This Is Us: un regreso a los orígenes para el final de la serie familiar con la que se lloró sin culpa
This Is Us comenzó en septiembre de 2016 por la cadena NBC y ya con su primer episodio desplegó todo su arsenal. Por un lado, se trataba de un drama familiar con el que era imposible no conmoverse. Por el otro, contaba con el aditamento de las vueltas de tuerca que ingeniosamente se originaron ese capítulo piloto que marcó el inicio de todo, y por inicio nos referimos a la vida de los Pearson: papá Jack (Milo Ventimiglia), mamá Rebecca (Mandy Moore) y sus hijos “The Big Three”, Kevin, Kate y Randall, interpretados de adultos por Justin Hartley, Chrissy Metz y Sterling K. Brown.
En su episodio final, ya disponible en la plataforma de streaming Star+ , This Is Us vuelve a los orígenes, reingresa en esa casa, retrata un día que parece mundano y le imprime un valor extraordinario. “Cuando eras joven y tu corazón era un libro abierto”, canta Paul McCartney y mucho de eso sobrevuela en la despedida de la ficción de Dan Fogelman que se ganó con justicia el mote de “serie para llorar”. El mérito de la producción, a través de todas sus temporadas, algunas menos logradas que otras, fue el de nunca cortar el lazo con el espectador, ese hilo que unía todo aquello que les sucedía a los Pearson con las vidas de quienes eran testigos de todos esos acontecimientos. Podríamos decir que This Is Us se “disfrutó” más cuanto más se ha vivido, ya que en su relato es el recorrido lo que importa, uno que indefectiblemente tendrá su punto final, como la serie misma.
Luego de tres episodios al hilo extremadamente duros como “Miguel”, “Reunión familiar” y “El tren”, This Is Us concluye con uno menos estridente que tiene como contexto lo que sucede tras la muerte de Rebecca y el vacío que deja en sus tres hijos, quienes dicen casi al unísono “ya no tenemos padres”, una frase espejo de aquella que verbaliza Jack en “No dejes que te retenga”. Luego, Kate plantea un escenario factible, pero no para ellos: un posible distanciamiento ahora que no deben estar en un mismo lugar cuidando de su madre, otro punto en el que quizá se identifique un espectador que sufrió el golpe de dos duelos. Para refutar sus miedos no solo están sus hermanos allí para tranquilizarla sino esos recuerdos de la niñez que se les presentan a los tres, y que terminan constituyéndose en lo mejor de un capítulo apropiadamente titulado “Nosotros”.
El final, escrito por Fogelman y dirigido por Ken Olin, pasa la mayor parte del tiempo en ese día de descanso que tienen los Pearson cuando se le suspende una actividad escolar a Randall y deben pensar qué hacer durante el día. Así, This Is Us suelta ese truco que usó por tanto tiempo -y de manera excelente casi siempre-, el de los giros argumentales, para solo quedarse con la dinámica de una familia tipo en un día cualquiera. Rebecca y Jack comienzan la jornada hablando sobre lo fundamental que es disfrutar de esos instantes triviales y no poner la cabeza en el futuro, pero lo hacen con la experiencia como ese imprescindible manual que tienen para no perderse ni un segundo del crecimiento de sus hijos.
A preparar los pañuelos porque este jueves This is us llega a su fin (Foto: Instagram @nbcthisisus)
Cuando intentan enseñarle esto mismo a Randall y a Kevin, ambos están más concentrados en cómo se afeitaron por primera vez y en lo grandes que van a verse que en ese día concreto. Kate, por el contrario, lo entiende, y se lo dice a su padre en una hermosa charla en el porche de la casa, con la lluvia incesante como marco. “Yo también a veces quiero bajar la velocidad”, le confiesa Jack, dejando entrever un cierto pánico por la rapidez con la que sus niños crecen, ese temor que atraviesa todo el que tiene algo por perder. Por lo tanto, cuando en el funeral de Rebecca aparece Nicky (Griffin Dunne), el hermano de Jack, agradeciéndole a Kevin por haberlo rescatado de una vida en la que no tenía miedo porque no tenía nada, This Is Us vuelve a una de sus temáticas favoritas: las conexiones entre diferentes mundos, diferentes generaciones.
La familia Pearson
Sin caer en la tentación de despedirse como Six Feet Under -un final insuperable a esta altura-, la serie no se adelanta, ya no hay necesidad de más flashforwards. Como el capítulo mismo, se pone en pausa, se detiene a contemplar a tres niños jugando, a una joven que le dice a su padre que está embarazada, a un tío permaneciendo en silencio al lado de su sobrino, al visionado de un video casero... y a Jack y a Rebecca en la cama, seguros de que hicieron lo correcto cuando criaron a sus hijos.
Que el apretón de manos de esa mujer a Randall antes de morir esté vinculado a uno que le da a Jack en la posvida es desgarrador pero esperanzador al mismo tiempo, y es un interesante punto de contacto con el capítulo previo.
“En un día normal, la vida se acaba”, escribió Joan Didion. Y así termina este gran drama familiar. En un día normal, con Rebecca dejando ir a sus hijos y observándolos desde otro lugar, con ellos repitiendo sus tradiciones. Un episodio simple, hermoso, sin artilugios, pero para llorar también.