kilos, libras, ni en calorías. Si uno quiere emprender un plan de pérdida de peso, lo tiene que hacer por su salud tanto física como emocional, de la mano de un profesional, siguiendo patrones dietéticos saludables.
Sin embargo, la realidad es que las personas que inician este recorrido lo hacen porque quieren adelgazar y lo quieren hacer de manera rápida. Por lo general, su único objetivo es la estética, dejando la adquisición de hábitos y ganancia de salud totalmente de lado. Esto es un punto a favor para todos los promotores de dietas milagrosas.
¿Qué son las dietas milagro?
Son un tipo de dietas que se clasifican dentro del patrón de dietas restrictivas. Se les reconoce enseguida cuando te ofrecen resultados inmediatos, es decir, una disminución rápida de peso y de grasa corporal.
Estas dietas, por lo general, suelen eliminar algún grupo de alimentos, destacan propiedades de un nutriente en particular al punto de hacerte creer que sin él no vives, o lo contrario, satanizan alimentos, sugiriendo que los elimines en su totalidad de tu alimentación porque, si no, no llegarás al objetivo deseado.
Estas dietas recomiendan lo mismo para todo el mundo y no se centran en el sexo, edad, actividad física o estado fisiológico y patológico de la persona. Es decir, ignoran la personalización del plan nutricional, cosa que es imprescindible para adherirse a este y tener éxito en el tratamiento.
La verdad del “milagro”
El seguimiento de dietas milagro es insostenible e incompatible con el metabolismo humano y con nuestra propia vida. En su mayoría, estos regímenes terminan con dos resultados: el primero es que obtienes la reducción de peso, pero el segundo es que vuelves a tu rutina anterior porque no adquiriste ningún hábito, no aprendiste a comer saludablemente sin restricciones.
La consecuencia de esto es que vuelves a ganar el peso perdido y de paso ganas también frustración y sensación de fracaso. Pero hay que entender que la persona no es la fracasada, sino ese estilo de alimentación irracional que la priva del disfrute de la comida, de ir a eventos y de compartir.
Un error muy común es creer que las dietas que eliminan los carbohidratos son sostenibles. Esto dura un tiempo muy corto, en el que pierdes peso por la reducción calórica y porque los hidratos de carbono son macronutrientes que arrastran mucha agua. Es decir, que la mayoría de esa pérdida que se refleja en la balanza es de agua corporal.
Cuando vuelves a incorporar los carbohidratos a tu dieta generas lo que se conoce como “efecto rebote”. Puedes ganar hasta el doble de tu peso. En vez de racionártelos y conocer cuáles son de buena calidad, te los quitas y ello produce ansiedad. Los empiezas a observar como algo prohibido y hasta puedes desarrollar fobias a ciertos alimentos, todo lo cual puede terminar en trastornos por atracón, anorexia y bulimia nerviosa.
Cuando se quiere perder grasa corporal, hay que asumir que es un reto largo, que esto no es de un día para otro. Pero si se hace de manera correcta y progresiva se logran los resultados deseados, además de que se obtienen las herramientas para mantenerlos a largo plazo.
Qué sucede con las hormonas en las dietas restrictivas
Otro tema importante es el de nuestras hormonas, encargadas de generar un ambiente favorable o desfavorable para la pérdida de peso corporal.
La leptina es la hormona de la saciedad. Es decir, reduce la sensación de hambre, aumenta nuestro metabolismo y estimula la oxidación de las grasas. Cuando alguien sigue este tipo de dietas, que por lo general ponen a la gente a pasar hambre, esta hormona disminuye y aumenta entonces la ghrelina u hormona del apetito, por lo que aumentan las ganar de comer. Además, hace que sea más difícil eliminar el tejido adiposo con el fin de ahorrar energía.
Por otro lado, el seguimiento prolongado de una dieta restrictiva, llena de prohibiciones, aumenta los niveles de cortisol, que es la hormona del estrés. Esta inhibe otras hormonas y el resultado es un impedimento de la pérdida de grasa.
Como hemos visto, las dietas milagro a la larga lo que generan es un escenario totalmente inadecuado para el objetivo inicial de perder peso. Más bien al contrario, te pueden llevar al sobrepeso y a los atracones.
Más allá de eso, te afecta psicológicamente el estar todo el día pensando en cuántas calorías tiene cada alimento, que si eso tiene grasa, que si hoy comí esto mañana no como aquello, que tengo que hacer tres horas de ejercicio porque me comí un chocolate y un sinfín de pensamientos invasivos que no te dejan estar en tranquilidad.
Esto no es salud, esto no es felicidad. Los hábitos alimenticios saludables te liberan y te dan bienestar. Las dietas milagro te atan y te generan malestar. Tú decides.
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Gabriela Weiser es graduada en Nutrición Humana y Dietética (NHD) por la Universidad de Navarra (España) y estudiante de Medicina en la Universidad Austral de Buenos Aires (Argentina). Actualmente trabaja como nutricionista online. Su Instagram es: @the_healthywei